La poeta y novelista nicaragüense Gioconda Belli conoció desde pequeña el aislamiento y la soledad propia de una niña internada en un colegio de monjas de clausura.  A una tierna edad empezó a desarrollar su escritura a través de cartas como una manera de no sentirse tan aislada del mundo. Era una escritora en ciernes y aquella era su manera de comunicar sus pensamientos y su mundo imaginario. Al plasmar todo aquello en un papel que tendría un remitente final sentía que su universo se ampliaba, en cierto modo, era un tipo de libertad al que tenía derecho. Sin saberlo, aquello era un acto de iniciación que marcó la vida de aquella tierna niña cuya sensibilidad a flor de piel la convirtió en un ser compasivo con ansias de libertad.

Le tocó vivir la dictadura de Anastasio Somoza, quien se mantuvo 16 años al mando del gobierno de Nicaragua. Este sombrío tiempo se caracterizó por el maltrato social, los abusos indiscriminados y una terrible represión y persecución política. Para entonces, en su adultez temprana, Belli trabajó en el mundo de las publicitarias, donde conoció a la persona que la puso en contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido político nicaragüense fundado en su origen como una organización político-militar de izquierda.  Surgió dentro de la corriente de movimientos de liberación nacional de la década de 1960, inspirada en el legado nacionalista y antiimperialista de Augusto César Sandino, quien sostuvo una guerra de guerrillas contra la intervención estadounidense en Nicaragua entre 1927 y 1933.  La escritora pensó que uniéndose a este grupo podría ayudar a liberar a su país de tan nefasto gobierno.  Sufría en carne propia el dolor de un pueblo que vivía bajo el yugo de un dictador que no solo tiranizaba al pueblo, sino que mataba a sus opositores, como lo hizo con el general Sandino. De la noche a la mañana, Gioconda Belli que siempre tuvo un espíritu libre y proactivo se convirtió en una mujer revolucionaria, fuerte y decidida. 

Con el tiempo y bajo el mando de los sandinistas en el poder, Gioconda Belli vio que la forma de gobernar y manejar la cosa pública no era lo que se había prometido, pero tampoco era un desenlace que ella podría defender. El asunto llegó al punto que el gobierno que representaba a los sandinistas le despojó de la nacionalidad en 2023.  Ella, en plena entrevista televisiva y en un acto simbólico, rompió en pedazos el documento físico y declaro que su ciudadanía y su amor a la patria no dependían de un papel. Al preguntársele si se había arrepentido de su lucha contra Somoza respondió con una actitud seria y decidida que no se arrepentía de su accionar de aquellos años, luchó por la libertad de su pueblo frente a la dictadura y quedó con la fuerte experiencia de lo que es una guerra.

Gioconda Belli terminó siendo una destacada escritora cuya literatura ha sido objeto de importantes premios locales e internacionales.  Cuenta con una cantidad importante de libros en su haber, todos con títulos cautivadores: El país de las mujeres (2023-Seix Barral); El pergamino de la seducción (2022-Seix Barral); Las fiebres de la memoria (2018-Seix Barral); Waslala (2017–Booket); El intenso calor de la luna (2014-Seix Barral); Sofía de los presagios (2013-Seix Barral): El país de las mujeres (2013-Booket); Escándalo de miel (2011-Seix Barral); La mujer habitada (2010-Seix Barral) –su primera novela, que obtuvo el Premio de los Bibliotecarios, Editores y Libreros de Alemania a la Novela Política del Año (1989),  a lo que se sumó el Premio Anna Seghers–; El infinito en la palma de la mano (2008-Seix Barral) –que recibió el Premio Biblioteca Breve de Novela de 2008 otorgado por la editorial española Seix Barral y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara–; El pergamino de la seducción (2007–Booket) –que le mereció en 2005 el Premio Pluma de Plata en la Feria del Libro de Bilbao, España–;  Waslala (2006 – Seix Barral). El pez rojo que nada en el pecho ganó el XXX Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, en Segovia, España, entre muchos otros.

Si bien hay autores que escriben desde la inocencia germinal y nunca recibieron enseñanza universitaria ni tuvieron grandes experiencias de vida, este no es el caso de la incansable viajera Gioconda Belli. La escritora bien puede ser la representante de la mujer completa. Declara frecuentemente lo orgullosa que se siente de ser mujer en todo el sentido de la palabra, sin miedo a expresar el erotismo propio de la vida (Eros en manifestación). La escritora es creativa, culta, y tan curiosa como Eva, personaje nuclear de la novela que aquí tratamos.  Se revela, expresa y actúa como un ser libre en busca de cambios que conduzcan al bien común. Se trata de una autora sin prejuicios que sin perder su feminidad y sin culpar a los hombres de todos los males del mundo se expresa en su obra con libertad y sin ningún tipo de camisa de fuerzas que la aten por el derrotero de la comercialización y manipulación de una obra superficial. La profundidad del contenido de sus obras y la estética de la forma definen la calidad de sus escritos.  Belli es una mujer observadora, de mente contemplativa y una dimensión intuitiva de la que hace uso. Su lenguaje poético es propio de almas emancipadas en comunicación con lo espiritual plasmado en el mundo físico (naturaleza) y en el ser interno.

Por otro lado, la obra con su trama impecable denota que la autora otorga gran importancia a la investigación para lograr una novela de peso en la que la ficción y la verdad se entrecruzan. Ficción como efecto de aquello que provoca a la autora. Realidad entretejida con ficción.  Y es que como diría Ricardo Piglia: 

La ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que no es ni verdadero ni falso. Que no pretende ser ni verdadero ni falso. Y en ese matiz indecidible entre la verdad y la falsedad se juega todo el efecto de la ficción (2014, p.13).

Para el caso que nos ocupa, la ficción surge de la historia de Adán y Eva: real para los creyentes (la creación de los primeros seres humanos) y mito para los no creyentes. Y es que:

 […] el ser humano está hecho de racionalidad e imaginario y los mitos constituyen un tipo específico de relatos, poblados de personajes irreales, de episodios dramáticos, con interpretaciones múltiples –religiosas o no– que pueden maravillarnos, intrigarnos, consolarnos, darnos pautas, ayudarnos a encontrar sentido a lo que nos sucede… Los mitos siempre resultan activos a causa de su influjo sobre nuestras creencias y nuestras acciones y sobre la vida de los pueblos (Bauza, 2005, p.11).  

Se trata de una novela filosófica escrita en una prosa poética incomparable, en la que cada palabra, cada frase, cada diálogo, conmueve y asombra. Es una novela que muestra el dominio de la técnica, la cultura y el conocimiento del mundo esotérico de su autora. Deja entrever entre sutilezas el trabajo de investigación profunda que hay detrás de la obra y que sostiene su estructura. Belli explica que le tomó varios años de preparación, lectura e investigación.  De inmediato, procedo a destacar los libros que en la nota presentada al inicio de la novela Gioconda Belli menciona como su fuente principal de investigación. Pudiéramos pensar que comparte los títulos como incitación para que nos atrevamos a develar misterios de la existencia con la lectura de un conocimiento milenario que tuvo oculto por tanto tiempo. La autora nos abre caminos… Belli leyó y analizó textos sagrados, así como apócrifos. Se trata de varias versiones del Viejo y Nuevo Testamento de la Biblia, “los libros de Enoc, el Apocalipsis de Baruk, El Libro Perdido de Noé, Los Evangelios de Nicodemo y los libros de Adán y Eva, que incluían: Las vidas de Adán y Eva, El Apocalipsis de Moisés y el libro Eslavónico de Eva” (Belli, 2008, p. 13). La escritora confiesa:

 Alimentada por estas lecturas llenas de revelaciones y fantásticas inferencias, di rienda suelta a mi imaginación para evocar en esta novela los entretelones insospechados de este antiguo drama, el paisaje surrealista del Paraíso y la vida de esta inocente, valiente y conmovedora pareja”. 

Termina diciendo: 

“Es en su asombro y desconcierto, la historia de cada uno de nosotros” (Belli, 2008, p13).

Gioconda Belli imagina y recrea la historia de Adán y Eva con un dominio pleno del lenguaje, la técnica y la forma. Y en una estructura morfológica y sintáctica de admirar encierra recursos poéticos que maravillan. Su actitud es lírica, pero como toda prosa poética ausente de métrica; sin embargo, al leer esta novela nos da la impresión de que estamos escuchando un canto. Su novela seduce por lo que dice, por cómo lo dice, las figuras que utiliza, el lenguaje limpio sin excesos, el respeto absoluto por el valor de cada palabra y una prosa poética mágica productora de encantamiento a través de metáforas puras sublimes (visuales, auditivas, táctiles, del gusto). Sus vehículos figurativos e imaginarios nos dejan sin aliento. Y, por supuesto, no se podía quedar fuera lo que en la tradición literaria se estructura a través del sueño y que tanto aparece en la Biblia: Adán y Eva, sus sueños e interpretaciones. La autora cuenta con una capacidad de provocación que mantiene al lector interesado. Su obra produce fruición (goce desbordante y sutil); una experiencia que solo la buena literatura sabe provocar, pero además una alegría estética en aquel que reconoce que en cada palabra, frase y párrafo está representada a través de la ficción la vida misma. 

Gioconda Belli da inicio a su novela con las siguientes frases:

Y fue…

Súbitamente. De no ser, a ser consciente de que era. Abrió los ojos, se tocó y supo que era un hombre, sin saber cómo lo sabía. Vio el jardín y se sintió visto. Miró a todos lados esperando ver a otro como él (Belli, 2008, p. 17).

El verbo y la forma verbal que seleccionó Gioconda Belli para iniciar la novela resulta de gran importancia, pues define el momento de la creación. “Fue” es una forma del pasado de los verbos ir y ser. Descartamos el que se trate del verbo “ir” porque la autora aclara que se trata del verbo “ser” cuando más adelante añade “De no ser, a ser consciente de que era”. Se trata del pretérito perfecto simple (también llamado pretérito absoluto, pretérito indefinido), es un tiempo absoluto de aspecto perfectivo, pues la acción enunciada se considera terminada o de modo global. En los textos literarios, este pretérito presenta los hechos puntuales que hacen avanzar la historia.  En el idioma español se aplica a acciones completadas en el pasado que no necesariamente están relacionadas con el estado de hechos de la situación presente. La acción ha concluido y no está ligada al presente. El modo del este verbo indica un hecho real. Su forma simple indica un verbo declinado. Gioconda Belli quiso destacar con la información que luego brinda y frente a un sujeto tácito (sobreentendido) en tercera persona (él fue, Adán fue). Vemos claramente que se trata de un verbo en voz pasiva. Fue Otro (Dios) el que lo hizo ser. Él no decidió ser, la acción fue decida por Otro.  

Frente a la famosa frase (cuestionamiento) del Hamlet de Shakespeare, “Ser o no ser”: Adán fue.  Su existencia sucedió… la narradora dice: “Y Adán fue…”. Pero existir no fue una decisión propia. “el Otro” (Dios) decidió que Adán fuera, que Adán existiera. El valor estilístico de una determinada forma verbal no depende exclusivamente de sus morfemas; también, viene condicionada por el significado del verbo. De hecho, hay muchos verbos que por su propio significado ya aportan distintos valores estilísticos, como sucede en esta novela.  Si hablamos de verbos perfectivos y puntuales es porque hay verbos que ya aportan por sí solos la noción de acción acabada y momentánea o de escasa duración. Y este es el caso preciso: “fue’ y la Belli añade “súbitamente”, es decir, de golpe, de no existir a existir. Su aparición en el mundo fue súbita, se produjo de pronto sin preparación o aviso. Adán se da cuenta de que existe, se hace consciente de ello después del acto consumado. Pero además, este verbo nos da otra información “fue” se refiere a un solo sujeto y el género lo define la Belli más adelante cuando dice “…y supo que era un hombre”. Es decir, y según los datos que nos brinda el primer párrafo, Adán apareció primero (antes que Eva) como el primer hombre en la tierra.

A partir de ese momento la voz rectora que organiza el relato convierte a Adán en un agente dinámico que experimenta el uso de su cuerpo y sus sentidos y así lo describe: miraba el aire bajo su garganta…; olió, aspiró a pleno pulmón…; nombró y vio lo que nombraba reconocerse…; caminó sin prisa hasta que cerró el círculo del sitio donde le había sido dado existir; observó las pequeñas cosas para no desairarlas…;experimentó el cálido aliento del caballo, el agua gélida, la aspereza de la arena, las escurridizas escamas de los peces, la suave melena del gato; hizo cuanto estaba supuesto a hacer…; el hombre se sentó en una piedra a ser feliz y contemplarlo todo…; pensó que la felicidad era larga y un poco cansada… 

La novela de 238 páginas y 31 capítulos, a grandes rasgos comienza en el Paraíso con la creación de Adán; luego muestra la causa y el efecto de la expulsión del Edén y, finalmente, su vida fuera del paraíso, el nacimiento de sus hijos, la vida y sus sufrimientos y el camino de vuelta al hogar de Aklia, hija de Eva.  A largo de la novela la autora accede desde su imaginario a las acciones, pensamientos y soledad de Adán y su necesidad de compañía.  En cuanto al Otro (Dios), la voz narradora omnisciente, refiere que Adán… 

De vez en cuando se giraba de súbito esperando sorprender al Otro cuya presencia era más leve que el viento, aunque se le parecía. El peso de su mirada, sin embargo, era inequívoco. Adán lo percibía sobre la piel igual que la luz inalterable que envolvía constantemente el Jardín y que alumbraba el cielo con un aliento resplandeciente (Belli, 2008, p18).

Sin demora, cuando reparamos en la descripción del primer sueño de Adán y la aparición de Eva se hace en extremo notoria la poética manera de narrar de la escritora. Mucha de su prosa resulta más poética, metafórica y cautivadora que algunos de sus versos puros, lo que la provee de un encanto especial:

Lo invadió una modorra sedosa y mullida. Se abandonó a la sensación. Más tarde recordaría el cuerpo abriéndosele, el tajo dividiéndole el ser y extrayendo la criatura íntima que hasta entonces habitara su interior. Apenas podía moverse. El cuerpo en su encarnación de crisálida actuaba sin que él pudiese hacer nada más que esperar en la semi-inconciencia lo que fuera que sobrevendría.    Si algo tenía claro era el tamaño de su ignorancia, su mente llena de visiones y voces para las cuales no tenía ninguna explicación. Dejó de interrogarse y se abandonó al peso de su primer sueño (Belli, p.19).

Resulta revelador el que advirtamos la importancia de la frase: […] “dividiéndole el ser y extrayendo la criatura íntima que hasta entonces habitara su interior”, lo que supone que Eva ya existía en potencia dentro de Adán.  “Pensando y enredando sombras” (como diría Pablo Neruda en su poema 17) nos llama la atención la frase, pues en realidad en el embrión humano los rudimentos de la gónada aparecen en el mesodermo intermedio durante la cuarta semana de desarrollo, y a partir de esta semana entra en un estadio potencial o de indiferenciación en el que ocurre el desarrollo de la gónada y en donde al estar indiferenciada no posee ni características femeninas ni masculinas hasta la séptima semana. Visto esto, y entendiendo que la potencialidad estaba impregnada en el embrión, toma sentido la frase de la Biblia “varón y hembra los creo” (Génesis1:27). 

El turbamiento y contento que le crea la presencia de Eva aparecida (creada) mientras dormía; los cuestionamientos que surgen a partir de una existencia donde se tiene todo, incluso un tiempo infinito, pero sin la libertad de hacer, de ser como se quiera ser, una vida aparentemente feliz, pero sin sentido, monótona y repetitiva.  Vivir para siempre, haciendo lo mismo, pero con límites. ¿Qué sentido tiene? Ya Borges lo explicó plenamente en el primer cuento de El Aleph titulado El inmortal:

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal… 

Y así, páginas después, continúa diciendo: 

Entre los inmortales cada acto (y cada pensamiento) es eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos.  Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los inmortales… (Borges, 2017, p. 23).

La Eva de Gioconda Belli, es un ente independiente, una mujer inquisidora, que tiene revelaciones, que imagina, la que tiene presentimientos, la que escapa al control de su creador, la que constantemente se hace preguntas propias de un racionamiento superior y luego las comparte con Adán, que parece sorprenderse de las interpelaciones de Eva, su atrevimiento, falta de miedo, fuerza vital, pero, sobre todo, ante su imperioso deseo de saber, de encontrar respuestas: causas primeras que justificasen lo que estaban viviendo. Y es que el ser humano necesita emociones, requiere y busca provocarse una vida intensa, la certeza lo aburre. Él también quería conocer las respuestas, pero no sentía la premura ni la necesidad absoluta de hacerlo.   Eva (la de G. Belli) con todo, prefiere cualquier cosa, antes que mantenerse en la oscuridad de la falta de conocimiento y así pregunta ante las dudas y los conflictos internos que surgen en ella: ¿Qué hacemos aquí; porque Elokim (Dios) nos creó?; ¿cómo sería una libertad sin límites?  Cuestiona las acciones, requerimientos y órdenes de Elokim, quiere saber qué hay detrás de cada una de ellas; se pregunta, ¿por qué un dios creador pondría un árbol de fruto prohibido a la vista de quienes no debían comer de su fruto?; ¿cuáles eran sus intenciones?; ¿por qué planificar todo de esa manera?; ¿quién era aquella serpiente; ¿por qué sabía tanto?; ¿acaso era el mismo Dios?; ¿qué significaban los paradójicos consejos de la serpiente? Eva tenía la necesidad imperiosa de conocer las motivaciones de Elokim y de la serpiente, conocer… ¿qué pasaría si se les ocurría comer del fruto prohibido?  Adán lucía más tranquilo, menos preocupado. En el paraíso Eva era la líder, Adán sencillamente la seguía en su búsqueda…

Su deseo de romper con los límites que le imponía el Paraíso, su búsqueda obsesiva de una libertad que le permitiera encontrar la verdad, las respuestas a todas sus preguntas, sobre todo acerca de Elokim y el fruto prohibido, la llevaron a tener múltiples visiones. Una de ellas fue la siguiente:

Eva se acercó al borde del agua, sus pies la llevaron ribera abajo. El agua del río era limpia y entre las rocas brillaban las escamas de peces multicolores. […]  Un burbujeo ascendió súbito del fondo y un ojo salido de quien sabe dónde abrió sus parpados, la miró y al hacerlo le concedió ver a través del tembloroso cristalino imágenes fascinantes y vertiginosas en las que ella mordía el higo y de ese minúsculo incidente brotaba una espiral gigantesca de hombres y mujeres efímeros y transparentes que se multiplicaban, se esparcían por paisajes magníficos, sus rostros iluminados con gestos y expresiones incontables, sus pieles reflejando desde el brillo de los troncos húmedos hasta el pétalo pálido de los rododendros. Alrededor de ellos surgían formas, objetos sin nombre entre los que se movían con aplomo y sin prisa, inquisitivos y curiosos, persiguiendo una multiplicidad de visiones que se ramificaban a su vez mostrando honduras, estratos de símbolos incomprensibles sobre cuyo significado argüían enfrascados en ruidos y armonías confusas, pero cuyo eco resonaba en el interior de ella como si, al desconocerlos, los conociera” (Belli, 2008, p. 34)

El agua como espejo que refleja una realidad de la existencia (como el agua en que Narciso vio su belleza reflejada o como el río de Borges cuyas aguas dan la inmortalidad, y el otro río cuyas aguas la borran), pero también como revelador de secretos. La visión le permitió ver el futuro como una elección, como realidad, como causa y efecto. El futuro del paraíso como lo ya visto y sabido, como decisión consciente, no al azar, complicidad entre ella y Elokim.  “La historia, se dijo. La había visto.” (Ídem. p. 35).  Eso era lo que empezaría si ella comía la fruta. Eva como la antecesora de la pitonisa griega, la que pudo ver el futuro y el presente que debe ser vivido. “Ella estaba convencida de que Elokim quería que ella decidiese si existiría o no todo aquello. Quería que fuese ella quien asumiera la responsabilidad” (Belli, p.35). Ante mundos fantásticos o reales, Eva era capaz de develar el libro de la vida, el libro de la naturaleza. Quería conocer la diferencia entre el bien y el mal. ¡Quería ser libre y hacer uso de su libertad!, pero no sin antes preguntarse si habría otros jardines, otros mundos, otras dimensiones quizás. Y antes de morder el fruto declara una sentencia: “No moriré. Lo sé. Él espera que yo coma. Por eso me hizo libre” (Belli, p.41).

Eva, temeraria y arriesgada, tomó la gran decisión: comería del árbol. Tras muchas cavilaciones Eva decide comer del fruto prohibido (en esta novela un higo jugoso). Comer de la fruta prohibida no era una opción, era un imperativo vital, de lo contrario nada existiría. Eva lo veía claro. ¡Lo hace!, come de la fruta y como resultado se cumple el castigo por la desobediencia: ¡son expulsados del paraíso!  Entonces, surge el reconocimiento, cuestionamiento y análisis de los opuestos, notables a simple vista. El reconocimiento de que siendo dos (hombre y mujer) sentían pertenecer el uno al otro. Eran uno. Esa seguridad, proveniente de la nueva sensación e intuición de que ellos eran una unidad, era fuerte y le proporcionaba un sentido a ese estar juntos. Se sentían acoplados y protegidos el uno con el otro. Al ser arrojados del paraíso el amor sutil y puro que se profesaban, cambió de forma: un anhelo de estar juntos los envolvía, un deseo del cuerpo del otro los llenaba de pasión, fuego proveniente del cuerpo, de las curvas, de las miradas, olores y roces.  La plenitud de la naturaleza, antes admirada, se convirtió en algo desconocido, temido, peligroso. Tras la expulsión del Paraíso, surgen nuevas preguntas. Tras comer del fruto prohibido, Eva se cuestiona sobre los misterios que brinda el nuevo mundo que habitan, sus preguntas son fundamentales: “¿Cuándo moriremos?; ¿cómo se siente la muerte?”.

Esta novela es perfecta para un alma preocupada por la existencia, un libro para los buscadores, para los seres espirituales que pululan este mundo; es un libro de nuestra propia historia, la de nuestros ancestros, nuestra tradición.  La pregunta de quién es Elokim es constante, convirtiéndose en una obsesión.  A través de los diálogos entre Adán, Eva y la Serpiente y su manera de percibir y describir al Otro (Dios), Elokim termina teniendo cualidades antropomórficas que incluyen el deseo de saber y de experimentar. Todavía no se le veía como omnisciente y omnipotente. Se trata de una visión del infinito desde la finitud. De ese hecho surge la paradoja que se presenta: el Otro (palabra con la que la pareja nombra a el creador de todo) no necesita de la experiencia para conocer, Él lo sabe todo.

De vuelta a su estilo y temática, la prosa poética manifiesta en esta novela de Gioconda Belli es una exaltación de la naturaleza, un replanteamiento moderno de la tradición presentada a través del amor de Adán y Eva, retomado por los griegos con la historia que une a Psique (el alma) con Eros (el amor); este erotismo fino de su narrativa, viva, sensual y consumada nos subyuga; nos remonta hacia esferas casi sublimes. Este texto de ficción basado en adaptaciones geniales de la religión judía, el cristianismo y el islamismo presenta  acontecimientos que suceden por primera vez: la aparición del primer hombre y la primera mujer;  el primer amor de pareja; el primer acto sexual; la primera vez que comen de la fruta del árbol prohibido; el origen de la humanidad, la aparición del mal en el mundo y con ello los cataclismos; la expulsión del paraíso; la primera vez que desaparece la felicidad total y la inmortalidad;  la aparición del trabajo, la muerte, el primer sufrimiento, el primer asesinato. La descripción de la primera intimidad sexual entre Adán y Eva es impecable e incitante.

 Él la miró fascinado con su ocurrencia, percibiendo en sus dedos el calor suave y líquido de su boca como un molusco acuático. ¿Tendría Eva el mar dentro de ella? ¿Lo tendría él también? (…) “Por fin uno dentro del otro, experimentaron el deslumbre de retornar a ser un solo cuerpo. Supieron que mientras estuvieran así, nunca más existiría para ellos la soledad. Aunque les faltaran las palabras y se hiciera el silencio en sus mentes, podrían estar juntos y hablarse sin necesidad de decir nada”. 

Otro ejemplo de esta belleza ocurre cuando Eva medita sobre su primera menstruación y piensa “sé que dentro de mí hay un mar que la Luna llena y vacía (Belli, p. 50).

Según apunta Violeta Rocha Areas, de la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica, “la novela de Gioconda Belli nos acerca al discurso de la sexualidad: […] se puede oler, ver, sentir, tocar y gustar: toda una antropología de los sentidos, donde los cuerpos y la sexualidad son parte de la condición humana. A esta literatura intertestamentaria se refiere Gioconda Belli, cuando elabora una hermosa e inquietante novela, haciendo uso de la relectura, la hermenéutica  y  los  recursos  literarios  que,  en  ofrenda  libre,  nos  acerca  al  mundo  de  Adán y Eva desde una lectura de los espacios, los cuerpos, la sexualidad, la aceptación plena de los sentidos, el deseo, la procreación, el conocimiento y el desconocimiento, Dios, el diálogo, la vida, la muerte y las preguntas abundantes en relación con el sentido de la vida y del otro/a, el existir para otro/a, la unicidad y la pluralidad, los cuestionamientos de estar en el mundo y la búsqueda de construir su ser en el mundo  (Rocha, 2010, p.13).

Cefas Asensio, periodista nicaragüense, especialista en Investigación, Educación y Desarrollo Humano, consultor Independiente de la Universidad de Barcelona, habla de la recreación de los infinitos caminos de la libertad humana, y puntualiza aquellos aspectos relevantes en donde el tema de la libertad resulta no solo significativo, sino también trascendente. Al conspirar la serpiente sobre las intenciones de Elokim (Dios) dice: “quiere tener sobre ustedes el poder de su eternidad”.

Entonces, Cefas Asencio Flores pone sobre la mesa un análisis interesante de la situación y se pregunta y reflexiona: 

[…] de si realmente Dios habría de temer que Adán y Eva se hicieran eternos teniendo el conocimiento del bien y del mal. Es decir, realmente ¿el contar con conocimiento, libertad y eternidad los redimiría de toda culpa y podrían hacer o haber hecho cualquier proyecto sin coherencia con el pensamiento de Él, deslegitimando las bases filosóficas de la vida, la creación y la existencia; y, aún más, ¿no habría habido consecuencias contrarias sobre ellos?

Es claro que el razonamiento de la serpiente está compuesto de argumentos que son a la vez juego y realidad; pero presentan retos a la mente humana. Es así que ya fuera del Paraíso, ante la realidad de que las aspiraciones de una vida eterna resultan dramática y ontológicamente frustradas para Adán y Eva, debe declinar y decir: “Ilusa eres si crees que Elokim lo habría permitido. Aún la libertad que les dio tiene sus límites”; asimismo, “…el conocimiento no es la solución de todo. Ya lo irás descubriendo… Son precisamente los límites de la naturaleza humana los que hacen que Eva reflexione: “¡qué poco servían el conocimiento y la libertad para aquietar el hambre!”. […] La experiencia histórico-social ha demostrado cómo en sus luchas los pueblos continúan apreciándola, aun teniendo pan; puesto que ésta se percibe como un componente inherente de la dignidad humana. Sin embargo, desde la serpiente hasta nuestros días el concepto de libertad ha sido y es un bien social muy pocas veces bien administrado no sólo por las agendas políticas, sino también institucionales, familiares y comunitarias” (Cefas-Flórez, 2009, párr. 8-9).

Gioconda Belli, convertida en voz narradora, diría de Eva: “El conocimiento no era la luz que ella imaginó abriría de pronto su entendimiento, sino una lenta revelación, una sucesión de sueños e intuiciones acumulándose en un sitio anterior a las palabras”. Por ello es que finalmente Eva pensará quizá como lección aprendida que Elokim “quería verlos vivir por sí mismos”. Y Adán, después de haber sido expulsados del paraíso dirá: “es nuestra la decisión de cómo queremos vivir”.   Juan Pablo II, en su carta encíclica Fides et Ratio. Al hablar sobre la relación entre la fe y la razón se refiere a ese mismo punto cuando declara que entiende y acepta la necesidad y búsqueda del ser humano de responder todas las preguntas que desde Adán y Eva nos hacemos, pero al igual que lo expresan la narradora y los personajes de la novela que nos ocupa, el papa Juan Pablo II refiere que la verdad se irá revelando poco a poco, y dice: 

Esto mismo es válido también para la investigación de la verdad en el ámbito de las cuestiones últimas. La sed de verdad está tan radicada en el corazón del hombre que tener que prescindir de ella comprometería la existencia. Es suficiente, en definitiva, observar la vida cotidiana para constatar cómo cada uno de nosotros lleva en sí mismo la urgencia de algunas preguntas esenciales y a la vez abriga en su interior al menos un atisbo de las correspondientes respuestas. Son respuestas de cuya verdad se está convencido, incluso porque se experimenta que, en sustancia, no se diferencian de las respuestas a las que han llegado otros muchos. Es cierto que no toda verdad alcanzada posee el mismo valor. Del conjunto de los resultados logrados, sin embargo, se confirma la capacidad que el ser humano tiene de llegar, en línea de máxima, a la verdad (Juan Pablo II, 1998, cap.3, p.29).

La mirada penetrante y reveladora de Gioconda Belli es sorprendente.  Esta novela es una realidad; una mirada filosófica y profunda como toda contemplación y cuestionamiento sobre la existencia.  Se trata de una provocación para el intelecto y tiene tantas variables como mitemas que se pueden abordan infinitamente. Para el alma es una elevación a las alturas de mundos sutiles. El buscador a partir de la lectura de esta obra se sentirá acompañado por estos personajes provenientes del mundo de la realidad y el mito. Para los sentidos es fruición y vida. Este libro es arte puro, narrativa poética que transforma… Aceptar la creencia de Eva respecto a que Elokim deseaba que ella actuara en contra de lo establecido por Él mismo… es poner a Eva como precursora de la famosa frase de Jean Paul Sartre: “Estamos condenados a ser libres. Nuestra existencia consiste en hacernos a través de continuas decisiones, esa es la tragedia humana. Y nadie puede decidir por nosotros” (Sartre, 2004). Además, tal como aseveró el filósofo francés: […] todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal” (Idem., p.67). Si todo lo dicho por Sartre es cierto; entonces, Eva decidió por la humanidad condenándonos a ser libres…

Terminamos este viaje emocionante con palabras de la propia Gioconda Belli cuando describe lo que significa esta novela para ella:

El Infinito en la palma de la mano es quizás mi novela más lograda, en la que pude conjugar mi ser poeta con mi ser novelista. Es la historia del origen, pero no como nos lo contaron, sino reelaborado desde una visión positiva, más humana, menos juzgadora, sobre todo en lo que respecta a la mujer. En mi novela, Eva no pierde el Paraíso, sino que decide conscientemente que vale más la vida en la tierra, con sus dolores y alegrías, que la vida perfecta y la inmortalidad. Ella asume su responsabilidad de madre del género humano en toda su dimensión. La novela es una historia muy conmovedora. Yo quise reelaborar el mito de la creación de Adán y Eva, imaginándome al primer hombre y la primera mujer descubriendo todo por primera vez. Me atraía contar cómo habría sido tener esas primeras sensaciones de sed, hambre, y el gozo de comer, de beber agua, de hacer el amor por primera vez, de ver la luna, el sol, por primera vez, de parir por primera vez. Fue toda una aventura escribir esta novela y no traicionar el lenguaje del primer momento del mundo y de la especie. Por eso la poesía me ayudó. Esta historia es la historia de la condición humana y desde ese punto de vista, es actual, es relevante, ayuda a que nos entendamos mejor y a que celebremos esa calidad vulnerable, pero también la fuerza de nuestra humanidad.

Referencias

Ansio-Flórez, A. (2009). Gioconda Belli: El infinito en la palma de la mano. Sobre la recreación de los infinitos caminos de la libertad humana. Recuperado de URL: https://www.caratula.net/gioconda-belli-el-infinito-en-la-palma-de-la-mano-sobre-la-recreacion-de-los-infinitos-caminos-de-la-libertad-humana/

Bauza, H. (2005). Qué es el mito. Una aproximación a la mitología clásica. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.

Belli, G. (2008). El infinito en la palma de la mano. Barcelona. Seix Barral

Belli, G. (2023).  Preguntas frecuentes: sobre “el infinito en la palma de la mano. Recuperado de URL:  https://giocondabelli.org/preguntas-frecuentes/

Belli, G. (19 feb 2023).  RTVE Noticias. Nicaragua: Gioconda Belli rompe su pasaporte días después de serle retirada la nacionalidad |. Recuperado de YouTube: https://youtu.be/EwlsZNRNMqg

Borges, J.L. (2017). El inmortal. En El Aleph. Debolsillo. Barcelona.

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Ofelia Berrido. Escritora, crítica literaria y pedagoga. Autora de las novelas: El Infiel y El Sol Secreto; de los poemarios Pájaros del olvido y Anacaona; Docente en la Pucmm y doctoranda en Estudios del Español: Lingüística y Literatura, maestría (MBA) de Braniff Graduate School of Management, Dallas University, Texas.  Graduada en Medicina (UASD), Gineco-Obstetricia y Oncología-Ginecológica (MNSA). Miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua,