El lugar de la novela genética asociada con el volumen del hipocampo de Paul Guillén
Esa es la grieta que sientes en lo líquido
Como tu cerebro se vaivenea con el equilibrio
Hipocampo que suenas en mis pupilas
Expectante en la fiebre y en la posición del elefante herido
Disonante en la córnea del conejo
Como un alcohol que surge desde atrás del cráneo
Como un hojaldre que se mueve con el viento
Como estas lágrimas que no brotan
Cuando todos los días las veo desde mis pupilas
Como un lagarto que semeja el sol clavándose dentro de mí
Como este sol de todo el año que me da miedo
Como este miedo que me acribilla y me duele en las sienes
Y en esa parte del cráneo donde todos los puntos se unen
Donde la boca no grita donde la lengua eclosiona se hace grande
Hace daño no decir una vocal no decir siquiera nada
Donde las llagas crecen más y los ojos quieren caerse
Donde las orejas sienten el mar sin poder librarse de él
Donde ya nadie más habita
Acaso es el mundo del mono o la culebra
Y solo el sabor de una bala en la punta de la lengua
Y solo un sabor acrisolado con veinte rocotos en el vientre
Haces un ruido y el sonido solo te devuelve un eco distorsionado
Que te destroza los riñones se escarapela en tus tobillos
Se aferra en tus estrías te quema los pelos te enhebra el entrecejo
Te ceja el bajo vientre te mutila las pestañas los ojos
Con las mismas manos / con el mismo dolor
Ahorcado tu cerebro las ondas siguen sonando en esa pátina
La columna partida los discos muy díscolos & recalcitrantes
Las rodillas agrietadas las fisuras reforzadas
El colágeno ausente los meniscos carraspeando
Las máquinas producen miles de fardos
Ves tus pelos blancos por doquier
De tus propias manos huyen los pelos flacos
Tus arterias hechas cristales
Tu cráneo que no contiene más el cerebro
Los ojos salidos las narices crecidas
Las orejas elefantiásicas los labios interminables
Como un tobogán de nieve y sangre
Como un animal que no cabe en dos
Un animal en tus ojos agazapados
Que no puede acabar contigo
Sinceramente
Una labor de savia pura
De árbol en estado de ojo puro
De lengua bífida de sonido claviforme que se retuerce
De espasmo cervical de cola verde o morada
Un animal nos posee nos envuelve para jamás salir
En tanto me vuelvo líquido aire mar
Escúchame no soy momia
Escúchame desde tus ríos o venas
Desde las hojas que caen frente a ti
Soy una palma que no gobierna que escancia
Sus mares sus plantas sus peciolos
El verdor / la azucena y la y griega
Escúchame pues solo puedes escucharme
Con los ojos del corazón que ya no tengo…
Estudio sobre la araña
(Homenaje a Vallejo)
La araña desciende como un ladrón
a medianoche
como si fuera un relámpago
en el estanque
Hoy la he visto tan de cerca con su todo y
con su nada
Su sangre fluía desde lo incoloro,
desde su abdomen o sus patas agujereadas,
pues mis dedos huelen a muerte de arañas
en el pavimento
Una araña puede ser universal o parcial y
se desliza en silencio como en un tobogán de nieve
Las botas se equidistan al caminar
se hacen lentas, no coordinan la asíntota
las botas estropeadas sobre una pista de hielo y
ves como todos los alrededores son solo campos
blancos atravesados por ligeras pisadas
arcángeles que se derriten tras los postes de luz y
todo mi cuerpo se alerta con el hormigueo
en el pisiforme, el astrágalo, el hioides y
siento que una araña vive en mis pulmones
con sus pequeñas arañitas y
ya estoy muy harto de soportar el mundo
tal si fuera un alien que no comprende la lengua
ni a la hormiga ni a la araña.
La caza en el bosque de Uccello
Uccello sabía que los poetas son cazadores
en su famosa pintura se pueden ver unos
perros rojos blancos negros de presa.
“La cuestión no es aglutinar imágenes,
sino trazar el movimiento en un segundo”.
Los caballos, el rojo de sus pieles como
una granada. Seca tus ojos ciegos.
No es tanto Uccello o los perros
o los ciervos o los pinos
intenta asir tu rostro que se cae
como el viento de ayer o mañana.
No digas que el bosque no te pertenece
entra en sus ramas enverdecidas que hierven
hacia el negro. No hay lienzos ni óleos
ni espasmos. Si Otro sale de mí
y grita en la página: Uccello no eres
un cazador que toca la lira en lo negro.
Una piedra. Rota la cabeza.
Los ciervos corren hacia el bosque
negro silabeo desde la luz verde
enfebrecidos músculos viran al negro.
Se han detenido tres cazadores en sus brezos
bezos que son instante de fuga
rezuma fiebre el imán del bosque.
Unos cabalgan, otros reparan en sus belfos
bufidos de albúmina desgarran el paisaje.
Se han detenido las miradas en los setos
bifurcados los pastos altos del que caza
triángulos o rombos petrificados en la fijeza
como cáscaras de mandarina en la basura.
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Paul Guillén (Ica-Perú, 1976). Es poeta, ensayista y editor. Doctorado en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Pittsburgh. Dirige el blog y editorial Sol negro (www.sol-negro.blogspot.com). Actualmente, se desempeña como catedrático en la Universidad Científica del Sur.