Temprana oscuridad
¿Cómo pueden decir
que la Tierra debería alegrarme?
Todo lo que nace es una carga.
No puedo tener éxito con todo.
A ustedes les gustaría mandarme,
les gustaría decirme quién entre ustedes
es el más valioso y quién se parece más a mí.
Y ponen como ejemplo la vida pura,
la despreocupación con que luchan
por alcanzarlo.
¿Cómo pueden comprenderme
cuando ustedes no se entienden?
Sus recuerdos no son tan poderosos
como para regresar tanto en el tiempo.
Nunca olviden que son mis hijos.
Y no están sufriendo
porque se hayan herido uno al otro,
sino porque nacieron,
porque necesitan vivir sus vidas
separados de mí.
Fin del invierno
Sobre el apacible mundo, un pájaro llama;
despierta solitario entre las oscuras ramas.
Quisiste nacer. Yo te lo permití.
¿Cuánto te ha conmovido mi pena
en la búsqueda de tu placer?
Te arrojas al mismo tiempo dentro de la luz
y dentro de la oscuridad, ávido de sensaciones,
como si fueras una nueva criatura
con el deseo de expresarse dentro de toda brillantez,
dentro de toda vivacidad, sin pensar nunca
que esto te costará algo, sin imaginar nunca
el sonido de mi voz, como una nada
que también es parte tuya.
En el otro mundo no escucharás de nuevo,
tan claramente, ni llamados de pájaros
ni llantos humanos,
ni el sonido nítido,
solo el eco persistente de todos los sonidos
que significan adiós, adiós:
la incesante línea
que nos vincula uno al otro.
Epitalamio
Hubo otros hombres;
sus cuerpos fueron
una especie de preparatorio.
Así lo he considerado.
Como un vaho de llantos.
Hay demasiado sufrimiento en el mundo,
el amorfo dolor del cuerpo
cuyo lenguaje es la sed.
Y en el pasillo, las rosas empacadas:
significan el caos.
Luego viene la terrible caridad del matrimonio,
el marido y la esposa
escalando la verde colina bajo una luz dorada
hasta que ya no hay colina,
solo una planicie tachonada por el cielo.
Aquí está mi mano, dijo él.
Pero eso fue hace mucho tiempo.
Aquí está mi mano que no te lastimará.
Felicidad
Un hombre y una mujer
duermen sobre una cama blanca.
Amanece. Creo que pronto despertarán.
Sobre la mesita de noche
hay un florero con azucenas.
La luz del sol cae sobre sus cuellos.
Veo que él se gira hacia ella,
como para decirle su nombre,
silenciosamente, dentro de su boca.
Sobre la cornisa de la ventana
un pájaro llama, una, dos veces…
Ella se mueve; su cuerpo
se ha llenado con el aliento de él.
Abro mis ojos. Estás observándome.
El sol apenas se desliza
dentro de esta habitación.
Mira tu rostro, me dices,
y mantienes el tuyo frente al mío
como si fuera un espejo.
Qué tranquila estás.
Y el ardiente círculo se desliza
suavemente sobre nosotros.
El iris salvaje
Al final de mi sufrimiento
encontré una puerta.
Óyeme atentamente:
eso que llamas muerte, lo recuerdo.
Sobre mí había ruidos,
ramas de un pino que se agitaba.
Y luego nada. El débil sol temblaba
sobre la seca superficie.
Es terrible sobrevivir
conscientemente
sepultada bajo la oscura tierra.
Luego, todo se acaba: eso a lo que le temías,
siendo un alma incapaz de hablar,
termina abruptamente,
y la dura tierra, cede un poco.
Y lo que yo creía pájaros,
se lanzan sobre los matorrales.
Tú, que no recuerdas
el paso desde el otro mundo,
te digo que de nuevo pude hablar;
todo lo que regresa del olvido,
regresa y encuentra su voz:
Del centro de mi vida
manó un espléndido manantial
de sombras profundamente azules
sobre el azur de las aguas marinas.
(Traducción de Hernán Vargascarreño, del libro Sólo una vez vemos el mundo, Ediciones Exilio, Bogotá, noviembre de 2020)
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Louise Glück (Nueva York, 22 de abril de 1943-Cambridge, 13 de octubre de 2023) fue la duodécima poeta laureada (2003-2004) por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. El 8 de octubre del 2020 se anunció que ganó el Premio Nobel de Literatura.
Hernán Vargascarreño (Colombia, 1960) es poeta y editor del sello Ediciones Exilio, además de traductor de Emily Dickinson; Edgar Lee Masters; Fernando Pessoa; Rabindranath Tagore y Louise Glück. Autor, entre otros, de País íntimo, Piedra a piedra, Cuerpo laborioso y No existe otra morada.