Escribo desde el otro que muere en esta hora.
Con los ojos del buitre que descansa en su hombro,
bebiéndose la noche que termina en la lengua,
sorbiendo poco a poco la peste de la huida.
Escribo desde el ángulo inédito del vidrio.
Con el sonido rancio de la costilla rota
desde el espejo ocre que bifurca la muerte,
en cada rayo oblicuo que desdice el origen.
Nadie leerá estas sílabas de azufre y crisantemos
hechas para el espanto de los ojos que vienen.
La muerte que me acosa está naciendo aun
en otra pesadilla que se cuece en los párpados.
Escribo desde el otro
que morirá por mí y no sabe mi nombre.
De ese grito de sal que se deshace inútil
bajo una lluvia añeja que vuelve del pasado.
Escribo con los dientes de la boca del perro
que le ladra sin fe al fulgor de la antorcha
con la gota de sangre que se seca sin ruido
sobre el pecho zurcido por todas las navajas.
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César Sánchez Beras (dizque de la capitai). ¡Un pan de Dios, mientras duerme!
Imagen de portada: Jimmy Valdez Osaku