Sed del agua
¡Ah!
En éxtasis de espanto,
el agua sepulta la sed.
Sedienta lluvia,
sueña sed, y así,
palpita oculta en el olvido.
Huele a gota.
En penumbra,
la tarde airea la sombra,
salta de prisa, fría,
revelada hasta los ríos:
resuena en el sueño del mar.
Distante, en tornasol,
-¡cima del pájaro!,
en la clara distancia del aire.
Mas,
hasta el sol, sedienta
va el agua a cantar,
en volandas…
Hasta su historia.
Mar desierto
I
Rugir de la hora.
Mar,
huracanado mar
de espumas sedientas.
Desde la sombra,
el día extiende sus manos
y llueve en su mar.
Mar de fosas mortales
en un ámbito de olas.
Desierto mar. Anfibio
ser de boca sonora
en su desnuda transparenta.
Cantar profundo y lejano
cuando todo se acerca
a ras de olas.
II
Ya viene,
ya va,
la mar, bestia de la muerte.
Del horizonte hacia su tumba,
línea recta que circula,
y circunda el punto de la muerte.
Otea y flota,
el frío espumar de la sed,
que se solaza eterno
sobre la luz.
Ondulaciones y curvas,
que se repliegan en vaivenes de sombras.
Formas refulgentes en hondos desiertos,
ciñen y desean, el rumbo
de la noche.
Estancia del día,
se ahonda cristalina,
plena en la blancura del aire.
III
Silentes, a ciegas,
díscolos cuerpos de mar
revolotean, laten
entre las venas.
Entonces, del impaciente vivir,
entrecortados entre las piedras,
los cuerpos se apagan.
Plenos, flotan bajo
yodos y cálices:
respiran sobre las tumbas.
Sueño escrito
I
Vuelve a ti el mundo,
la luz del cuerpo,
desnuda,
nace de tu forma.
Dicha de cielo terrestre,
que se agolpa en el
paisaje de tu piel.
Soledad de tu carne
que pide lejanía
para perderse plena.
Tersa, clara, primaveral:
tuyo el resplandor.
Dorado en equilibrio,
tu ser exacto. ¡ Oh! Tu ser:
llega a ser el universo.
De luz tu voz,
sonríe la mirada,
como boca de nieve.
Ardor de piel, mar
en círculo, vuelve
a su realidad.
II
¿Qué va dejando tu centro?
¡Vértice!
Proporción dadora de sí.
¡De pronto! Parcial, el horizonte
se ahoga en sus líneas.
Borde divino,
el amor estalla
en sus límites.
Dos, en paz, dos,
yacidos en dos sueños,
cruzan sus sombras.
Gira, horizontal gira
la curva de la sangre,
murmulla en acorde de silencio.
Fundidos en el aire,
los cuerpos, se ciernen hondos,
cifrados se encienden.
Futuro del instante.
Destino. ¡Energía enamorada!
Latir hondo igual que la fe.
Río tú. Primavera del mediodía.
Tú, día singular, sin palabra,
aún constelada en la aurora.
Cifra lunar
La luna,
en su abrir, se aquieta,
llena de gracia,
flamea en el aire.
En la cima del viento,
lenta, pía dulce,
se dispone ligera hasta el cenit.
Luna sin estación,
sin cifra que la aquiete,
canta en coros de aves,
vasta en su periplo.
Se enciela,
la luna ya respira,
flota profunda
en su bóveda sonora.
Eterna,
¡aún cierta! Vive
en rumor suspendido.
¡Eclipsada!
Horizontal,
va de piedra la luna
como lámpara ganando la noche.
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Basilio Belliard, poeta, narrador y crítico dominicano. Académico con título de Doctorado.