El serbal (sorbus domestica) es un árbol de la familia de las rosáceas de frutos comestibles y que cuenta con una larga tradición en las mitologías y el folklore, principalmente en el norte de Europa. Se le han atribuido desde hace siglos propiedades mágicas, como ser protector contra los hechizos de brujas o cuidar a los viajeros. A menudo se lo plantaba junto a las puertas de ingreso de viviendas, dado que también se lo consideraba un “árbol del portal”, umbral entre este y otros mundos, pasaje entre diferentes territorios y espacios.
Serbal también es el título de este maravilloso libro de Léonce Lupette. El ciclo de poemas fitográficos está estructurado alfabéticamente, cuenta con capítulos por (casi) cada letra (por caso, no incluye la letra “L”, pero sí, llamativamente, el dígrafo característico de la lengua española “LL”) y en todos ellos hay una, o varias entradas, es decir, que conforma una suerte de incompleto compendio o diccionario, un boceto enciclopédico botánico-poético. Las entradas remiten en su mayoría a varios de los abundantes nombres de este árbol, como “argomeno”, “bixordero”, “boxadero”, “cerolero del puerto”, el maravilloso ¡“escornacabras”!, pero incluye además términos como “intermedia”, “nativa” “taxonomía” y “vodka” (sus bayas también se utilizan para la fabricación de esta bebida etílica, aprendimos en esta lectura). otras entradas están en alemán: “elzebeere” (uno de los nombres del serbal en una de las lenguas maternas del poeta), “kladde”, o en inglés: “north american mountain ash”.
En la escritura de Lupette la combinación de otras lenguas no es algo extraño. Si leemos por caso su ciclo Jena (que se puede leer y escuchar en el archivo https://www.lyrikline.org/de/autoren/leonce-w-lupette), veremos que esos versos, escritos en alemán, están llenos de palabras contrabandeadas del español, francés, guaraní, turco, checo… Del mismo modo, en Serbal, escrito no en una lengua materna sino en una adquirida –y la más habitada en la actualidad por el poeta–, están presentes también, al menos, el francés, el italiano, el portugués y portuñol, el latín, algunas citas en español medieval, y el guaraní, otra de sus lenguas predilectas. Lupette, en su tarea de traductor, traslada elementos de un territorio lingüístico a otro, pero al igual que ocurre a quien transita entre lenguas, a partir de cierto momento es difícil trazar límites precisos entre lo propio y lo ajeno, y quizá no se trate (aquí) de establecer esas diferencias.
Los poemas proponen un recorrido por el campo semántico del serbal y, al mismo tiempo, el yo poético observa el propio recorrido en diferentes ejercicios de una escritura de carácter lúdico. Traduce una exploración tanto botánica como lingüística en versos que da cuenta de una preocupación que acerca el campo de la filosofía del lenguaje a la botánica:
Hablar es meterse en un campo
lleno de kaktūs
o de cervales peor
y tanto más
cuánto
que mi nombre
se caracteriza
en todas partes
por la
abundancia
de formas
alteradas
por
cruce
con otros nombres nambré
Así se abre el libro: con la conciencia de que decir (hablar, escribir) implica un riesgo, equivalente a exponer el cuerpo a las espinas de un terreno de vegetación inhóspita, hostil. A su vez, dicho cactus con una grafía alterada, la primera de muchas formas alteradas del poemario, la palabra escrita extrañamente con k y con un macrón, ese signo diacrítico extraño en nuestra lengua que prolonga la u. ¿Por qué prolongar esa u? nos preguntamos, e intentamos esa pronuncia(ción) exótica, y comenzamos a leer en voz alta. En dicho ejercicio de puesta en voz del poema, como diría Ana Porrúa, la k, el macrón, se nos clavan en la vista y en la lengua, nos hace trastabillar y (nos) detenemos un instante (en) la lectura.
A continuación, la imagen es intensificada aún más, pues al parecer, atravesar un campo de cervales sería peor que cruzar uno de cactus (el adjetivo pospuesto, en una posición infrecuente en español ralentiza una vez más la lectura), y estamos ante otra alteración: el serbal, con ese y b larga en el título del poemario, aquí se ha convertido en cerval, ce y ve corta. Tercera forma alterada, en el tercer verso (1), otra pausa, otra interrupción. Cabe mencionar aquí que este fenómeno, a su vez, en una lectura en voz alta en un castellano rioplatense pasa desapercibido, dado que no hay diferencia en la pronunciación de la s y de la c, es decir que se trata en un primer momento de una diferencia gráfica, visual, no sonora, al igual que ocurre con cactus/kaktūs. El poema continúa exponiendo la dificultad del habla y la poética, que será el eje central del libro: el problema es aún mayor por la abundancia de formas alteradas del nombre. Leemos “de mi nombre” ¿el nombre de la planta? ¿O del yo? Más adelante se retoma la cuestión del nombre propio, en “bi xort”, por ejemplo, y, como veremos, el juego de formas “lo que ‘de-forma(s)’” se repetirá a menudo. Y de este modo es que se plantea la invitación a la lectura del resto de los textos: en la incertidumbre: ¿cómo escribo? ¿cómo leo? ¿dónde empieza y termina una frase, una palabra, la lengua?
Pues en la dificultad de decir, de decir el nombre, ¡nambré!, se abre el poema, y es, también, la puerta de entrada a su lectura, como el serbal es el umbral, el lugar de pasaje. Porque la voz “es un umbral, un entre, un espacio de pura exterioridad” dice Gabriela Milone, es “pura materialidad”.
En Lupette, la palabra en la hoja y la voz en la lectura en voz alta es esa pura materialidad, la forma está siempre en primer plano. En Serbal vemos, sentimos la materia del poema, en la pausa, en la confusión, en los deslizamientos y estamos también ante un permanente corrimiento, contagio, contaminación entre lenguas:
contagio
en qué el cambio
pudo-t-il
country o contri-
buir
ou
bouillir
Aquí por ejemplo el inglés emerge en la similitud entre contri-buir y country, palabra que acá en Argentina, además, equivale a los denominados “barrios cerrados”. Un barrio cerrado que equivale a un país: no es sorprendente que sea esa una de las palabras que se deslizan y se contagian en Serbal, borrando los límites entre un lugar de aislamiento que desea determinado grupo social, que intenta separarse fundando un país propio basado en cierto poder adquisitivo. Por otro lado, brota el francés e invade la morfología: se adosa al verbo “poder” en castellano: “pudo-t-il” y luego se infiltra en la frase “ou boullir”. En las palabras y sonidos sacados de quicio por la insistencia en ciertas sílabas, repetición y diferencia de sonoridades sobre las que se desliza el sentido, se contagia, pero a la vez se resiste. Esta ebullición de significantes y significados se resiste a una lectura automatizada, a un sentido naturalizado, normalizado de las palabras, de las lenguas. Como dice Lupette en un ensayo sobre la literatura multilingüe, existe una “primacía del idioma materno o natal como natural” y, en ella, una “biologización de los lenguajes” por cuya concepción “se apela a la pureza” (2). Y este poemario es un ejercicio de todo lo opuesto. El autor afirma que, según las concepciones tradicionales del monolingüismo:
un escritor debe escribir en su idioma natal; una lengua es algo bien definido y codificado en gramáticas y diccionarios; los idiomas no se mezclan; las mezclas ponen en peligro su integridad; para justificar la elevación de las hablas antes consideradas vulgares se necesitaban gramáticas, poéticas, léxicos e instituciones que las elaboraran y promovieran. Nacen las academias cuidadoras del idioma, como la Real Academia Española, cuyo lema sigue siendo «Limpia, fija y da esplendor».
Y aquí el poeta no escribe en su idioma natal, ni su lengua es algo definido ni codificado por gramáticas. Ya mencionamos que Serbal incluye en sus capítulos a la “ll” y no la “l”. Entre 1754 y 2010, la elle fue considerada por la Real Academia Española como una letra en el alfabeto español, ahora se ha desplazado y se incluyen las palabras que comienzan por ll en la l, “según las normas de alfabetización universal”. En la misma reforma ortográfica de 2010 en que desparece también otro dígrafo, “ch” del alfabeto, se “sugiere” unificar en una “denominación única común” los nombres de las letras del abecedario, a saber, aquella utilizada en la península. Podría decirse que se trata de un detalle menor e insignificante, pero como ya sabemos que en este contexto en que las instituciones aspiran a “limpiar” (término que inevitablemente remite a las limpiezas étnicas) y “dar esplendor” no podemos ignorar el gesto político que instrumentaliza el lenguaje. Según Lupette, esto remite a “concepciones nunca alejadas del nacionalismo, la violencia y la discriminación”. Y todo ello, pese a que “cualquier noción de pureza sea difícil de sostener puesto que las fronteras que determinan dónde (en el tiempo, espacio, léxico) termina un idioma y dónde empieza otro son arbitrarias: normas totalizadoras impuestas desde afuera”. Es por ello que el texto aquí propone reapropiarse de la lengua, que es de sus hablantes y poetas, y crea:
HÍBRIDOS
espasmo pacios
más tercos que ter ceros
hendiduras
tan blandas
al profundizar
espasmos que rompen la uniformidad del texto, generan un tartamudeo, gesto muy propio del autor-poeta-performer que conocemos muy bien de sus lecturas. Lo que oímos al leer (en la mencionada “puesta en voz”, no necesariamente por leer en voz alta, sino en el sonido que se configura en nuestra escucha interior del poema), descubrimos además los diferentes acentos que ha ido recogiendo en sus recorridos y conforman una voz singularísima, pero, a la vez, colectiva. Dicha oralidad performática entonces invade la poesía, crea aglutinaciones espaciales, visuales y sonoras:
GRUMOSO
margojo margoso
la garganta
se agranda
grandes los ojos
gorgojos
cojos
se o me atragantan atragantarse
queriendo tragar
y es putar
al mismo tiempo
pulpa
coartada
a cuchillo
El grumo, la imperfección en una masa líquida, aquí deviene una aglutinación gráfica, sonora y de sentidos que también bulle y se expone, no se intenta disolver. En las acciones de tragar, incorporar, asimilar el mundo observado, la planta, y a la vez escupir, sacar afuera la palabra para nombrarla, ocurre una obstrucción en la garganta, en el filo de la lengua. Esa escritura “atragantada”, tartamuda es una perturbación, una interferencia sonora, gráfica, lingüística. ¿Cómo decir el mundo si el habla es pura interferencia?
La palabra alemana Störung es molestia, perturbación, alteración, desajuste, irregularidad, distracción. En Lupette, el cuerpo extraño, que perturba, adopta diferentes formas, desde grafías alteradas hasta inclusión de palabras opacas (arcaísmos, neologismos, pero, sobre todo, extranjerismos y extranjerías). Estas formas expandidas de la escritura no definen aquí el árbol, sino que invaden la página y se expone en ella, son el grumo en la hoja (en blanco), el cimbronazo.
Cimbronazo que se da en gran medida por la presencia de las lenguas extranjeras que podemos leer como collages de lenguas que funcionan como “espejos de aumento de la realidad”, ya que cada lengua es el resultado de luchas de poder político, económico, social, cultural, expuestos en esta convivencia tensionada de lenguas. Lupette expone y transforma las lenguas, cuyas fronteras son cada vez más porosas, el poeta habla de “literaturas multilingües”, y dice al respecto que estas:
ofrecen otras formas de expresarse, de contemplar y de pensar: rompen esquemas, no se dejan encajar, son expresión de lo dinámico de las lenguas, no de sus rigideces transgresiones, superaciones de categorías fijas, cuestionamiento de nuestras expectativas. Muchas veces son incómodas y hasta se sustraen a la inmediata comprensión (…) abre[n] la posibilidad de una verdadera libertad de expresión individual que no cabe plenamente en ninguna parte.
La presencia de otras lenguas que crea “cortes” y fallos generan en Serbal un “desmadre” de las lenguas, un desmadre gozoso, diría Pablo Gasparini, un espacio del placer de la palabra, de juego de la escritura y de la oralidad. Un goce en la lectura que implica dejar de leer, asomarse fuera del poema, salir, enajenar(se) en este flujo normalizado del discurso, aquí interrumpido al generar un desequilibrio, e impedir la lectura automatizada.
En la excesiva abundancia del discurso científico que ordena y clasifica hasta el hartazgo, en su intento de normalizarlo todo, surge una sobreoferta, y allí es donde el poeta encuentra el comienzo de la descomposición de estructuras:
podredumbre o
pereza
las enxyklopedias
se akaban
en la sobre
o
pherta
de diktionarios
Se cuestionan los discursos, no por oposición sino por descomposición (al igual que se le descomponían “las palabras abstractas en la boca” a Hugo von Hofmannsthal, “como hongos podridos”). Y si la enciclopedia plasma el conocimiento y el canon en la hoja impresa, encuadernada, tapa dura, de cuero y letras doradas, Lupette presenta un bosquejo, o un cuaderno de notas de hojas vegetales. En el poema “Kladde” (en alemán: “borrador”, también “cuaderno de apuntes”: el cuaderno del botanista poeta) hay un cuestionamiento del conocimiento, la conquista de territorios, la adquisición y creación de archivos, de conocimientos (¿a qué precio? ¿Cuánto costaron y cuestan las colonizaciones?).
KLADDE
clade
clado
se ha
es timado
entre millones de años
achievements
archives
des
bord ados
dados à bord
de quelle dé
rive gauche
des cubrimiento
contra lavo luntad
la imagen
co-funda
confunde
lo visto
o la visión
claustros
clastres
las pa la bras infos cýclopes
se re belan ce re bellum
em pé dadas
contra las
en cyklo pedias
El poema nos presenta la mentira y el engaño de las palabras: “Se ha estimado” y, a la vez, “timado”, engañado en la creación de conocimiento, en la construcción de discursos, catálogos, museos. Y el deslizamiento se repite en “co-funda” y “confunde” en “des cubrimiento” en cortes, desplazamientos y encabalgamiento se expone lo que se cubre cuando se dice que se des-cubre.
La referencia a la enciclopedia y a los cíclopes actualiza y cuestiona aquí el conocimiento y la educación, paideia en el círculo, el panorama que se consideraba necesario para la formación de los jóvenes en la antigua Grecia y, a la vez, remite a la mirada tuerta y que, por ello, carece de profundidad y, finalmente, es cegada en el caso del cíclope más conocido, Polifemo, “de muchas palabras” y de pocas miras. La astucia de Odiseo, sus trucos y trampas (con la lengua: devenir nadie), logran finalmente timar al gigante y huir. La enciclopedia como imperfecta, tuerta paideia, el discurso monolingüe como imposición, escisión, división arbitraria que se intenta superar en el borramiento de límites, porque de lo contrario siempre
nos se paran
cien lenguas
de
distancia
Por todo ello, es cada vez más complejo el modo de decir el mundo, de decirse, decir “mi nombre” de manera unívoca. De todas las “voces dis-tintas” para nombrarse
ninguna
de estas
o tras
demás no son
de fiar
No es posible definirse como sujetos de identidad no porosa, y esta dificultad le ocurre al nómade en la propia lengua, puesto que cualquier hablante en cualquier única lengua habita múltiples lenguas, dialectos, sociolectos, variantes… Y en las exploraciones, pasajes, transgresiones de los poemas se crea en Serbal un espacio nuevo, un lugar “entre”, un pliegue en que confluyen diferentes materias, pero no llegan nunca a (con)fundirse. No se trata de establecer un vínculo con lo común o una esencia, sino desde la diferencia y:
con
domicilio
en
un médano
sin dominio
de medianeras
Proponemos pensar con Lupette a partir de las diferencias, de las singularidades cualesean, de los textos poéticos que son también teatrales en su performatividad (y se salen de la especificidad genérica) y que son en una y muchas lenguas. En Serbal observamos una crisis de la especificidad del medio, de la lengua y de los lenguajes, y confluyen la necesidad y el deseo de habitar el mundo desde las diferencias. Se ponen en crisis así los materiales, la identidad, se redefine la relación con el otro y con el mundo. Ante un malestar frente a cualquier definición específica o categoría de pertenencia en la cual instalarse con comodidad, Lupette expande todos los límites en la escritura. El acceso a lo poético se da en Serbal desde lo agramatical, desde aquello que rompe, interrumpe, desarma: abre.
El poeta nos propone así una manera abierta, expandida, de ver la realidad y de habitarla, desde la falta, porque, aunque sólo sea una letra:
une seule lettre
manquante
má cuántes
me faltarán xiempre
En la consciencia de esta insuperable falta nos queda, sin embargo, el juego gozoso con la lengua, la trampa y allí se:
birla
burla
la
fixordera que
fija & ordena
la esperbanza.
(El presente texto es una adaptación de un artículo publicado en la revista Alea. Estudos neolatinos, del programa de Posgrado en Letras Neolatinas, de la Facultad de Letras de la Universidad Federal de Río de Janeiro en agosto de 2021).
BIBLIOGRAFÍA
Gasparini, Pablo. Puertos: Diccionarios. Literatura y alteridad lingüística desde la pampa. Beatriz Viterbo, 2021.
Lupette, Léonce. “¿Qué es la literatura multilingüe?”. En: Anuario de glotopolítica, no 3. 2019. Primero en ABC Color: https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2019/08/04/que-es-la-literatura-multilingue/.
Milone, María Gabriela. Luz de labio. Ensayos de habla poética. Portaculturas, 2015.
Porrúa, Ana. Caligrafía tonal. Ensayos sobre poesía. Entropía, 2011.
NOTAS
- Existe un felino carnívoro llamado serval, o gato serval (felis serval), cuyo hábitat se extiende por gran parte del territorio africano, pero de eso no va el poemario ni el presente artículo, sin embargo, dado que nos interesa aquí pensar sinónimos, homónimos y desplazamientos semánticos y fónicos, no queríamos dejar de mencionar este caso de paronomasia que acerca la fitología a la zoología.
- Léonce W. Lupette: «¿Qué es la literatura multilingüe?», https://glotopolitica.com/2019/08/06/que-es-la-literatura-multilingue/. Primero en ABC Color del 4 de agosto 2019.