Este mes vuelve la ópera en pantalla grande y por partida doble: “Don Giovanni”, de Mozart, y “Turandot”, de Puccini. A continuación, los detalles.

DON GIOVANNI 

El sábado 20 a la una de la tarde, en el cine Fine Arts Novo Centro, será transmitida desde The Metropolitan Opera House, de Nueva York, “Don Giovanni”, de Wolfgang Amadeus Mozart, con libreto de Lorenzo Da Ponte. Es una producción de Ivo van Hove, protagonizada por Peter Mattei, Adam Plachetka, Federica Lombardi, Ana María Martínez, Ying Fang, Ben Bliss, Alfred Walker y Alexander Tsymbalyuk. Dirige la orquesta Nathalie Stutzmann.

El estreno mundial de la ópera fue en Praga, en 1787. La duración es de aproximadamente 2 horas y 55 minutos, incluyendo un intermedio de 30 minutos. La sinopsis es la siguiente: 

PRIMER ACTO:

Sevilla, siglo XVI. Leporello monta la guardia en plena noche, delante del palacio del comendador. Está descontento con su trabajo de criado para el aristócrata Don Giovanni (Introducción: “Notte e giorno faticar”). De repente, la hija del comendador, Doña Ana, sale corriendo del edificio, forcejeando con el enmascarado Giovanni. Sus gritos despiertan a su padre, quien reta a Giovanni a un duelo y muere en el combate que sigue. Giovanni y Leporello escapan. Ana corre a buscar ayuda y regresa con su prometido, Don Octavio. Cuando descubre el cuerpo de su padre, hace que Octavio le jure vengar su muerte. Por la mañana, Giovanni y Leporello se encuentran por casualidad con una de las antiguas conquistas de Giovanni, Doña Elvira, desesperada porque éste la traicionó (“Ah! chi mi dice mai”). La reconoce demasiado tarde para poder escapar desapercibido, así que ordena a Leporello que le dé una explicación. Leporello le dice a Elvira que ella no es la primera, ni la última mujer, víctima de Don Giovanni, y le muestra el catálogo que guarda con el nombre de cada una de las mujeres que Giovanni ha seducido (“Madamina, il catalogo è questo”). 

Unos campesinos celebran la boda de Masetto y Zerlina. Atraído por la novia, Giovanni invita a los convidados a su palacio, y los envía a todos hacia allí, excepto a Zerlina. A solas con ella, le dice que está destinada para una vida mejor, y le promete casarse con ella (Dúo: “Là ci darem la mano”). Cuando se disponen a salir hacia el palacio, aparece Elvira y advierte encarecidamente a Zerlina sobre su pretendiente (“Ah, fuggi il traditor!”), antes de llevársela. Entran Ana y Octavio y le piden ayuda a Giovanni para encontrar al asesino del comendador. Entonces, entra Elvira de nuevo y le dice a Ana que no se fíe de Giovanni, quien afirma que Elvira está loca. Ana y Octavio se preguntan a quién creer (Cuarteto: “Non ti fidar, o misera”). Cuando Elvira se retira corriendo, seguida de Giovanni, Ana reconoce de repente la voz del asesino de su padre. Destrozada, pero decidida, le pide a Octavio una vez más que se vengue en su nombre (“Or sai chi l’onore”). 

A solas, Octavio reflexiona sobre su amor por Ana y se pregunta cómo devolverle la paz (“Dalla sua pace”). Giovanni le dice a Leporello que se prepare para beber y bailar toda la noche (“Fin ch’han dal vino”). En el jardín del palacio de Giovanni, Zerlina le pide a Masetto que la perdone. (“Batti, batti, o bel Masetto”). Al escuchar la voz de Giovanni, ella se pone nerviosa, despertando de nuevo las sospechas de Masetto. Entra Giovanni y conduce a Zerlina y Masetto al interior. Ana, Elvira y Octavio aparecen enmascarados, y Giovanni le pide a Leporello que los reciba. En el salón de baile, Giovanni baila con Zerlina y, mientras Leporello distrae a Masetto, la lleva a la habitación de al lado. Cuando grita pidiendo socorro y vuelve corriendo al salón de baile, Giovanni acusa a Leporello. Ana, Elvira y Octavio se quitan las máscaras y junto con Zerlina y Masetto, acusan a Giovanni. Aunque sorprendido por un momento, éste consigue desconcertarlos y escapar.

SEGUNDO ACTO: 

Leporello amenaza con dejar su trabajo de criado, pero cuando Giovanni le ofrece más dinero, cambia de parecer. En la oscuridad, los hombres intercambian sus sombreros y abrigos debajo de la ventana de Elvira. Leporello, con la ropa de su señor, se lleva a Elvira, permitiendo que Giovanni le dé una serenata a su doncella. (“Deh, vieni alla finestra”). Cuando llega Masetto con un grupo de campesinos que ha reunido para perseguir a Giovanni, éste, disfrazado, los separa y los envía en direcciones diferentes. Después le da una paliza a Masetto y se va. Zerlina encuentra a su prometido magullado, y lo reconforta (“Vedrai, carino”). 

Más tarde, esa noche, Leporello, al que Elvira todavía toma por Giovanni, es sorprendido por Ana, Octavio, Zerlina y Masetto, que acusan al supuesto Don Giovanni, a pesar de las protestas de Elvira. Temiendo por su vida, Leporello revela su verdadera identidad y huye. Octavio declara que se vengará de Giovanni y pide a los demás que cuiden de Ana (“Il mio tesoro”). Elvira piensa en la traición de Giovanni, a quien ama todavía a pesar de todo (“Mi tradì quell’alma ingrata”). Leporello encuentra a Giovanni en un cementerio. Mientras habla de su última conquista, Giovanni es interrumpido por la voz de la estatua en la tumba del comendador. La voz le previene de que, por la mañana, ya no reirá más. Giovanni obliga al aterrado Leporello a invitar a la estatua a cenar (Dúo: “O statua gentilissima”), y la estatua acepta. 

Octavio le pide nuevamente a Ana que abandone el luto y se case con él, pero ella le dice que no puede hacerlo hasta que la muerte de su padre haya sido vengada (“Non mi dir”). Leporello sirve la cena en el palacio de Giovanni. Elvira entra, y desesperada, trata de convencer a Giovanni por última vez de que cambie de vida, pero éste se limita a reírse de ella. Elvira se va corriendo. Alguien llama a la puerta, y entra la estatua. Giovanni la saluda mientras Leporello se esconde debajo de la mesa. La estatua le pide a Giovanni que se arrepienta (“Don Giovanni, a cenar teco”). Cuando él se niega rotundamente, es consumido por las llamas. Elvira, Ana, Octavio, Zerlina, Masetto y Leporello aparecen, contemplando su futuro y el sino de un hombre inmoral (“Questo è il fin di chi fa mal”).

TURANDOT 

La otra ópera que podremos ver este mes es “Turandot”, de Giacomo Puccini, con libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, el domingo 21 a las 5:30 de la tarde, en una producción de The Royal Opera House, de Londres, proyectada en una pantalla instalada en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, gracias a una alianza entre dicho teatro, la Fundación Amigos del Teatro Nacional, la Fundación Sinfonía, la Cámara Británica de Comercio y la Embajada del Reino Unido.

Es una producción de Andrei Serban, protagonizada por Anna Pirozzi, Yonghoon Lee, Masabane Cecilia Rangwanasha, Vitalij Kowaljow, Hansung Yoo, Aled Hall, Michael Gibson, Alexander Kravets y Blaise Malaba. Dirige la orquesta Antonio Pappano.

El estreno mundial de la ópera fue en Milán, en 1926. La duración es de aproximadamente 3 horas y 20 minutos, incluyendo dos intermedios. La sinopsis es la siguiente:

PRIMER ACTO:

Érase una vez que, en una concurrida plaza en Pekín, un mandarín proclama que Turandot, una princesa de China, se casará con el príncipe que resuelva tres adivinanzas, pero de no acertar, el castigo será la muerte. El príncipe de Persia intenta y fracasa y está por ser ejecutado. La multitud sedienta de sangre se aproxima al palacio para presenciar la ejecución, pero los guardias se lo impiden.

En medio de la confusión, Timur, un anciano, se cae; Liú, su joven esclava, pide auxilio y de pronto un príncipe desconocido sale de entre la multitud dispuesto a ayudar. Al instante el príncipe reconoce a Timur, su padre, de quien lo separaron cuando les usurparon el reino. Timur le explica a su hijo que Liú ha sido la única de sus súbditos que se ha mantenido fiel a él; acompañándolo y cuidándolo en su exilio. Cuando el príncipe le pregunta a Liú la razón de sus atenciones hacia su padre, ella le responde: “Porque un día, desde el palacio, tú me sonreíste.”

Ahora trasladan al príncipe de Persia hacia el lugar de ejecución. La princesa Turandot aparece ante la multitud y el príncipe desconocido se enamora instantáneamente de ella. Ignorando las súplicas de Liú y de su padre, el príncipe trata de atinarle al gong que le hará cualificar como uno de los pretendientes. De pronto aparecen tres figuras misteriosas: Ping, el gran cónsul; Pang, el proveedor general y Pong, el cocinero principal. Los susodichos ponen sobre aviso al príncipe desconocido de que aspirar a la mano de Turandot conlleva arriesgar la propia vida y, dado que sus argumentos no surten efecto, le impiden cuerpo a cuerpo que se acerque al batintín, pero en vano, porque el príncipe se les escapa y logra sonar el gong, aceptando así el reto de Turandot.

SEGUNDO ACTO:

Un pabellón en el palacio donde Ping, Pong, y Pang se preparan para lo que venga, ya sea una boda, si el príncipe desconocido adivina los acertijos correctamente o un funeral si fracasa. El trío lamenta el estado en que se encuentra China, ejecuciones se dan todos los días y ellos están desperdiciando su vida trabajando para una princesa sanguinaria. Ellos ansían ver el día en que Turandot se case y vuelva la paz a China.

En frente del palacio imperial, una multitud se reúne para ver al príncipe desconocido resolver las adivinanzas de Turandot. El propio emperador le ordena al príncipe que se dé a la fuga, pero el joven está dispuesto a pasar la prueba. Se presenta Turandot anunciando que se encuentra poseída por uno de sus antepasados, la princesa Lo-u-ling, una virtuosa líder, joven soltera, que murió en manos de un rey conquistador. Para vengar la muerte de Lo-u-ling, Turandot promete no casarse nunca.

Turandot ofrece sus tres acertijos y el príncipe los adivina. Turandot le suplica al emperador que no la entregue a un extraño, pero él le recuerda que su juramento es sagrado. El príncipe desconocido anuncia que él no desea tomar a Turandot en contra de su voluntad y le ofrece la oportunidad de evadir el matrimonio: si ella logra adivinar su nombre antes del amanecer, él le permitirá que se le ejecute. Turandot acepta la oferta.

TERCER ACTO:

Esa misma noche en el jardín del palacio, Turandot declara que nadie en Pekín deberá dormir hasta que se descubra el nombre del príncipe. Ping, Pang y Pong provocan al príncipe para que revele su nombre, ofreciéndole mujeres, tesoros y gloria.

Aparece un grupo de guardias de la ciudad, arrastrando a Liú y a Timur. Turandot se presenta para servir de testigo de la tortura y la interrogación. Liú, osadamente, asegura ser la única que sabe el nombre del príncipe, pero que nunca lo revelará. Los soldados la torturan, pero Liú, fortalecida en su amor, se niega a declarar el nombre del príncipe. Liú predice que Turandot terminará enamorada del príncipe y, tomando una daga del cinturón de uno de los soldados se da de puñaladas. Timur, el príncipe y la multitud guardan luto por su muerte.

El príncipe rompe el velo que cubre el rostro de la princesa y la besa. Ella reacciona con miedo y confusión, pero al amanecer ella se rinde a sus secretos sentimientos de amor por él. Transformada, pero aún avergonzada por su derrota, Turandot le pide al príncipe que la deje, pero en lugar de irse, él le dice su nombre: Calàf. Al descubrir el nombre del príncipe, el orgullo se apodera nuevamente de Turandot porque sabe que puede ejecutarlo y todo parece indicar que lo va a hacer.

Más tarde, dirigiéndose a su padre y a la multitud en frente del palacio imperial, Turandot anuncia que ahora sabe el nombre del extraño: se llama amor.

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Jimmy Hungría. Gestor cultural y cinéfilo. Amante del teatro, de la música. Aspirante a chef. Autor del libro Gastronomía musical y bibliografías en construcción y de la columna Tívoli.