Un tiempo de cambios e incertidumbres
En estos primeros decenios del siglo XXI vivimos tiempos difíciles: desaparecen las estructuras sociales, económicas y políticas que han predominado en el siglo pasado sin que quede claro el tipo de sociedad que está emergiendo.
La pandemia ha sido un “hecho social total”, un hecho que ha puesto en luz la superposición de una multiplicidad de crisis, la coexistencia de cambios y rupturas en el conjunto de las relaciones sociales.
Nazim Nicolás Taleb, habla de un “cisne negro” para señalar un evento raro, no previsible y con éxito catastrófico.
La pandemia ha sido un “cisne negro” para la mayoría de la población que no esperaba un evento de esta naturaleza, pero no ha sido del todo un “cisne negro” para los científicos y muchos de los políticos.
Un “cisne negro y blanco” al mismo tiempo, es para mí el carácter del tiempo en que vivimos; muchos hablan del presente como tiempo de frontera, yo prefiero hablar de “tierra de nadie”.
Autores como James Rosenau, en los inicios del siglo, hablaban de “fragmegración”, es decir de un mundo que se integra y al mismo tiempo se fragmenta, se desune.
Hoy la globalización está cambiando sus procesos y se presenta atravesada, a nivel económico, político, social, por tendencias más fuertes a la contraposición, a la fragmentación, a la de-globalización.
El siglo XXI registra la presencia de cambios tecnológicos importantes, asociados al desarrollo y la afirmación de lo digital.
Hoy el espacio deviene más complejo y adquiere importancia: al espacio físico se sobrepone y entrelaza el espacio cibernético, un espacio que es virtual, que no es físico, pero no por esto es menos real.
El espacio público, desde siempre considerado por los estudiosos como el fundamento de la sociabilidad y de la democracia, se encuentra en procesos de profunda regresión.
Jurgen Habermas, que desde siempre ha hecho del espacio público el tema central de sus reflexiones, habla en los últimos años de regresión política, caracterizada precisamente por la crisis del espacio público.
Sociólogos, filósofos, psicólogos son quienes han llamado la atención, en los últimos años, sobre los procesos de cambio de lo social que caracterizan el presente, sobre el corte actual de las interrelaciones y la preeminencia del yo.
Byung-Chul Han habla de “dataísmo”, es decir del predominio creciente de los datos: la información se reduce a datos, a elementos cuantitativos que se limitan a una relación de adición o simple acumulación.
Slavoj Zizek clasifica de “salvajismo numérico” la preeminencia de los datos, la afirmación de planteamientos puramente cuantitativos.
En el siglo XXI, los datos se amontonan por millones de millones y se revelan extremadamente fugaces: desaparece así la narración como capacidad de interrelación y reflexión sobre esos datos.
Vivimos un tiempo en el cual las relaciones aumentan como conexiones y, al mismo tiempo, disminuyen como interrelaciones.
La superación de la fragmentación del presente necesita de la capacidad de reconstruir la narración, las interrelaciones.
Ciencias sociales y ciencias humanísticas. Tensiones y desafíos
Las ciencias humanísticas y sociales presentan una capacidad particular de reflexión sobre la especificidad de nuestro tiempo.
El aporte que ciencias sociales y ciencias humanísticas ofrecen a la comprensión del presente contribuye de manera significativa a promover, por un lado, el desarrollo de la ciencia en general, y por otro, el proceso de construcción de un horizonte de futuro en una sociedad en crisis.
Hoy, cuando hablamos de ciencia, es a una ciencia que está en un proceso acelerado de cambios que nos referimos.
Tradicionalmente ha habido diferenciación entre ciencias naturales y ciencias humanísticas, pero ya desde el siglo XIX ha surgido una tercera área que es él área de las ciencias sociales.
Las ciencias sociales hacen de puente, en más de un sentido, entre ciencias naturales y ciencias humanísticas.
El objeto de las ciencias sociales es el estudio de la conducta de los seres humanos (objeto de estudio común con las ciencias humanísticas); al mismo tiempo, una parte de las ciencias sociales recurre a la experimentación, lo que la acerca a las ciencias naturales.
En la última parte del siglo XX y en el siglo XXI, las ciencias naturales se han desarrollado sobre todo a través de trabajos de grupo, que también están presentes en las ciencias sociales.
Las ciencias naturales, ya desde algunos decenios, dependen de la financiación de sus proyectos; esta dependencia es menor para las ciencias humanísticas mientras se manifiesta de manera bastante fuerte en las ciencias sociales.
El área de la ciencia sociales y humanísticas es bastante heterogénea y alberga tensiones en su interior: es un área en movimiento, importante por su capacidad de reflexión y de análisis de la realidad en la cual nos situamos.
Las ciencias humanísticas han sido caracterizadas desde siempre por un enfoque global de los problemas, por una reflexión sobre la condición de lo humano tendencialmente unitaria.
La visión unitaria, propia de las ciencias humanísticas, es particularmente importante en tiempos en los cuales la parcelación, la fragmentación. constituyen el elemento sobresaliente.
Una característica sobresaliente del proceso de globalización actual es el aumento de las desigualdades.
Hoy, mientras aumentan las desigualdades, al mismo tiempo, se acentúan y multiplican las Diversidades.
Desigualdad y diversidad se diferencian: la desigualdad, la diferencia de oportunidades de acceder a bienes determinados, debe ser superada; la diversidad, sintetizada por la existencia y el reconocimiento del otro, en cambio, debe ser reconocida y valorizada.
Tradicionalmente ha habido oposiciones y contraposiciones entre perspectivas cientificistas y perspectivas anti cientificistas; sin embargo, ambas perspectivas se relacionan a una misma visión de ciencia como pensamiento que ignora las espirales de avances y retrocesos y está caracterizado por un desarrollo lineal.
Las posiciones cientificistas y anti cientificistas tienen una visión de la ciencia que no se corresponde a lo que es el perfil complejo, irregular de esta última.
La posibilidad de superar cientificismo y anti cientificismo encuentra en la reflexión de las ciencias sociales, y de manera específica de las ciencias humanísticas, puntos de referencia importantes, en un momento en el cual todo el discurso científico se encuentra en procesos de rearticulación y de cambio.
La ciencia en mar abierto
La ciencia se encuentra hoy en un proceso de transformación, motorizado y hecho posible
también por los nuevos recursos proporcionados por la afirmación de lo digital.
Entre las experiencias más recientes y que manifiestan mayor potencialidad de promover cambios importantes en el conocimiento, se destaca Ciencia Abierta, una experiencia de los últimos dos decenios.
En 2009 un matemático, Tim Growers, decidió poner en su blog la enunciación de un problema matemático que quería resolver; el hecho nuevo consistió en que para su solución llamó a la contribución voluntaria de otros científicos.
Hablamos de ciencia “abierta” porque no es una ciencia desarrollada por una sola persona o pequeños grupos en un laboratorio determinado; más bien porque está puesta online y abierta a la contribución de cualquiera que esté interesado en participar.
El experimento de Tim Growers, llamado Polymath Project, logra agrupar un conjunto de contribuciones provenientes de otros matemáticos, en distintas partes del mundo y con diferentes niveles de formación.
El hecho más novedoso e importante de la experiencia de Polymath Project es que, después de seis meses, el problema matemático planteado inicialmente por Growers, quedó resuelto.
En Polymath Project no se conocen solo los resultados sino se vuelve transparente también el proceso de investigación que conduce a los resultados finales.
Desde el siglo XVII los científicos comparten los resultados de sus investigaciones publicando sus artículos en revistas especializadas.
En Polymath Project el proceso de investigación dependen de la cooperación entre científicos diferentes: se trata de una ciencia transparente, cooperativa, hecha posible gracias a los recursos de lo digital.
La experiencia de Growers apela a los estudiosos de matemática que encuentran un interés común en el tema y que tienen una formación común, que los estimula y permite agregarse.
La experiencia de una ciencia cooperativa, transparente, que pone en conexión portadores de conocimientos de nivel distinto, es un cambio y un progreso en la ciencia; un punto de inflexión en un proceso que debe promoverse, continuar implementándose y fortaleciéndose.
Las ciencias humanísticas y sobre todo las ciencias sociales pueden hacer aportes significativos a los procesos de una Ciencia Abierta.
En la última parte del siglo XX, en el campo de las ciencias sociales, se han realizados un conjunto de experiencias en las cuales ha habido una cooperación entre conocimientos científicos diferentes; estas experiencias han tenido como marco los Proyectos de Desarrollo Humano a nivel Local (PDHL), que abarcan en su enfoque las múltiples dimensiones de la vida humana.
En los PDHL la integración entre conocimientos diferentes ha tenido lugar, no al interior de un área científica específica como es el caso de las matemáticas en Polymath Project, sino en la interrelación entre áreas distintas de las ciencias sociales y a veces, también de las ciencias naturales, unificadas por el interés común de promover un proceso de cambio positivo de un territorio determinado.
Característica de los PDHL es que, en la individuación del proceso, y por ende en la delineación y realización de los proyectos, están llamadas a concurrir también las poblaciones situadas en el territorio del cual se quiere promover el desarrollo.
En los PDHL se realiza una cooperación inédita entre conocimiento científico y conocimiento común, que constituye un aspecto peculiar e importante de sus procesos.
Desde una perspectiva científica, los PDHL se colocan en el campo de la ciencia aplicada, pero hoy la diferencia entre conocimiento puro y aplicado tiene muchos matices y potencialidades importantes de interrelación positiva.
Lograr recuperar el tipo de experiencias realizadas por los PDHL, repensándolas, evitando una lectura mecánica, e insertándolas en el campo de lo digital, sería muy importante: para la realización de proyectos más eficaces y, también, para el desarrollo de la misma ciencia porque permitiría profundizar en el análisis de las obstrucciones y obstáculos que todavía encuentran las formas de interrelación entre áreas heterogéneas de conocimiento.
Otro campo en el cual se manifiesta, en particular, la importancia de las ciencias sociales y humanísticas es el de la regresión política del espacio público, central para los análisis del momento actual.
La afirmación de lo digital en el campo de la política ha llevado más de una vez a creer que el problema de la democracia, de su construcción y de su crisis, podría ser resuelto solo por medio de la técnica.
A fines del siglo pasado, pero sobre todo en los inicios del siglo XXI, se habló mucho de democracia directa, proceso político en el que cada ciudadano tendría la plena capacidad de expresar directamente, sin mediaciones que las canalizaran, sus opiniones y propuestas para la solución de los problemas comunes.
La crisis de los partidos fue considerada un fenómeno que podía soslayarse, un hecho sin importancia, porque cada ciudadano estaba en condición de expresar directamente opiniones y preferencias y ya no necesitaba mediaciones para manifestarse.
Muy pronto la visión de la democracia como democracia directa demostró sus límites porque estaba basada en una lectura reduccionista y simplista del Ágora de Atenas.
En el Ágora las opiniones se manifestaban, pero también se confrontaban, se interrelacionaban entre sí y de ese intercambio, debate, argumentar se derivaban acuerdos comunes. Es este y no otro proceso, el agón como diálogo que construye horizontes compartidos, el corazón de la democracia.
Es precisamente la democracia deliberativa el núcleo fundamental de la democracia y de una sociedad democrática.
De lo que se trata hoy es de avanzar en la concepción y la práctica de una ciencia caracterizada por la no linealidad y la complejidad, orientada hacia un horizonte común que reivindique una sociedad fundada sobre el reconocimiento del diálogo entre el yo y el otro, nosotros y ellos.
El desafío del hoy
Promover las ciencias sociales y las ciencias humanísticas, promover sobre todo mayores intercambios entre ellas y con las ciencias naturales (encuentros presenciales y virtuales, debates, jornadas de estudios, proyectos comunes, coordinaciones académicas), es un desafío propio de nuestro presente: asumirlo ayudaría a sobrepasar los especialismos fragmentados, la parcelación excesiva, a fortalecer no solo los procesos científicos sino también la relación entre ciencia y cambio social, entre ciencia y construcción de una sociedad más libre y más justa.
(El presente ensayo tiene origen en una Conferencia-Entrevista en video, sobre el mismo tema, de la prof. Vanna Ianni, en febrero de 2022. La Conferencia forma parte de los Encuentros con científicos sociales y humanísticos que realizó la dirección de Fomento y Difusión de la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Educación superior, Ciencia y Tecnología, MESCYT, antes que fuera aprobada la inclusión de las ciencias sociales y humanísticas en la carrera nacional de investigadores y en el fondo de investigación MESCYT).
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Vanna Ianni, es una intelectual, filósofa y socióloga. Ha sido profesora del Departamento de Filosofía y del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. También profesora de Sociología económica en la Università degli studi di Napoli L’Orientale y de Metodología de las ciencias sociales en la Pontificia Università Gregoriana (Italia).