Soñar despierto, dormido.
¿De dónde viene el ruido de tantas voces
que en un solo retumbar parecen relámpagos?
Lo que traen de vuelta inquieta como aspira
a dormir sin conocer a nadie en el sueño,
pero en vano, traen rostros conocidos.
hacen pensar en la angustia de como
se va y regresa todo aquello que fue amado.
Aquellos rostros, voces, acontecimientos
vividos, nada humano porque pertenecen a las sombras
de lo soñado entre el reino del agua y la caída,
la salida del sol, extraviadas lunas en la corriente del río.
Perdidos en memorias que se resisten a disolverse
como el humo, porque ya fueron fuegos fatuos,
al no poder alcanzarse sino con la muerte del que sueña.
Dormido, despierto, todo se ha dicho del sueño,
diría: tampoco nada que decir a no ser que soñar,
entre sueño, despertar con el rostro soñado
que se resiste a irse o quiere decir algo
que no se entenderá de seguro, se asociará
con la angustia de resbalar, ponerse de pie
al despertar, si es que se despierta del soñar
aquel que se fue diciendo adiós y viceversa.
Sueño del soñado en el tiempo del polvo,
rostros que se conocieron, palabras, quizás
se dijeron sin hablarlas, hablándolas, para el soñar
lo mismo, el mismo tránsito, palabras conllevan
misterio de una sonrisa, una mirada, después
de despierto asociarlas a la muerte del soñado.
El soñado, reino de ese mundo,
despierto, dormido entre pompas de jabón,
encontrarse y estallando se desprende el río
que en sueño solo lo es para lo no existente.
En el sueño el soñado está vivo, en el vivir
el vivo sacudiéndose el polvo, polvo y agua
de cada día, soñando a quien no se sabe si ya,
en su sueño, será el que despierte y quien
ahora le soñará, ¿de dónde viene el ruido
que se parece al llanto, pero es el río del que se
despierta, tiene el que se despierta en el sueño?
Rostros de la noche del día, del día sus noches.
Quien por sueño tiene la premonición de su muerte,
alabado sea quien le dice al soñador que su muerte
está siendo soñada en palabras que olvidará al despertar.
Sueña el ayer, ahora estás soñando donde no
sabes si estás dormido o despierto, sin saber si duermes.
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Amable Mejía nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1959. Es poeta, ensayista y narrador. Ha publicado en poesía Días de semana (2001), El amor y la baratija (2007), Novo Mundo-Himnos (2015) y El otro cielo (2019). También el libro de cuentos Entre familia (2004) y las novelas Primavera sin premura (2008), La isla de los hombres felices (2012), Muerte en noche de palomas (2020) y El blanco mar (2021).