Una suerte de amor

Apenas se insinúa, empieza a arder 

Apenas arde, se revela eternidad

Apenas se muestra eternidad, se esfuma

Apenas se esfuma, insinúa su imperio

En la violenta civilización

Un día de amor cura mil heridas

Quizás cause otras tantas

Pero amor nunca deja cicatrices

sino caudales para el caleidoscopio

No más guerra 

En mayo encielado por luna de flores

Trinidad fruitiva en la noche planta su ambarino estanque

Al pie de muralla tres signos fervientes seducen cometas 

Cubierta de gasas marinas capital ahumada 

parpadea voces

nombres giratorios

Flamboyán en ártico asciende campana de láminas

Rebelde amuleto en observatorio aspira delicias

Y las suculentas de otros días abiertos

hinchan epicúreas corrientes canoras

Rompe el pensamiento su confín y sello

Despierto 

Despierta

De cristal el astro íntegro del jueves

Lectura de sonidos

Oigo a una golondrina oteando el motín del viento

A un cuervo planeando series matemáticas 

A un barrancolí seduciendo a la neblina 

(los pinos tupen sus raíces)

(las pupilas de las ancianas fosforecen)

Oigo a un zumbador fijando el bosque en una cayena

A un canario dorando el mundo en una semilla 

A un zorzal enseñando su voz 

(los desasosegados se aclaran)

(asesinos regurgitan besos natales)

Oigo a un pájaro carpintero incitando a una boa

A una cotorra arrojando palabras enjauladas

A cien jilgueros encender la tarde en la montaña “sin un alma”

(silbidos enraman tripas)

(niñas hacen amigos en un volumen de fábulas)

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Ángela Hernández, cuentista, novelista, ensayista dominicana y Premio Nacional de Literatura 2016. Es la autora de la imagen de portada.