República Dominicana-Estados Unidos
Fulgor de los arroyos
1
No importa si el prado absorbe todos los arroyos,
si la luz se detiene antes de alcanzar la superficie de la nuez o si la palabra es de los ángeles el desliz.
Breve es la mirada de quien sostiene el espanto,
gesto que al rostro estremece.
Hay que volver al mar para rescatar raíces
del vértice de una nube, piedras del tope de los árboles o destellos
de la profundidad de los estanques.
Para el amor hay que levantar los molinos
se quiebran con la corriente,andar sobre la cúspide del tiempoo por el anverso y el reverso de las hojas.
Con un mudo equilibrio entre las manos,
se asciende a una colina o se tropieza.
Hálito del poniente
Ir por las calles con la luz a tus espaldas,
no entre las manos, y el silencio, que aún te pertenece,
anegado de estallidos y relámpagos.
¿De qué sirve el sueño si no es ala o alientode los que aquilatan miradas bajo el solo de quienes aspiran el hálito del poniente
desde océanos en donde se medita con guitarra?
Al amor ya no le restan andamios para alcanzar las uvas, ni humor para dilatar los bucles del mar
o las sortijas del presente.
Solo hay bruma en los ojos del leopardo
y una mueca en los labios del oprobio.
Voz de la penumbra
Los días que convocan la penumbra
asoman para nombrar la razón tomada por caminos desolados
o las ruinas que habitanesta ciudad de ansias y sigilos.
En su centro la música es sorda,
vibra como todo lo bravío,
como todo lo soñado. Y tú,
con voz de inicio o de silencio,
abrazas, sinuoso, el último atardecer,
la mañana tardía o la magnolia reciente
en la ventana.
Ya es hora de estrechar la absurda redondez del desamparo,
de lo inicuo, de lo frágil. Hora de agotar el puente ansiado de tus labios,
como la flor que se ahogaen tus placeres.
Del libro Órbita de la Inquietud (edición 2010)
IMPOSIBILIDAD DE LOS DÍAS
Todo lo que me circunda está lejos
como el eco de tantas voces
que se apagan.
Rueda el tiempo por la calle
y se lastiman sus rodillas en la acera.
Rebelándose,
con los pies en alto me requiere.
Me interpela,
escupiendo sobre la orfandad
de mi rostro,
sobre la desolación de mi frente:
¿Adónde vas cuando la tarde ya
bebe su anaranjado líquido de cristal entre las sombras y se desvanece?
¿A quién esperas en este rincón
de la noche
queriendo atrapar por siempre el olor del recuerdo?
¿Quién te dijo que el día se hizo para guiar andanzas
de seres absortos por el desvelo?
Entonces vuelvo, interrumpida,
a dibujar la postración de las hojas,
a amordazar el ímpetu de los pájaros
y a auscultar en la prisa la perennidad con que transcurre la espera.
Te presiento siempre en la inquietud,
en la imposibilidad de los días,
en la decrepitud del instante.
Te vas dejándome extraviada.
Regresas y me encuentro a la deriva,
descalza sobre los mismos pasos.
INCERTIDUMBRE
No soy tormenta ni quietud.
Soy la ola que se resquebraja con el golpe.
De la palabra, soy los ojos
en los ciegos amaneceres del llanto.
Por la noche me deshago en la pupila del ensueño
y despierto en la voz que aun adormece.
Y esa pausa?
Esta pausa no es un respiro,
es una prisa.
En el dorso de su mano yo me esfumo
y en su palma reaparezco.
Del libro Ser del Silencio
NIEBLA DE LUZ
Somos cómplices extraños
de un recuerdo inescrutable
la nostalgia nos envuelve
con su hálito de espera
Ay! esta noche eterna
este pálido rito de miedo que nos mira
soledad que asedia
brecha por donde asoma el olvido
Fósil o cuerpo sin aliento somos
huella de una mirada que se apaga
sueño en vela
precipicio incólume de tardes sin ventura
Ya no hay fábulas para decir a los niños
ni rumores ni cuentos ni regalos
el día nos deja sin tiempo y sin historia
Vacío en que me encuentro eres
lugar de sombras
verso olvidado en la bruma del sueño
y el silencio
vértigo travieso que entristece
Sólo el poema nos queda
desvarío y ansia de lo que somos nos une
Niebla de luz
ser exaltado en el delirio o la razón
magia velada y trastocada que no cesa
Mi voz se pierde en ese hechizo inexplicable
para encontrarte con otra sombra
otra imagen y otro acento.
DESHABITÁNDOME
Me acecha la muerte en tu mirada
ahora en el instante del absurdo
ahora que mi boca dibuja tu silueta
y te desnuda
es bruma mi ser
Trémula en tu vértice hueco
soy imagen despoblada
piel habitada por un cuerpo
que se escurre
verdad que se escinde en la ausencia
y en la levedad de un rostro que tiembla
Vuelo y no alcanzo el espacio de tu risa
ni la plenitud que mi cuerpo atrapa
quédate en lo vivido a explorar mis días
si la suerte olvida nuestro eco
átate a mi espalda y bordéame despacio
aspírame
como quien absorbe el recuerdo
en una huella
Nadie nos aguarda ahí afuera
nadie
ni los sueños ni el poema
quizá sombras
sólo sombras
y la desvelada prisa de la espera.
Herminio Alberti León, fotógrafo artístico merecedor de reconocimientos nacionales e internacionales.