Perú-Estados Unidos
1
En el desierto, una soledad de mí.
Me persigue el viento. Se va.
Se va sin mí. No me deja sino
canta una canción para ti.
Pero así no sé. Baila la brizna
enmielada de ti. Es una especie
de luz que no se vence, que se
alza la falda verdi-celeste de
la noche inicial. Es un fresco
borde curvo en la porción inferior.
Dame esa mirada de espaldas
siente cómo aprietas la entrada
al movimiento de tu ritmo,
alcanza la planicie dulcificada
donde nadie sabe nada
sino el sabor simétrico
del encuentro nocturno.
Desde el cielo de la sombra
salta la leche impulsada
por la mágica sonrisa
que deshace mi muerte
& la torna diurna como
la Virgen añorando la
adoración de su mascarada.
2
Vuela ahora la memoria
por el tiempo ordenado en
secuencias infinitas, las
poses reverberantes alunizan
aparentemente afines a la
decisión de sus ansiedades.
Hay caricias imposibles
que se juntan en el piná
culo de la inmaculada
transposición de cantos
decantados al son de tus
deseos religados, símil
del sentido afán para solaz
del .
Habrá
sobre el meditado sino
de amorcillos sin cesar des
plazando ofrecidos enigmáticos
decires, aproximados a la
inocencia santa de tu milagrosa
reunión.
Allí estarán el pensamiento & el
estornino, recogidos en la
canción que yo te escribo
porque de ti recibo estos
versos en el regazo
de la Virgen impostada.
3
Para el amor se tiene que
abrir el corazón. No hay
otra válvula de escape
al síndrome de la Realidad.
Una soledad unida sin
mácula ni tiempo ido, sino
el mundo a salto de mata.
Ese es el amor que nos rodea
cuando se producen los Encuentros,
aquellos tuyos & míos en el
recuerdo de lo que recordamos
cada mañana al sonar del
timbre telefónico.
Amante que se ama hasta
hacerlo por la luz azulada
curvada en la hermosura
de la Virgen, apretado hueco
tomado por instinto
distinto a todo lo que existe:
lo que tú eres, eso es.
Veo el obstáculo del ósculo
cimbreante cercándonos aunque
está parada & excitada su
cintura se enerva siempre
que me espera, en su hornacina
fina de la brisa plácida
toqueteando su cabello virginal.
4
Quería vivir nomás, sentir
el oleaje del mar frente a la
memoria de ti, Seguro el color
del mediodía sin ti; no hay
nada que hacer. Soñar quizá
para tener ese volumen de
las olas frescas, sonoras.
Una luz me fusiona contigo.
Se me abalanza la nada en
el filo del agua, ambientas
mi muerte, magnánima & dulce,
te ríes con tu dentadura pulcra
& me sacas de la profundidad
marina. Ya eres tú.
Tienes la grandeza de la Virgen.
No pares, sigue llevando este
mástil en la mano. “& yo qué soy”
me dices en la cresta de
la flor que yo te di, para que el espectá
culo del mundo sea
el de canción.
Blanco delicioso, te da la forma
que yo más amo. Así me das,
me paseas por esas callecitas. &
saciamos el ansia, hacemos
un radiante e intransferible
presente.
Intermezzo de Gloria
1
En la luz del sol mora
La zarzamora que me
Enamora de ti no más
& de nadie más sino de
Tu memoria que en la
Noria de la historia
Vuélvese mi canción
Resolana de la mañana
Feliz sobre el desliz
Tuyo de tu voz lejana
& cerca en mi oído
Donde mana la
Dulzura que sutura
Mis heridas no ad
Mitidas sino sólo
Ante ti que eres
Mi mujer / mi mujer
La mujer que más amé
2
Se rompe la noche
Sale esta sombra hacia ti
Sería la brisa nocturna
Sino fuera tu luz que
Lo invade todo en mí
El día cayó & así
Volvió la posibilidad
De un sueño que otra
Vez renace en cada
Encuentro se deshace
El silencio porque ya
No hay principio ni
Final en la magnitud
De tu dulzura marginal
A los sacramentos de
La Realidad mientras
Se esparce esa flor
Íntima que tomo en
Mi boca cincela agrada
Las gradas del deseo
Inventado para ti
Afina la siguiente
Reunión desliza iris
De la madrugada
5
Cuando tú eras una niña
yo no te vi. Pero sí estabas
escrita en la membrana esa,
la que sólo tú conocces.
Una vibración, esa especie
de temblor que me une a ti,
letargo después de la forma
envolviéndome toda de ti.
La calma con que te abres
se lanza en mí. & me decías
cómo la Virgen eres tú, en
el aura extraña cuando nos
vemos tras la ausencia, sólo
se ilusiona todavía porque
eliges vernos & es una
fé no perdida jamás.
El cielo son dos -dijo Hernández
para siempre (no se acaba)
que me digas en esta hoja
donde danza tu silueta
aquí tú bastas para ser, des
Tino de tu molino que
me chanca el corazón
a la manera increíblemente
De ti. De ti me muero.
Porque eres bendita & tu
Bendición me hace sangrar.
6
La felicidad que vino de ti
es todavía el tiempo regresando,
sí es el cielo o quizá una
plaza donde moran las pagodas
insulares será la fresca noche
en que se apoya mi canción.
Dime tú la línea que sigue
con el ansia de los sueños
dibujados por la nube inquieta,
inmersos en el fervor de
la Virgen deseada; donde
contemplamos esa flor cernida
Sobre tu silueta ancestral.
Así, me oyes más suave
que tu propia voz en
la hendidura abrigando el
farallón de las rompientes
augustas que tú guardas
“Para que tú me lo bajes”
como me dijiste siempre
muy rica de ti misma.
Subimos entonces a la planicie
de los latidos abstractos, porque
no es afuera sino adentro, allí:
en nuestros vasos sanguíneos
se filma, se acopla la
cercanía cerrada de ti.
[De un libro en proceso de composición actualmente / agosto de 2019]
Herminio Alberti León, fotógrafo artístico merecedor de reconocimientos nacionales e internacionales.