Autorretrato

Malogrados los ojos

Oblicua la niña temerosa,

deshechos los bucles.

Los dientes, trizados.

Cuerdas tensas subiéndome del cuello.

Bruñidas las mejillas,

sin facciones.

Destrozada.

Sólo me quedan los fragmentos.

Se han gastado los trajes de entonces.

Tengo otras uñas,

otra piel,

¿Por qué siempre el recuerdo?

Hubo un tiempo de paisajes cuadriculados,

de gentes con ojos mal puestos,

mal puestas las narices.

Lenguas saliendo como espinas

de acongojadas bocas.

Tampoco me encontré.

Seguí buscando

en las conversaciones con los míos,

en los salones de conferencia,

en las bibliotecas.

Todos como yo

rodeando el hueco.

Necesito un espejo.

No hay nada que me cubra la oquedad.

Solamente fragmentos y el marco.

Aristados fragmentos que me hieren

reflejando un ojo,

un labio,

una oreja,

Como si no tuviese rostro,

como si algo sintético,

movedizo,

oscilara en las cuatro dimensiones

escurriéndose a veces en las otras

aún desconocidas.

He cambiado de formas

y de danza.

Voy a morirme un día

y no sé de mi rostro

y no puedo volverme.

Saudade

Quisiera creer

que te veré otra vez

que nuestro amor

florecerá de nuevo

quizá seas un átomo de luz

quizá apenas existan tus cenizas

quizá vuelvas

y yo seré cenizas

un átomo de luz

o estaré lejana.

No volverá a repetirse

nuestro amor.

Quiero entrar a la muerte

Quiero entrar a la muerte

con los ojos abiertos

abiertos los oídos

sin máscaras

sin miedo

sabiendo y no sabiendo

enfrentarme serena

a otras voces

a otros aires

a otros cauces

olvidar mis recuerdos

desprenderme

nacer de nuevo

intacta.

Lamentación de Ariadna

No te pierdas, Teseo

vuelve a mí.

La playa está desierta

tengo los pies sangrientos

de correr en tu busca

¿será que me engañaste

dejándome dormida en esta isla?

Perdóname, Teseo

¿Recuerdas nuestro encuentro?

amor eterno me juraste

y yo te di el ovillo

y volviste a la luz

después de haber destruido

al minotauro.

¿Te secuestró algún dios

sintiéndose celoso?

No me inspiran temor

ni Poseidón

ni Zeus

es de fuego mi ira

y se alzará

desde estas aguas

hasta el cielo.

Vuelve,

vuelve, Teseo

no te pierdas

en los laberintos

de la muerte

anda suelto

el ovillo de mi amor

atrápalo, Teseo

vuelve a mí

soy tu tierra

tu luna

tu destino.

Clava en mí tus raíces.

Barajando recuerdos

Barajando recuerdos

me encontré con el tuyo.

No dolía.

Lo saqué de su estuche,

sacudí sus raíces

en el viento,

lo puse a contraluz:

Era un cristal pulido

reflejando peces de colores,

una flor sin espinas

que no ardía.

Lo arrojé contra el muro

y sonó la sirena de mi alarma.

¿Quién apagó su lumbre?

¿Quién le quitó su filo

a mi recuerdo-lanza

que yo amaba?

Es hora ya de que te rindas

Es hora ya

de que te rindas

mi fatigoso

y fatigado cuerpo

dame el derecho de escapar.

En un tiempo te amé

eras fresco

gracioso

eras travieso.

Siento pena por ti

al caminar te encorvas

con cada movimiento hay un crujido

estás rígido

enjuto

y con barriga

pero pese a tus males

y a tus sordos gemidos

sigues queriendo ser.

Ese amor por la vida

que te abrasa

no te deja

dejarme.

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Claribel Alegría (Estelí, 12 de mayo de 1924-Managua, 25 de enero de 2018). Premio de Poesía Casa de las Américas (Cuba, 1978); Orden de las Artes y las Letras, gobierno de Francia (2004); XXVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2017).