Las principales características que saltan a la vista al leer a Emelda Ramos es que se trata de una escritora ingeniosa; con ese ingenio le saca punta a lo real maravilloso que nos constituye en Caribe en todo contexto y época. Al mismo tiempo, sus textos resultan jocosos, divertidos, incluso pueden llegar a lo hilarante. En algunos lo jocoso es solo un momento, un personaje, o algunas expresiones, mientras que en otros es un tono general a lo largo de todo el texto, coherente con la personalidad de la autora. Emelda es una persona divertida, sus discursos, incluso los solemnes, tienen ese momento especial reservado para la risa; lo mismo pasa en sus libros.

No sorprende que Emelda incursione en la literatura infanto-juvenil, pues ingenio y diversión son elementos esenciales en la escritura de textos de aventuras para el público más delicado y exigente que existe. Emelda es educadora e investigadora, roles muy evidentes en su cuerpo de obra. En la novela El último aon cuenta la desaparición de un tipo de perro mudo ya extinto en nuestra isla, rescatando la sabiduría popular que explica el fenómeno. El aon fue un animalito de gran importancia para la cultura y religiosidad de nuestro pueblo originario, coningenio se articula una aventura infanto-juvenil que transita temas muy delicados y tristes en relación a toda la violencia y opresión que implicó el proceso de conquista y colonización de nuestro territorio para nuestro pueblo originario. La novela se sitúa en el momento histórico en que se instaura la encomienda (modelo esclavista mediante el cual los invasores españoles extinguieron a los aborígenes, así como a los perros mudos); la historia denuncia de manera clara este sistema, mientras mantiene el halo de entretenimiento e incluye notas jocosas, como el momento en que el aon alcanza a su joven dueño Guaramatex.

En ese mismo momento se dieron cuenta de que algo, se acercaba corriendo a la muchedumbre como una exhalación, para el mayor espanto de los castellanos.

—¡Voto al diablo!

—¡Habrase visto!

—¿Pero qué bestia es esta?

Entonces vieron al cachorro lanzarse directo a los pies del jovenzuelo, lamiéndole, oliscándole con su alargado hocico, mirándole con ojos tan enternecedores, que él, sin importarle nada,  lo abrazó y acabaron revolcándose los dos por el suelo.

Uno de los guardas dijo riendo: bien se ha dicho que los perros se parecen a sus amos. Otro riéndose aún más: sí, sí, basta ver las piernas de ambos, cortas pero harto robustas. Y mirar sus pelambres, tan similares, que tal parece que fueron negros y en la vida montaraz, se los destiñó el sol.  (Fragmento, El último aon).

Emelda no subestima las capacidades de interpretación y aprendizaje de sus lectoras y lectores más jóvenes. Como puede constatarse, El último aon es un texto cargado de contenido histórico-político-social abordado desde una perspectiva crítica, sin descuidar la belleza expresiva y ese momento especial dedicado para la sonrisa y la ternura.

Por su parte, la novela El Quijote de las Auyamas asume el tono de lo jocoso como línea conductora: una niña de ciudad es mandada al campo para reformarse de los tradicionales vicios de la infancia citadina, es decir, los videojuegos, la TV…

En un lugar de esta tierra, de cuyo nombre siempre me acordaré, no hace mucho tiempo pude vivir algo que no me atrevo a asegurar que alguna vez aconteció. Eso sí: fue el año en que mis notas no estuvieron nada buenas, y en el trayecto del colegio a casa, se le ocurrió a mi padre la espantosa idea de que un mes en el campo, en la finca de los abuelos, donde mi tía Emelinda tendría para mí el mejor programa vacacional, me alejaría de tanta TV, videos, pantallas y audífonos, causantes, según él, de mi bajón de notas. (Fragmento 1, El quijote de las auyamas).

Y sí que se reforma tras descubrir un misterio que les estaba arruinando las vacaciones a ella y al resto de la familia, encuentra conexión con la naturaleza y la magia que esta aporta en cada ser… contada así no se ve lo divertido. ¡Lo siento, no comparto esta cualidad con Emelda! Lo jocoso está en todos lados, en las situaciones que urden la historia, que van desde la desaparición de objetos muy disímiles, hasta las expresiones coloquiales que inserta en voz de los personajes. No contuve la risa al leer “Váyanse a jugar con tierra y un palito” y sentirme identificada, pues yo también tengo una tía que solía vociferar esa frase cuando, de niña, mis primas, primos y yo jugábamos con objetos prohibidos en casa.

Se multiplicaron los tropiezos y parecía que los habitantes adultos de la estancia creían responsables a los jóvenes visitantes de una serie de enredos aparentemente tontos, pero ciertamente inquietantes.

—Alguien cortó un pedazo de la redecilla que estoy tejiendo, y me la echó a perder protestó Cruz María, que así descansaba del trabajo doméstico—, y yo nada más quisiera saber, ¿para qué diantre me han hecho este perjuicio?

La búsqueda y captura del posible culpable duró muchos días en que mi fastidio iba en aumento… (Fragmento 2, El quijote de las auyamas)

Además, se le suma el ingenio de traernos una versión tan distinta del ya tradicional caballero andante Don Quijote. A lo largo del libro introduce una lluvia de referentes a la obra original, sin perder la fluidez y nivel adecuado para el tipo de público, siendo que otro valor anticanónico en la obra de Emelda es esa capacidad de enriquecer el texto con referentes amplísimos que posibilitan la intertextualidad, leer a Emelda es un deleite intelectual desde sus textos infantiles hasta adultos.

—¡Qué atrevida es la ignorancia! ¡Soy un caballero andante! Y tú, no me engañas: ¡Eres la giganta Andandona de Majalahonda!

—¿Yooo? ¡Yo no! —salté con sorpresa.

—¡Pues ante un caballero, presente su nombre y procedencia! ¡Sin mentiras! Que no eres Urganda la Desconocida, eso lo sé. ¡Diga su nombre y lugar! Así hacen los buenos caballeros, que añaden a su nombre el de su patria, para hacerla famosa, honrándola con tomar el sobrenombre de ella. De modo que ¿eres la Giganta Cariculiambra de Malindrania? ¿O no? (Fragmento 3, El quijote de las auyamas)

Los libros de Emelda son elegantes, ingeniosos y jocosos, todos. En este artículo, me permito reseñar otros valores anticanónicos en la obra de esta maravillosa escritora.

Un valor anticanónico indiscutible en la obra de Emelda esla construcción de una identidad sólida que abarca todos los aspectos de nuestra historia, lenguaje y cultura. Los libros infanto-juveniles antes comentados darán buena cuenta de este valor.

Otro valor que resalto es el respeto por nuestra tradición y cultura. Al leer El cuaderno de la rosa, además de contagiarme y aprender sobre su pedagogía descubrí este valor, cuando ella reflexionaba en torno a unos versos cliché sobre las rosas que se enseñan en las escuelas, y remata con “un buen día terminé respetándolo como un hecho cultural, como una tradición”. Esto no sucede solo en este libro: toda la obra de Emelda subraya e importantiza las tradiciones y hechos culturales que conforman nuestra identidad y sus mejores valores. Mi libro favorito es, sin lugar a dudas, Los oficios y placeres de Miralvalle. En él, los oficios cotidianos de las mujeres son resaltados y valorados como un hecho cultural de trascendencia: las plañideras, las beatas, las escritoras, las miravelas, las chaperonas, las cuentacuentos, las planchadoras, incluso hasta el rol femenino que urde la leyenda de La vieja Belén.

Resalto, por último, el valor de la sororidad, transversal no sólo a la obra, sino a la vida de Emelda Ramos, quien usa sus dotes de investigadora y su vocación docente para entregarnos la memoria de Delia Quesada. Pionera de la dramaturgia infantil, a través de una biografía que rescata la oralidad y la estampa como recursos para retratar a esta importante escritora y maestra puertoplateña del siglo XIX.

La sororidad es un valor cardinal en Emelda, puede verse en su interacción con otras escritoras, en su delicado trato y la atención e interés que dedica a la obra de las más jóvenes. He de compartir a modo de conclusión que conocí a Emelda en 2018 durante el acto de premiación del Certamen de Talleres Literarios Región Norte, de la cual ella fue jurado y yo ganadora del primer lugar de poesía por mi poema “Nacida”. El discurso de Emelda durante el acto de entrega fue todo lo que una joven escritora (muy novel) necesitaba para continuar. Días después de ese acto se presentaba mi primer poemario, y me sorprendí al ver a la gran Emelda Ramos como parte del público; ella tomó la palabra para felicitarme y comentó su interés en conocer más sobre mi poesía, que catalogó de “muy femenina y feminista”. De esa breve interacción y de una acción que para ella fue natural se desprende, para mí, una retahíla de significados y motivaciones que constituye en gran medida quién soy hoy como mujer y escritora, porque los valores de la literatura de Emelda Ramos trascienden lo estético y lo literario.

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Lauristely Peña Solano (Bohío Viejo, Montecristi, 1989). Escritora, docente y gestora cultural. Ha publicado los poemarios Dictado de luna (2015), Abyecta (2018), Roja (2019). Otros títulos son: Josefina Miniño: A telón abierto (Biografía, 2016), Consagración del odio (Ensayo, 2018), En aquellos tiempos… Refugio e intercambio. Historia de Bohío Viejo (Ensayo, 2021), Biblioteca Tomada. Guía metodológica (2021). Es co-fundadora del Proyecto Anticanon y la Editorial Anticanon.