Foto de portada: Lauristely Peña
A las hermanas Mirabal:
Minerva, Patria y Maria Teresa
Seguimos aquí. Fuimos canción en la pradera, despedida del hombre, de los hijos y del vientre. Dolor que nos define entre huesos. Fuertes huesos que cubren la ciudad. Nunca huimos. Nunca lloramos sobre el manto azul y verde que atrapa el colibrí, el dolor trenzado en nuestra carne. Nunca ignoramos el polen amarillo de las flores ni el camino rocoso hacia el hogar: tierra hueca que espera la igualdad sin penuria ni destierros. Nunca dimos las armas ni escondimos temores. Alzamos en tu nombre la isla. Rogamos en los hijos la batalla que nos predijo el tiempo, ese último abrazo. Confiamos en ti: isla que cubre los zapatos, cuerpo rojo como amapola silvestre, ultrajado con golpes en la piel. Cantamos nuestro himno en las escuelas. Hoy estamos en deuda con el tiempo. Ya es de polvo la manilla, el reloj y los aretes. Tal vez de hierro el polen que cubre este jardín. Nunca dejamos atrás la fuerza del que lucha. El valor del que aguanta en cárceles el odio. El dolor de quien pena. Nunca nos fuimos de la tierra amada.
El ave en
La libertad es una alfombra estirada. Corro en dirección contraria sobre las piedras que me aguardan. Seré la luz, lo sé. Seré ave que vuela y llora en su rama. Voz tenue dentro de mi garganta. Casi nadie la escucha, casi nadie suele llegar a mi angustia de pájaro silvestre. La libertad es una alfombra estirada, una hoja seca que vuela y navega como cenizas en el mar. Temblor y barco fui en mis aceras grises con banderita roja centelleante. Venda en los ojos y nudo en mi garganta. Canto fui mientras la gente volvía a preguntar por el fin de la guerra.
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Zurelys López Amaya (La Habana, 1967), es poeta, narradora y periodista; editora de la revista Editorial Unión de la Unión de escritores y artistas de Cuba.