En el hipódromo (Kentucky)

Dame la palabra para llegar

a la belleza de tu crin crispada

al universo que sale de tu piel en vuelo

para arriesgar un minuto de felicidad

en la certeza decisiva de tu paso.

Libera de bridas tus afanes

Y tu corazón brillará como sol íntimo en tu carne

porque no hay tiempo ni espacio

para los que no saben jugarse

la vida en un instante.

No hay otra opción en este hipódromo

aunque el sudor sofoque tu piel

y tengas que masticar ese duro acero que molesta.

Con la certeza de la aventura nueva

asomarás la cabeza entre tus contendores

como la luz del cometa que viaja entre la noche.

Sigue trotando, amo de horizontes

y no vuelvas la mirada atrás

apura tu paso hacia la meta

como se apura el río para llegar a su mar.

Con el poder de Lisístrata

Invocando el poder de Lisístrata

hago escarnio de los asalariados de la guerra

para defender a mi Atenas de Esparta.

Convoco a la mujer de delantal

la de tacones

la doméstica y la reina

la obrera y la madre

la joven y la anciana

a todas llamo

a desertar de las camas de sus amados

hasta que todos regresen de la guerra

y se nieguen a ofrecer sus vidas

para que unos pocos sobrevivan

con más riqueza de la que pueden usar

si vivieran diez mil vidas.

Con el mismo poder de Lisístrata,

se los juro,

terminaremos con las guerras

y los poderosos de turno

caerán de su caballo con todo y sus morrales.

No más madres con niños heridos en sus brazos

ni piernas amputadas con espadas

ni hombres muertos en ajenas batallas.

Mandaré a las cabezas de faunos

a morder la soledad

al ayuno sexual

y no más carneros desollados

ni familias a la espera

desplazadas por la guerra.

Por el poder que tuvo Lisístrata

todos los ejércitos

se detendrán en seco

vencidos por el aire

que enfurecido llama

a la verdadera paloma de la paz.

La princesa Margarita

(En la isla de Margarita en Hungría)

Margarita, ¡cuánto sufrimiento empozado en tu alma!

Lo pude ver en la ausencia de tus ojos

y en la permanente humedad de tu mirada.

Yo sé cuán macerada estuvo tu existencia

oí las oraciones que destiló tu ira

y cómo retorciste tu tristeza

Encerrada en esta bella isla del Danubio

escuchaste estos mismos pájaros tan libres

con sus cantos que nunca se sosiegan

y estos árboles poblados de silencio

atisbaron cada uno de tus días.

Y tú, en verdad, nunca entendiste

que tu padre dispusiera de tu vida

para dar gracias a los dioses

por favores que a ti no te concernían.

Yo tampoco entiendo, Margarita,

por qué ha sido tan fácil a los hombres

torcer el destino de las mujeres.

Aun puedo sentir la urgencia de tu piel adolescente

la necesidad inviolable de tu instinto…

Y nadie vino en tu auxilio

y los rezos, los cantos y los pájaros

no fueron suficientes, Margarita…

Sí. Lo sé yo que me visto de tu cuerpo…

Por eso te entregaste al compresor de lluvias y nostalgias

y te inmolaste apresurándote a morir…

Hoy, Margarita, he venido a visitarte

confinada en esta isla, tu desierto,

donde sólo el Danubio te devolvió

una fugaz imagen de la vida.

Hoy, después de tanto tiempo

fui al templo del siglo XIII con tu nombre

y otra vez me revelaste tu dolor.

Por eso te compadezco

y escribo para borrar del presente y el futuro

la posible clonación de tu trágico destino.

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Consuelo Hernández: poeta colombina-estadounidense, crítica literaria y Profesora Emérita de American University en la ciudad de Washington. Su más reciente poemario bilingüe, Wake of Chance / Estela del azar (2021), recibió Mención Honorífica en International Latino Book Awards en la categoría de Mejor Libro de Poesía 2022.