“Yo siempre viví con la absurda certeza de que un incognoscible día, algo, un algo, cambiaría del todo, el todo de mi vida”.

Emelda Ramos, Nuevo angelario urbano.

En la actualidad se ha vuelto costumbre que las personas que trabajan en los sectores culturales dependan de los nortes, centros o capitales culturales, más que nada por la garantía de un ecosistema que pueda asegurar un posible éxito en el ejercicio del quehacer creativo. Esto independientemente de que la cultura es inmanente a la condición humana y que existe en cualquier territorio. Fue por eso que, cuando conocí a Emelda Ramos y descubrí que vivía y escribía desde Salcedo, me sorprendí mucho, y me sorprendí aún más al saber que siempre ha vivido allí. Porque ser escritora hoy, aunque una viva en Santo Domingo, capital dominicana, es todo un reto; imagínense serlo en un pueblo del Cibao hace varias décadas atrás.

Este para mí es el primer valor anticanónico de Emelda, ser escritora fuera del centro, porque tuvo que esforzarse el doble, el triple o de manera inconmensurable para trascender como escritora, ¿cómo lo hizo?, cultivando tozudamente las técnicas escriturales, explorando medios y formatos, además de enfrentarse a los espacios literarios dominados por figuras masculinas citadinas, con ingenio y perspicacia. Emelda es una pionera y una inspiración, no solo para las mujeres de Salcedo, sino para las mujeres de esta isla y la región, pues con su constante disciplina ha demostrado que todo sueño se alcanza.

A Emelda se le ha catalogado como “escritora de leyendas, tradiciones folklóricas y cuentos campesinos”, como ella misma comenta en sus notas del Nuevo angelario urbano. Sin embargo, esta clasificación no la limita en su hacer creador; basta consultar su extensa producción que va desde novelas infantiles, cuentos, ensayos, novelas y guías pedagógicas.

Emelda ha hecho de su pueblo su epicentro narrativo; ella ha trascendido desde el pueblo y con el pueblo. Y ha transmutado la percepción de las experiencias vernáculas a través de su magistral pluma: este es el otro valor anticanónico que resalto en su literatura y que se evidencia en sus obras. Podemos constatarlo en los cuentos Los oficios y placeres de Miralvalle y su novela El despojo. Con detallado cuidado describe su entorno, costumbres, mitos y tradiciones, permitiendo de esta forma un acercamiento a la experiencia rural alejada de los prejuicios citadinos e invitando a descubrir las maravillas de un espacio que suele mirarse con distancia.

Emelda es una escritora pulcra y cuidada. Cada vez que la leo agrego nuevas palabras a mi vocabulario, pero al mismo tiempo, cuando se leen sus textos, es común encontrarse con palabras y frases coloquiales que conviven sin ruidos en las construcciones semánticas más refinadas que se puedan imaginar. Con esto ella ha derrumbado en su literatura la barrera de las clases, la frontera de lo culto y lo inculto, de la baja y la alta cultura. Presentar y describir lo coloquial y cotidiano con un lenguaje cuidado y preciosistaes otro de sus valores anticanónicos asociados a la técnica.

Emelda desarrolló su obra en un contexto literario que apuntaba a la búsqueda de la universalidad que se alejaba del nacionalismo imperante al servicio del Régimen Trujillista y, por otro, el costumbrismo que retrataba la vida de los pueblos. En este contexto, fue capaz de crear una obra arraigada en su pueblo con una mirada embellecedora que la separa del tradicional uso del lenguaje costumbrista y a la vez la coloca a la par del lenguaje universal.

En su literatura es muy evidente la consciencia y el dominio de la técnica. Por ejemplo, en el cuento titulado “Miravela” en Los oficios y placeres de Miralvalle, el narrador está en primera persona y en un momento, dentro del mismo cuento, el narrador describe un hecho que no presencia, gracias a una magistral técnica. Esto es verosímil y posible usando solo dos frases clave, y con esta fórmula Emelda rompe con la limitación técnica del narrador en primera persona. Este cambio tan sutil para quien lee demuestra el ingenio y dominio de la escritura.  Por lo que añado a los valores anteriores en su obra, la maestría en las técnicas escriturales narrativas y la innovación narrativa.

Por último, dicen que el Caribe está repleto de magia, y la obra de Emelda no es ajena a esta característica de la literatura caribeña. En su obra la magia es un motivo central.

Los oficios y placeres de Miralvalle y Nuevo angelario urbano presentan características del Realismo Mágico, cuando en un mundo verosímil ocurren con naturalidad, y sin romper con el nivel de realidad conocido, hechos fantásticos. En el caso de El despojo, lo Real Maravilloso se hace eco de las tradiciones y costumbres locales presentadas como valor cultural. Para concluir,la magia en la obra de Emelda es en sí misma un valor anticanónico, porque comulga con la propuesta decolonial de mirar hacia dentro, hacia lo que tenemos, para apreciar y promoverlo. 

Los valores acá expuestos han dejado al descubierto cómo el territorio ha dado vida y cuerpo a la literatura de Emelda Ramos, quien continúa trabajando y enalteciendo a su pueblo. A inicios de año el Club de Estudios de Género y Ciudadanía de Proyecto Anticanon, compuesto por un grupo de adolescentes, fue a visitarla a la biblioteca de la Casa Museo Hermanas Mirabal, en donde labora como encargada, y durante todo el paseo nos mostró las casas, callejones, puentes y personas que han inspirado su obra.

Conocer la literatura de Emelda me hizo reflexionar sobre la importancia de mirar más allá de los centros. Ella puso en valor todo un territorio a través de las palabras, construyó identidad y sentido de pertenencia desde el amor y la belleza. Esta es una deuda pendiente de nuestra sociedad, amar, valorar y cuidar el territorio que se habita, desde una perspectiva crítica, sin violencia ni genuflexiones.

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Michelle Ricardo, Santo Domingo, 1986. Artista visual, poeta y activista social/educadora. Ha publicado los poemarios Tierra de Isla (Editorial Playa Sucia, 2024), La Ciudad de los Reflejos (Editorial Anticanon, 2023), AyitiQuisqueya (Editorial Anticanon, 2019). También participó en la Antología Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamerica, 2018), El ocre, el rojo y el verde. Antología de poetas afrodescendientes guatemaltecos y dominicanos (Sophos editorial, 2024). Es cofundadora de Proyecto Anticanon y Editorial Anticanon.