… la historia, como los ríos, lleva en su cauce el légamo que van dejando las luchas de los seres humanos a través de los tiempos.
Burn the River, Quemen el río, Emelda Ramos.
Y así la historia, como un río, arrastra los restos de lo que fuimos y en sus aguas refleja la memoria de un pueblo, que gracias a autoras como Emelda Ramos, se resisten a olvidar. Leer a Emelda es embarcarse en un viaje emocionante a nuestra identidad. Esta escritora salcedense y particularmente entusiasta, dedica su obra a la preservación de la tradición y la cultura dominicana. Resalto en su literatura los valores anticanónicos de la construcción de la identidad y el sentido de pertenencia.
En textos como De oro, botijas y amor, Los oficios y placeres de Miralvalle, es evidente su profundo compromiso con la revitalización de las leyendas, tradiciones y mitos locales, en especial aquellos vinculados con la cultura campesina y la historia taína. En ellos no solo busca contar tradiciones del pasado, sino que invita a sus lectores y lectoras a reflexionar sobre su propia identidad. Es incluso una invitación a quienes leemos, pero que además somos escritoras, a cuestionar los temas sobre los cuales escribimos y a mí esta provocación intencional me parece maravillosa.
En este sentido, su obra no sólo documenta la historia, sino que actúa como un espejo crítico, reflejando tanto los triunfos como las sombras de nuestra sociedad. Admiro profundamente cómo sus relatos son una apelación a lo que somos y a lo que fuimos, pero al mismo tiempo nos recuerda lo frágil de nuestra identidad y el terrible peligro que representa perderla: la condena irrevocable de transformarnos en una versión deshumanizada de nosotros mismos.
Resistencia y voz femenina en la obra de Emelda Ramos
Desde una perspectiva de la literatura escrita por mujeres, Emelda también contribuye de manera significativa. En su novela Burn the River! ¡Quemen el río!, explora valores esenciales como la resiliencia femenina, la memoria histórica y el papel central de las mujeres en la preservación de la identidad cultural. A través de personajes femeninos de gran fortaleza como Evarista, quien narra de primera mano los horrores de la intervención extranjera del 1916, da voz a aquellas mujeres cuyas voces han sido ignoradas en los libros que “oficialmente” recogen los acontecimientos. En el contexto de esta novela las mujeres no solo son testigos silenciosos, sino vigilantes de la memoria del pueblo, lo que otorga una perspectiva profundamente femenina y humana a los hechos históricos.
La reivindicación del lenguaje como vehículo de memoria es una característica clave de la literatura caribeña y una característica común en los autores y autoras en la diáspora dominicana, demostrando que la identidad va con nosotros donde quiera que nos radiquemos y así también nuestras costumbres y formas particulares de decir las cosas. En nuestros campos, por ejemplo, las expresiones comunes varían incluso de una región a otra haciendo más emocionante el viaje por nuestra identidad.
En este título destacan la oralidad y el lenguaje como elementos fundamentales, que incluso se acercan a la obstinación en la búsqueda de una clase de poder que no es transferible. El uso de la lengua materna no es solo una herramienta para comunicarse, sino un símbolo de resistencia frente a la intervención extranjera. El título bilingüe ejemplifica este conflicto de culturas, celebrando al mismo tiempo la resistencia, no solo territorial, sino también cultural. El español dominicano se convierte en un escudo identitario, que preserva las tradiciones y la dignidad del pueblo representando aquello que no puede ser arrebatado.
“Y una vez más se preguntó Fredesvinda si sería ella la única que recordaba todo lo que se había vivido y sufrido en humillación bajo la ocupación extranjera… ¿O quedarían vivas aún en las brasas ardientes los sentimientos de haber luchado por la soberanía de la patria?”
En su obra, las mujeres no solo son figuras de apoyo, sino artistas de la resistencia. Emelda coloca a sus personajes femeninos en el centro de la narrativa, dándoles un rol activo en la preservación de la memoria histórica. Esto representa una perspectiva renovada de la historia dominicana, por lo general protagonizada por figuras masculinas.
Una narradora que no escapa de la poesía
Me llamó la atención que el recurso del lenguaje por parte de Emelda se interna hacia lo más profundo de la tradición regional al incluir una décima en Burn the River! ¡Quemen el río! que reza:
Maldigo el tiempo que pasa
Sin poder tenerte cerca
Es daga de mala suerte
Que mi corazón traspasa
Este sentimiento arrasa
Con las líneas divisorias
Del tiempo y de la memoria
Que nos tienen apartados
Pues desde que me has besado
Para mí tú eres la gloria.
Esta inclusión no solo resalta la versatilidad de la autora al transitar con fluidez entre géneros, sino que apela a una forma poética tradicional que refuerza la conexión con la identidad cultural dominicana, pero muy en específico a la región en la que desarrolla la historia. La décima, como forma popular de expresión en la poesía dominicana, añade otra capa de autenticidad y cultura local al texto, convirtiendo a la obra en un homenaje a la riqueza de nuestra herencia literaria y oral.
La historia, como los ríos, sigue su cauce, pero no son solo fechas y acontecimientos: son voces que a veces gritan a todo pulmón y otras veces son silenciadas. La identidad no se hereda, se defiende, se construye, y si tenemos la responsabilidad de una pluma, se escribe, para que no se la lleve el río. Como escritora me siento contagiada por Emelda Ramos para continuar mi camino escribiendo novela histórica, renovando mi compromiso de honrar su ejemplo y asumir mi responsabilidad con la identidad y la memoria. Sus obras son para mí y para muchos y muchas una verdadera fuente de inspiración, una provocación para elevar la voz.¡Leerla es reconocernos!
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Arlene Sabaris, Santo Domingo, 1979. Poeta, narradora, gestora cultural y Administradora de empresas. Autora de las novelas: Un amor del pasado (2020), trilogía Romance en la colonia (2020), La promesa de Lady Wright (2024) y los cuentos: La tetera elegante (2022) y La Rusalka (2023). Es cofundadora de Proyecto Anticanon y Editorial Anticanon.