En la cama
las velas se encienden
Ardes…
Sólo comes uvas en el viento
sólo tejes plumas en tus ojos
para saciarte.
Portas un dolor invisible
Uno que nadie aprecia hasta que cortas
tu mirada y
sueltas tus venas en el aire…
aire y humo
humo y sangre
porque todas somos abismos intangibles
en un cuerpo inservible-inhabitable.
Anagrama
(Parte I)
Quien sabe,
a lo mejor se me ocurre
dividir este silencio en dos copas de aire.
Diez trozos de olvido
deshojan este poema a mis espaldas
me convierten en la tercera en la nada.
La primera en partir mi cuerpo en dos abismos
y romper la noche entre sus piernas
con un grito mundano.
A veces
las palabras juegan a esconderse
viajan en un tren de ira indetenible,
se disfrazan en mi lengua de lobos hambrientos.
Porque viajo a la deriva del hambre
y me de-jo
y des-tejo
hasta hacerme nadie.
Y llegas tú, poesía
perforándome en el rostro un tatuaje de sangre
disparándome en la lengua tus pedazos de tiempo
recordándome con tus ojos redondos
este olvido naciendo en la palma de mi mano
donde muere mi lápiz lentamente.
Rumiante en tu sonrisa
de gatos muertos,
escarcha en la ventana de un ciego-sordomudo
que olvidó tu nombre
para alagar un poco el suyo, de repente.
Así funciona (creo yo) para el tonto
cuando besas con todo el peso del oro escondido
entre tus labios
cuando lloras con todo el cuerpo
hasta hacerte lágrima
o hasta que ya no mencionen tu nombre en el silencio.
En esta ciudad de polvo apenas la noche,
el repudio se oculta tras viejas sombras.
Dejas en tu cuerpo la herrumbre
la fragancia y el misterio vagando en la palabra,
puerto neutral de indiferencia.
Te vuelves a partir en mil pedazos
que ya están rotos desde adentro.
¿En cuántos trozos de carne se divide la noche
que habita entre tus dientes?
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Jael Uribe. Publicista, diseñadora y poeta. Presidente del Movimiento Mujeres Poetas Internacional (MPI) Inc. Fundadora del Festival Internacional de Poesía y Arte Grito de Mujer.