La caída de imperio del amor
Cuando un mundo acaba, no es sólo el vacío que
Llena los corazones con su peso de duda;
También las palabras se deshacen en el espíritu
Que interroga el pasado.
Nuno Júdice
Que se puede escribir cuando se desploma el imperio del amor.
Todo en decadencia refulge
Bajo la mano
Como un aliento,
Como un solar caliente
O el aeda que se dispone a registrar en hexámetrosla caída
O el sitio de una ciudadque demoramos en erigir
Y ya no queda nada del amor sobre el amor,
Sobre estos muros, sobre estos cimientos,
Las pilastras y la casauna bitácora de derrumbes y eclipses,
Como la noche que nos deja sin campamentos
Y sin atavíos en la parafernalia de la destrucción.Me quedo desnudo
Sobre tu cuerpo, sin el yelmo y sin el casco.Me niego entonces a construir sobre otras edificaciones,
(La irremediable aureola
Del lobo que rodea el sendero de los pinos),
La fuente donde bebió el adolescente y el camello,
El morbo de montar en su giba
A la muchacha bosquejada en el mosaico
Y el rostro de aquel que no concebimos en su plena robustez
Cuando todo estaba en espera y la demarcación del corno bélico
Traspasaba
Los límites,
El vértigo de la tierra sobre los idiomas que vocalizan
Al acto pleno del amar,
Cuando nos toman los guerreros y los bárbaros como en toda epopeya
Y como en todo poema, en que los amantes derriban los templos,
Desmoronan las piedras e invaden las metrópolis,
Inspiran a suicidas y tragos exagerados de licor
Al contemplar un sacrificio azteca o maya por infidelidad,
Va el corazón traspasado por una serpiente en su rencor plumario
Y es condenado a quemarse sobre un vaso en la alquimia de los ritos.
Las cosechas siguen secas y si acaso reverdecen es por la lluvia
Que se instauraron por el fenómeno del niño.
Todo es vendaval, historia;
Mientras escucho décimas en punto de llanto en el estertor de la montaña
Y las palabras deshacen el espíritu
Y todo se trasmuta en palimpsesto,
En volúmenes traducidos por monjes,
En las caricias extintas para los pocos hablantes del futuro
Y todo se transforma en lengua muerta, en lengua viva, en dedos que recopilan mensajes como la humanidad de ahora.
Es por eso que me devuelvo cuando mi músculo cardíaco sigue bombeando
Como una maquinaria de materias voltaicas
Y si acaso fuese el último habitante,
Renuncio a desnucarme
Desde una torre
Sobre tu amor que ya no destruye, que ya no invade,
Que ya no me vive, que ya no me muere, que me levanta una y otra vez en la derrota,
En la caída
Por más que necesaria.
Anastasio Aquino, rey de los Nonualcos
Olvidamos al dios
bajo la corona de espinas.
Olvidamos que nunca más un dios
volverá a confiar en el mundo.
Paul Muldoon
Sí, podríamos comprender que no naciste para cortar los árboles,
Tampoco para recoger la leña en Santiago Nonualco ni para recordar el sabor
(de la ceniza;
Eras como un páramo que se extiende ante las galernas,
ante las plantas carnívoras que preguntan una y otra vez por el juego de pelota de los
indígenas mesoamericanos,
Aquellos que conformaban equipos rivales y que se disputaban el balón
Para traspasar la circunferencia en la esquizofrenia de la muerte.
Si te preguntaran, elegirías morir sobre los campos,
Intangible a las sogas y a las armas,
Mutarías en rosas y en rosales;
(Campesino desoído, río desoído). Así te dejaron
Sin tierra
Y la tierra
Ya no era nuestra
Y preguntaste a los torogoces:
“¿A dónde vuelan ustedes
Si ya no los vemos
Por nuestros caminos
Cubiertos de pedernales?
¿A dónde van sus colas
Y su aleteo con el cielo
De una despedida,
El amarillo que es fácil de recordar por las heredades del sol
Y el negro
Que hay en los ojos de las muchachas
Que nunca envejecerán
Como el rocío
Que hay entre las lenguas del zacate
Y en las hojas del loroco?”
Nada como portar una corona de espinas.
Nada como una corona de dolor
Aunque sea de oro,
Una corona de San José de la Iglesia del Pilar
Para no olvidar que podemos liderar un levantamiento sacro,
Que también hay un reino en la pobreza,
En la aurora y las raíces.
Yo también puedo ser el monarca
Con la tiara del carpintero y combatir el tiempo de las farsas.
Las matas de frijoles cubren los campos
Y no hay antecedentes de dinastías ni de sagradas familias.
Mi casa es el pecho de mi pueblo, sucio y desarrapado.
Soy el enemigo de los terratenientes y mayorales.
En la milpa escarbo,
En la milpa dibujo las numerologías de la fertilidad
Y el agua de la lluvia
Me devuelve una carta
Y soy Anastasio Aquino sin parcela;
Aquí con mis tropas
Y mis hombres
Terciando a los caballos, en las hogueras, en los madroños y bejucos.
Del cuello de mi alazán cuelgan las guirnaldas de los muertos;
Esas campánulas de mi país
Golpeado
Por las guerras y las entreguerras,
Donde toda la violencia trasciende a las saudades.
Nadie querrá repetir mi nombre,
Rey y Señor de los Nonualcos.
Esta es mi historia y la historia de El Salvador con mi cabeza despedida.
¿Dónde quedó entonces la corona de San José?
¿Dónde quedó entonces la corona del Rey y Señor de los Nonualcos?
El hacedor de cometas
pero sé que mañana serás del aire
José Watanabe
A Toño, el de Maya
Mi infancia estuvo traspasada por cometas
Rojas, amarillas, blancas, azules, verdes
Como aves en el cielo de la tarde. Toño solía
Confeccionarlas con virulí (unas delgadas cañas
Como los dedos envejecidos de una diosa)
Y papel de china repleto de alegorías y fabulaciones.
Pudieron ser velas de nave,
Alas de colibrí
O envoltorios de regalo;
Pero era seccionado y dispuesto sobre el rombo; geométrica flor de los puntos cardinales.
Mientras la goma de harina se secaba
Imaginaba un revoloteo
Conquistando la magnitud de un arcoíris.
Ahora que la calle pareciera estar desierta
Y que Toño ya no vive en la casa de Maya
Y que un trompo sigue girando enérgicamente
En el país de la nostalgia
Las recuerdo entre rondas, el escondido y el juego de la lata.
—Esa fue tu infancia. —me dijeron las cometas. —Tienes un hilo de poesía,
Te convertirás en él
Y sabemos
Que mañana
Serás del aire.
Para hacernos volar.
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Javier Alvarado (Panamá, 1982) ha merecido diversos premios nacionales e internacionales como el Ricardo Miró, Rogelio Sinán, Rubén Darío de Nicaragua, Nicolás Guillén, Hispanoamericano de San Salvador, Premio Internacional de Poesía Medardo Ángel Silva con un jurado compuesto por Antonio Gamoneda, Rodolfo Hinostroza y Julio Pazos. En 2023, la Academia de Buenas Letras de Madrid le concede por su trayectoria y obra el premio Dámaso Alonso.