Revelaciones culturales
Introducción
El pasado 3 de mayo publicamos en el Listín Diario un artículo titulado: “De Gutenberg a la libertad de prensa”, hablando del origen de la imprenta, periódicos y revistas:
“Johannes Gutenberg (1400-1468) dijo: “La imprenta es un ejército de veintiséis soldados de plomo con el que se puede conquistar al mundo”. Anunciaba lo que esa invención (más bien una mejoría de la impresión de tipos de madera por el plomo) iba a producir al cabo de los siglos, al mismo tiempo que un gran negocio una serie de problemas.
Su primer libro impreso fue “El misal de Constanza” en 1449 y en 1452 comenzó el magno proyecto de la “Biblia” que estaba lista para impresión en 1455, cuando perdió sus derechos por una decisión judicial para cubrir deudas.
De ahí en adelante son incontables los libros y folletos. Sin embargo, los periódicos no aparecieron de inmediato, sino que los Almanaques, las Gacetas, o Gacetillas se encargaban de ofrecer noticias y artículos de fondo e ilustraciones”.
Realmente, el primer periódico apareció en 1457. Se trata de Nornberge Zeitung.
La primera revista fue editada en Alemania: “Erbauliche Monaths-Unterredungen (Discusiones Mensuales Edificantes)” en 1663-1668.
La decadencia cultural dominicana
Dicho esto como referencia general, entramos en materia.
Quien hojee la historia periodística de este país en el siglo XIX verá con asombro, que en casi todos los periódicos lo literario era parte de su proyecto editorial, y no se sorprendería de las revistas importantes que surgieron, dirigidas o redactadas por escritores al final de esa centuria y en plena dictadura de Ulises Heureaux (1845-1899). Por eso, cuando llega el XX esto era una tradición, y las revistas, tanto en la capital como en provincias vendrían a completar el respeto y la veneración por la palabra poética que tenía el criollo hasta los umbrales del presente siglo, cuando, increíblemente, lo económico ha primado sobre lo culto.
El irrespeto por las letras es tan grande, que han desaparecido los suplementos culturales, salvo en dos periódicos, y están muy lejos de los espacios que se destinaban, salvo en uno de ellos.
Da vergüenza que el Decano de los periódicos (para no decir su nombre por respeto histórico), después de su respeto por la literatura, hasta llegar al extremo de comentar en primera plana La Mañosa (1936) de Juan Bosch (1909-2001), y mantener con gallardía ese espacio luminoso toda su vida, haya sido el que mayor declive ha tenido, a pesar de que un literato lo dirige.
En los años cincuenta otro periódico con nombre de mar publicaba un poema o una caricatura en una página central. Le pregunté a Freddy Gatón Arce (1920-1994), que en ese tiempo trabajaba en ese diario cuál era la función, y me dijo: “Ilumina la página”. Sí, entonces la poesía era lumbre para el alma.
¿Qué es lo que ha sucedido en este país? Mientras se publican libros a granel que poco se comentan y menos se leen; con sacrificio se mantienen en papel algunas revistas culturales, no tantas como antes, salvo en el ciberespacio cuando han proliferado como nunca y en tanto los periódicos se hayan alejado de lo mejor que se escribe, al extremo de que se haya dicho “que la poesía no vende” y por lo tanto, casi ha desaparecido de revistas y suplementos, cuando antes era la reina indiscutible.
Los periódicos dominicanos y la literatura
Señalaremos muy resumidamente el contenido de algunos periódicos de mediados y final del siglo XIX, para justificar lo que señalamos arriba:
1821, en El Duende, el decano absoluto, dirigido por José Núñez de Cáceres (1772-1846), aparecen sus fábulas. Primera incursión de la literatura en el periodismo nacional.
1854, El Orden, político, literario y mercantil del 11 de enero 1854, dirigido por Alejandro Angulo Guridi (1823-1906).
1856, La República, político, literario y económico, dirigido por Alejando Angulo Guridi.
1865, La Regeneración, político, literario e industrial, dirigido por Emiliano Tejera (1841-1923) y José Francisco Pichardo (1837-1873), semanario.
1874, El Centinela, literario, económico y social, dirigido por Apolinar Tejera (1855-1922), semanario.
1894, 25 de Noviembre, político, literario y económico, semanario, dirigido por Eliseo Grullón (1852-1915) y Francisco Xavier Amiama Gómez (1867-1943), semanario.
1874-75, La Opinión, órgano de la Sociedad “La Juventud”, 28-5-74, dirigido por Federico Henríquez y Carvajal (1848-1952).
1874-75, El Nacional, Sociedad Literaria Republicana, No. 1 el 10 de enero 74, dirigida por José Francisco Pellerano (1844-1889). Debut de un Pellerano en la prensa.
1878, El Pueblo, político, literario y de interés general, dirigido por José Joaquín Pérez (1845-1900) y Federico Henríquez y Carvajal.
1879, La Crónica, Religioso, Artes y Letras, dirigida por el padre Francisco Xavier Billini (1837-1890).
1879, La Actualidad, literario y de interés general, dirigido por José Gabriel García (1834-1910).
1882, El Telegrama, primer diario nacional, dirigido por César Nicolás Penson (1855-1910), que al ser un literato importante, la literatura debió prevalecer.
Hasta aquí, porque desde antes aparece la primera revista importante del país, con los mismos propósitos de muchos de los periódicos, pero esta vez dirigido por uno de los más importantes poetas del país.
Revistas importantes de letras y cultura en general
1882-1886, Revista Científica, Literaria y de Conocimientos Útiles. Dirigida por José Joaquín Pérez. Como un hecho literario histórico, hace una de las primeras críticas en América al joven Rubén Darío (1867-1916).
Respecto a este hecho, de nuestro libro Modernismo y criollismo en Santo Domingo en el Siglo XIX (la turba letrada y los mitos literarios), INTEC, 2018, copiamos lo que dijo JJP:
“No conocíamos el nombre de este nuevo poeta nicaragüense, pero si antes de ahora lo hubiésemos conocido, de seguro que lo habríamos proclamado uno de los primeros de nuestra hermosa tierra americana. El folleto de diez y seis páginas que contiene esta producción es digna de leerse. Escrito en redondillas con una sencillez maravillosa, el poeta da al arte cuanto el arte merece, por ser:
Sello que imprime el Señor
en el que juzga mejor
ministro de lo sublime.
Escaso sería todo el elogio que prodigásemos a obra tan acabada como ésta; y para que nuestros lectores por sí mismos la juzguen, empezaremos a reproducirla en el próximo número de la Revista seguros de que nos lo han de agradecer.
Es una hermosísima y rica producción, una joya de delicadísima filigrana».
Es oportuno señalar que los versos a los que pudo tener acceso nuestro poeta, según Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985), experto en su compatriota, anotador de las obras de Rubén en Poesías Rubén Darío (No. 9 de la Biblioteca Ayacucho, página LIV de la introducción):
«Todavía Rubén no había publicado ningún libro que aparezca en su canon oficial, sino que: Darío siempre aceptó, tácita y explícitamente, dentro de su “Obra” poética, el libro juvenil conocido como Epístolas y poemas o Primeras notas; por el contrario, sistemáticamente olvidó otros manuscritos e impresos anteriores a 1886, con excepción de “El Arte”, incluido al final de ese libro, con múltiples correcciones a la versión impresa de 1884. Más todavía: durante su última permanencia en Guatemala, entre abril y noviembre de 1915, Darío tuvo en sus manos el original de sus precoces Poesías de adolescente (1879-1882); él, emocionado, lo reconoció como suyo, antecedentes de sus Primeras notas, pero no dijo palabra sobre una posible o futura publicación. Antes bien, cuando se lo ofrecieron en obsequio, de inmediato quiso destinarlo a su amigo Archer M. Huntington (1870-1955), fundador de The Hispanic Society of America, de Nueva York; en tal coyuntura, el donante se echó atrás y Darío no hizo ningún movimiento por recuperar ese original primogénito, tan milagrosamente surgido (Poesías y artículos en prosa. León, Nicaragua, edición facsimilar de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, 1967, vol. II, pp. 10, 11 y 15). Es natural que, de acuerdo con esta actitud, se consideren las Epístolas y poemas como el arranque lógico de su producción lírica».
Frente a esta declaración histórica y leyendo el poema El Arte de Rubén Darío, (Poesías Completas, Aguilar, Madrid, 1961, 9na. edición) en la página 498, vemos que rezaba así:
Y el arte, sello es que imprime
desde entonces el Señor,
en el que juzga mejor
ministro de lo sublime.
Debemos admitir que de alguna manera milagrosa esos versos juveniles de Rubén, que él reconoció que eran suyos, aunque no figuran en el mismo orden en su obra poética, fueron reproducidos y conocidos aquí según la confesión de J. J. Pérez, que nos confirman que el folleto que tuvo en sus manos fue precisamente Poesías de Adolescente, donde estaba la primera versión de ese curioso poema (Carlos Federico Pérez (1912-1984), nieto del poeta, en Obra Poética de José Joaquín Pérez (Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, 1970).
Sabemos que se refiere a El Arte, no de ese mismo año, que dadas las condiciones de la época no pudieran haber llegado al país tan rápidamente, siendo como era Rubén, un desconocido entonces. El poema comentado y publicado por J. J. Pérez, este que confirmamos con la transcripción de la cuarteta, decimos para uso de los expertos en Darío, que demuestra el fino juicio crítico de nuestro compatriota, el primer exaltador del genio nicaragüense, aunque dado el poco caso que el autor le dio a su primera publicación, pensamos que fueron versos para él sin mucha importancia, y sin embargo, al criollo lo impresionaron de tal manera que no deja de impresionar a los lectores de hoy, debiendo admitir el tremendo poeta natural que desde casi un niño fue Rubén Darío”.
1891-1892, El Lápiz, dirigido por José C. Pérez (¿….-….?), que como vemos inicia con Literatura.
Revistas importantes del siglo XIX son, entre otras:
1892-1899, Letras y Ciencias, dirigida por los hermanos Federico y Francisco Henríquez y Carvajal (1859-1939), en la cual se le dio importancia a la poesía, pero también a la historia. Además, se ofrece el primer poema dominicano modernista en verso titulado “Azul”, en el No. 94 del 31 de marzo de 1896, de la autoría de Bienvenido Salvador Nouel (1874-1934), así como los primeros poemas criollistas post-románticos del mismo autor.
En ella aparecen los poemas en prosa de Rubén Darío y los de Tulio Manuel Cestero (1877-1955) el primer modernista dominicano, estaba dirigida por Fabio Fiallo (1866-1942), que aparecía como una inocente publicación hogareña, con El Hogar de título, precisamente, destinado a promocionar una rifa, lo que fue aprovechado por estos dos escritores para dar a conocer los cuentos-poemas de Azul, de Darío y para Tulio publicar sus poemas en prosa.
Esta dirigida por Miguel Ángel Garrido (1867-1908) y Tulio Manuel Cestero cierra ese siglo. Fue la primera que tomó en serio al modernismo, ya que ambos directores fueron fervorosos seguidores de ese movimiento. Lo de Ilustrada recuerda al Cojo Ilustrado (1892-1915) la revista venezolana donde Tulio fue uno de sus colaboradores estrella, ya que desde 1895 viajó a Caracas y no solo él publicó en ella, sino que fue generoso enviando materiales de otros escritores.
Sin embargo, las citadas, no fueron las únicas. Por citar una en especial, diremos que cerraron el siglo:
1900, aparece Páginas, dirigida por Manuel A. Machado (1870-1922), que al desaparecer ese mismo año, la sustituyó Nuevas Páginas, dirigida por Francisco Noel Henríquez Ureña (1882-1935) hijo mayor de Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), acompañado de Apolinar Perdomo (1882-1918) y otros.
Los entonces jóvenes literatos dominicanos que descollarían en el siglo XX leyeron y comentaron esas revistas dirigidas o redactadas por literatos en su mayor parte, porque para muchos no solo eran lecturas principales, sino que a veces sus bibliotecas solo tenían estas encuadernadas por la pobreza nacional que impedía adquirir libros. Estas publicaciones se conservaban en una época donde todo el mundo sabía de encuadernaciones que era materia en las escuelas. En esta última hay noticias abundantes de lo que sucedía en Francia, sobre todo del decadentismo y de los demás movimientos que constituyeron el modernismo: romanticismo, parnasianismo y simbolismo, y en cuanto a libros, Notas y Escorzos, 1898, de Tulio Manuel Cestero, se convirtió en “la biblia” de los escritores que surgieron.
En otras palabras, el virus del modernismo estaba en las venas de las nuevas generaciones, gracias a las revistas principalmente.
Las revistas importantes del Siglo XX
Casi se podría decir que el pasado siglo fue el de las revistas. Las mejores sin duda de nuestra historia nacieron en esa centuria, gracias a las facilidades del telégrafo.
Hacer el catálogo nos llevaría muy lejos. Citaremos las más relevantes que pueden encontrarse en el Archivo General de la Nación digitalizadas, y otras que debemos recordar.
1903-1932, La Cuna de América. 1907-1911, Mefistófeles. 1909-1911, Osiris. 1910-1979 Ateneo. 1912-1917, Crisantemos. 1915-1920, Renacimiento. 1917-1920, Letras. 1922-1923, Claridad. 1922-1926, La Opinión. 1908-1927, Blanco Negro.
Además, en 1928, los Postumistas publican el tercer órgano: El Día Estético, (los anteriores fueron 1924, X, y 1926, La Voz).
A pesar de todo eso, las dos más importantes fueron, una oficial del Partido Dominicano de Rafael Leónidas Trujillo: Los Cuadernos Dominicanos de Cultura, que se anticiparon en un mes a La Poesía Sorprendida, independiente y apolítica.
Como vemos, la plantilla mayor de estaba formada por dos poetas, un ensayista, un historiador, un crítico literario y un agrimensor periodista. Luego aparecieron otros nombres y muchos colaboradores.
Los originales fundadores son acorde a esta plantilla:
1943, Cuadernos Dominicanos de Cultura dirigida por: Tomás Hernández Franco (1904-1952), Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979), Rafael Díaz Niese (1897-1950), Emilio Rodríguez Demorizi (1904-1986), Pedro René Contín Aybar (1907-1881) y administrada por Vicente Tolentino Rojas (1883-1959).
Sorpresivamente Pedro Mir (1913-2000), que llegaría a ser un antitrujillista furibundo, acompañó a estos distinguidos intelectuales en esa aventura.
Y no solo eso, sino que casi no quedó ningún escritor meritorio que no apareciera en sus páginas, incluyendo a sus enemigos naturales: los de la Poesía Sorprendida y los de la Generación del 48, sin olvidar a modernistas y algunos independientes.
Como era un órgano cultural del Partido Dominicano iba mensualmente a todos los rincones del país y en las bibliotecas de ese organismo político estaba al alcance de cualquier interesado. De eso fuimos testigos: en Altamira, donde nuestro padre era Juez de Paz, pasaba las vacaciones en los años cuarenta, y como éramos vecinos del local que estaba en la segunda planta del edificio, allí empezamos a conocer a los escritores más importantes del país.
Por eso, aunque se hizo la edición muy cuidada, en 8 tomos, por Arístides Incháustegui (1938-2017) y Blanca Delgado Malagón (¿….?) falta digitalizarse para ponerla al servicio de todos en la Web, no por trujillista, claro está, sino por los antitrujillistas de más tarde que allí colaboraron.
La Poesía Sorprendida
Empero, el acontecimiento mayor de la historia dominicana en cuanto a revistas literarias, la de mayor altura (aunque no tuvo tanta difusión en el país, pero sí internacionalmente), fue La Poesía Sorprendida, que se puede consultar en las ediciones de dos universidades: en la más importante del Cibao UCMM, hoy PUCMM, y la del Este, la UCE, 1988. Mas, no ha sido digitalizada que sepamos; descuidos parejos a las obras más importantes de nuestros escritores, salvo algunas. Aunque faltan nombres claves, hasta se diría que en la República Dominicana no vivimos culturalmente en el siglo XXI, a pesar de las grandes señales del Ciberespacio en las redes y la existencia de órganos culturales como esta revista.
La Poesía Sorprendida, para no abundar mucho, diremos que aparece un mes después, es decir en octubre de 1943. Los que vivimos la Era, sabemos que los cuadernistas se apresuraron por tener conocimiento de las diligencias de los sorprendidos, como los llamó Ramón Francisco (1929-2004).
Naturalmente, antes de ella hubo, como vimos, otras, pero ninguna llegó a la altura de esta que fue netamente literaria. No solo por los fundadores y directores, sino por la inclusión que hacen de lo que acontecía en el mundo editorial y poético de la época por su lema “La poesía con el hombre universal.”
Recientemente hemos encontrado una Tesis Doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, de 2019, presentada en la Facultad de Filología por Pablo Reyes Pérez (¿….?) profesor actual de letras de la UASD, con el título de: “La Poesía Sorprendida, estudio, métrica y poética de varios autores” (https://eprints.ucm.es/id/eprint/57622/1/T41423.pdf), y otras referencias en la Web. Lo que indica que sigue vigente en el universo literario por la indudable calidad de los directores y colaboradores de la revista.
Veamos la portada de la edición del primer número, donde aparece la mancheta con los nombres de los que la fundaron. El más joven es Freddy Gatón Arce y dos extranjeros. Aunque otros habían fundado y dirigido otras, esto de un chileno y un español, es diferente.
Estos son: Alberto Baeza Flores (1914-1998) a la sazón funcionario de la embajada chilena en el país, que había sido secretario de Pablo Neruda (2004-1973), que venía de Cuba, donde hizo muchas relaciones y publicó libros y por eso muchos de esa isla enviaron colaboraciones. Franklin Mieses Burgos (1906-1976), Mariano Lebrón Saviñón (1922-2014), y Freddy Gatón Arce. Eugenio Fernández Granell (1912-2001), gallego de la diáspora española en el país, como autor de la viñeta; además, era literato, autor de El hombre verde, 1944 editado por los Sorprendidos en uno de los folletos de ese órgano. Quizá sea el de más fama internacional de todos como pintor surrealista, después de haber conocido en nuestro país a Andre Breton (1896-1966). Unos meses antes, Baeza Flores, Lebrón Saviñón y Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), hicieron Los Triálogos, unas conversaciones sobre poesía en los parques Enriquillo e Independencia, de la capital, y cuando de repente Lebrón Saviñón habló de Sor-prendida iluminó a sus compañeros y de esta composición surgió el nombre, casi exactamente como Andrés Avelino (1900-1974) creó lo del postumismo.
En el No. VIII aparece en la macheta Rafael Américo Henríquez (1899-1948); en el IX se agrega a Antonio Fernández Spencer (1922-1995); en el XIV la Junta de Colaboradores que incluye a Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), Manuel Rueda (1921-1999), Manuel Llanes (1898-1976), Manuel Valerio (1910-1979), Héctor Ramírez Pereyra (¿….-….), Ambrosio Malagón Díaz (1919-2003) y J. M. Glass Mejía (¿….-….?), llamado el Benjamín de la Poesía Sorprendida.
Conclusiones
Primero: Por razones de espacio solo hemos presentado un panorama breve. La historia de nuestros periódicos y revistas es una temática de tesis de doctorado que ignoramos si alguien se ha atrevido a presentar, pero basta pedir tesis sobre estos para que aparezcan. Al final de este espacio daremos algunos enlaces para los interesados, ya que en nuestro país hay una gran ausencia de textos importantes en la Web.
No pudimos hablar de una gran cantidad de publicaciones y noticieros culturales que son importantes, desde la aparición de la radio, de las grabadoras, y del Internet. A partir del final de la segunda decena la cultura estaba en las ondas, era de ley un programa con poemas y comentarios sobre cultura en general. Nada de eso existe. Parecería ridículo en televisión, aunque en algunos espacios internacionales podemos asomarnos a esos regalos del espíritu todavía.
Segundo: Es discutible el concepto entre Historia y Crónica, la primera una especie de panteón donde los cadáveres físicos gobiernan y la otra de una fiesta actual que ignoramos hasta cuándo llegará, llena de estupideces, salvo excepciones notables.
Lamentablemente, por razones de espacio, no podemos abundar más acerca de la temática, por eso, invitamos a los lectores interesados en el tema a buscar en la Web, si les interesa saber sobre periódicos y revistas en el interior del país, de algunas publicaciones al final del trujillato y en el resto del siglo XX a los historiadores Alejandro Paulino Ramos (1951) en su Conferencia en el Centro Cultural Hispano, puesta en circulación de la revista XINESQUEMAS, publicado en el número 2 de octubre del 2002; http://historiadominicana.blogspot.com/2005/08/historia-revistas-literarias.html?m=1, y Juan Ventura (1953) el de Puerto Plata y Santiago y otras provincias en su artículo publicado en Acento el 18 de noviembre de 2016 con el título de Periódicos de Puerto Plata (https://acento.com.do/opinion/periodicos-puerto-plata-8392472.html). O chequear en la Web donde abundan las actuales.
Dos enlaces de las tesis prometidas:
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:Filologia-Alsobrino/Documento.pdf
https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/69191/305199_618288.pdf?sequence=1&isAllowed=y
https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/bitstream/123456789/38873/1/2575-10170-1-PB.pdf
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Manuel Mora Serrano es narrador, ensayista e investigador literario. Nació en Pimentel en 1933. Se graduó de abogado en la Universidad de Santo Domingo en 1956. Premio Nacional de Literatura 2021.