¿Qué es la palabra? ¿Un contenedor, una camisa de fuerza o un pozo? ¿De qué está hecha? ¿Con qué materiales construye un escritor o una escritora? ¿Es la palabra un simple reflejo de la realidad que nombra, o tiene un alma que puede sugerir significados más profundos?
Algunas corrientes filosóficas han concebido al lenguaje como un juego de códigos con los que desciframos pensamientos, reglas y conceptos puestos al servicio de una idea, fuera del significado único que el diccionario da a las palabras. Ese juego se pone al servicio de algo mayor cuando nos acercamos a una obra literaria y tenemos la certeza de que cada palabra elegida y pronunciada es un acto de creación o destrucción, casi material, incluso la ausencia de ellas; donde la materialidad del significado de cada vocablo permite a los escritores trascender la construcción gramatical y expandir su “uso”.
Su uso del español dominicano no es solo un rasgo estilístico, sino un acto de reivindicación. La palabra actúa como foco con la incorporación de modismos y expresiones propios del habla dominicana, dota a sus relatos de autenticidad y anclaje cultural. En cuentos como Los oficios y placeres de Miralvalle, la palabra se materializa en la narración de las tradiciones y labores del campo, donde cada palabra refleja un compendio de saberes.
La palabra como objeto de resistencia y memoria. En su literatura, la palabra no solo nombra y describe, sino que se convierte en un objeto de lucha. En Burn the River! ¡Quemen el río!, el lenguaje mismo se convierte en un territorio en disputa, en una suerte de campo de batalla. Situada en el contexto de la intervención militar estadounidense de 1916, la novela se narra utilizando el lenguaje como herramienta de resistencia ante la imposición de una cultura y un vocabulario foráneo.
… déjeme ver lo que dice el papel gringo ese: Botton del termómetro. ¡Qué ejeso! —Eso será porque el viento de ese norte frío pareciera que lo trajeron ellos de su ciudad de Boston, para fuñirnos. —No, más bien parece que ellos quieren decir que nos va a llegar el frío hasta “El Botón”….. ya por mí que venga “El Botón”. (Burn the River! ¡Quemen el río!)
La palabra actúa como inductora; este uso del lenguaje como resistencia se percibe también en Historiografía y literatura de Salcedo 1865-1965, donde la autora rescata textos de escritores y escritoras locales erigiendo la palabra en un medio de preservación de la historia, de creación de un espacio donde estas voces encuentran un lugar desde el cual hablarle al presente. En Delia Quesada, pionera de la dramaturgia infantil, rescata la figura de una escritora que había sido relegada a los márgenes de la historia literaria dominicana. En Aída Cartagena, Hilma Contreras, Juan Bosch: al aguafuerte nos trae tres crónicas para invitarnos a través de esas estampas a acercarnos a la obra de estos escritores, con un ritmo fresco y auténtico, humano, como el que la caracteriza.
Su obra también nos recuerda que la memoria es una construcción en constante evolución. En El despojo, Ramos reinterpreta el pasado rural dominicano, alejándose de los estereotipos románticos y nos presenta una mirada más profunda y compleja de la vida en el campo.
Asimismo, en su obra El pavor llegó en un convertible, nos vuelve a llevar al pasado adentrándonos en la sociedad dominicana de finales de los años 50, jugando con la voz y la historia para mostrarnos la cultura social, política y sincrética de la época.
“El mundo real se construye inconscientemente sobre los hábitos del lenguaje de un grupo” (Sapir, E. “The Status of Linguistics as a Science”, Language, 1929). Es desde ahí desde donde la escritura de Emelda Ramos, en su obra, inscribe la magia en lo cotidiano, desdibujando las barreras entre lo real y lo fantástico. Su literatura dialoga con las tradiciones, con el lenguaje propio, con lo real maravilloso caribeño resignificando los conceptos con los que juega y su arraigo en la identidad cultural dominicana.
En cuentos como Los oficios y placeres de Miralvalle, la frontera entre lo real y lo imaginario se desdibuja, permitiendo que los mitos y las creencias populares se manifiesten con naturalidad dentro del relato; o en El último Aon, edificando sobre lo maravilloso, recreando la mitología taína.
La palabra actúa como potenciador. La obra de Emelda Ramos nos muestra que la palabra es un objeto con vida propia y que el/la escritor/a comprometido/a con el dominio del lenguaje se permite construir una literatura que desafía las estructuras canónicas y amplía los límites de lo narrativo, integrando la oralidad, la intertextualidad y la riqueza del español dominicano.
Emelda desafía los modelos tradicionales de la literatura, rescata historias olvidadas y reivindica la posibilidad de expresión como un espacio de lucha y creación, y para eso esculpe y moldea las palabras. Asimismo, Ramos rompe con las estructuras lingüísticas establecidas, permitiendo que lo culto y lo popular se entrelacen en su prosa. Su literatura integra expresiones coloquiales con estructuras narrativas sofisticadas, demostrando que la riqueza del lenguaje reside en su diversidad y en su capacidad de adaptación.
La obra de Emelda se distingue por un dominio del lenguaje que trasciende la función comunicativa y convierte la palabra en un objeto que se acerca a la materialidad, para con ella moldear el universo narrativo en el que la inserta. La palabra es un objeto.La autora esculpe la palabra con precisión, la carga de historia y le presta un cuerpo que desafía el tiempo. Esta materialidad se observa en la riqueza del español dominicano que emplea, en el uso de la oralidad como parte de su voz narrativa y en su intertextualidad que amplía y ancla el alcance de sus textos.
Emelda Ramos demuestra que la literatura no solo se escribe, se esculpe.
—-
Ángela Suazo (Santo Domingo, R.D., 1975) Escritora. Ha publicado los poemarios DO mayor (2020), Dátiles de Tierra y Sal (2022), Colmena de llanto (2024) con Huerga y Fierro, de España y Urdimbre de espasmos (2024) con Lunainsomne Editores; además, la novela poética Se hizo polvo y sopló el viento (2024) con Isla Negra Editores de Puerto Rico. Egresada del Diplomado de Escritura Creativa Caribeña de Proyecto Anticanon y el Instituto Superior Pedro Francisco Bonó.