La exitosa participación dominicana en la Feria del Libro de Madrid de 2019, donde se celebraron 130 actos culturales, con la participación de más de cien autores, poetas, historiadores, actores, periodistas, etc., ha puesto sobre el tapete la cuestión de la difusión de la cultura dominicana en el exterior. Por mucho que alabemos esa participación en Madrid, donde la RD fue el país invitado, lo que está muy claro es que una golondrina no hace verano.
Lo de Madrid fue una concentración de fuerzas en un lugar y en un momento dado, que causó una magnífica impresión. Téngase en cuenta que más de 2 millones 300 mil personas se calcula que visitaron la Feria y eso significa que escucharon hablar de República Dominicana, vieron una exposición de fotografías de monumentos y paisajes dominicanos y una parte, obviamente, sensiblemente menor, asistieron a los actos culturales programados e incluso compraron libros de autores dominicanos o los hojearon. Todo eso significa que hubo una presencia de la cultura dominicana y, no sólo en el recinto ferial, sino también en los medios de comunicación españoles. Durante esos días se habló de la RD en España.
Hace muchos años atrás, me quejaba de la poca presencia en los medios de comunicación de España, de la República Dominicana e incluso de la llamada Iberoamérica o América Latina. En esa época, cuando se hablaba de los países de nuestra América morena, se hacía sobre todo, por los desastres causados por catástrofes naturales, por conflictos armados, por golpes de Estado o en momentos puntuales, por elecciones o la visita de algún mandatario a Madrid o del Jefe de Estado o Presidente del Gobierno de España a nuestros países.
Eso ha cambiado. Incluso algunos periódicos españoles se editan simultáneamente en América Latina. Y con el gran flujo migratorio de los años finales de los noventa y principios del 2000, la prensa trataba de la inmigración y sus problemas, entre ellos, el crecimiento de la delincuencia cometida por extranjeros, porcentualmente inferior a la de los españoles pero relativamente alta en función de la población inmigrante. Precisamente, durante la celebración de la Feria del Libro, todos los medios informaron de una gran redada realizada por la policía nacional y catalana en el barrio del Raval, dónde desmantelaron una gran red de ciudadanos pakistaníes que traficaban con drogas y señalaban que anteriormente, la red había estado controlada por ¡dominicanos!
La imagen de la República Dominicana en el exterior es muy importante para el país. Económicamente, los que siguen la economía dominicana con fines de inversión y comercio, saben muy bien que los indicadores del país son favorables para la inversión. También saben que el costo añadido de invertir implica que, hacerla resulta poco ágil, no sólo por trabas burocrático-legales sino porque los políticos dominicanos exigen comisiones desmedidas. Un empresario decía, años atrás, que le exigían una comisión para la “alfombra roja”, otra para el partido, y otra para el político que estaba negociando con él. Un compañero mío de facultad me confesaba que él no volvería a aceptar contratos para trabajar en RD porque el político donde desempeñaba sus servicios contractuales, le exigía que le diera en comisión ¡la mitad del presupuesto del contrato de servicios!
Pongo lo anterior como ejemplo de que la RD es percibida como un país de gran corrupción política, también de que una parte —aunque ínfima—, de su población inmigrante se dedica a actividades delictivas o violentas (bandas juveniles violentas), siendo la realidad que la mayor parte trabaja duro para vivir dignamente. No se puede dejar de admitir que la imagen existente es que somos un pueblo de baile, ron, fiestas, bullicio y poca cultura formal. Somos casi invisibles en materia cultural.
Sin embargo, como Estado Nación, somos otra cosa, pero es necesario un arduo trabajo de cambio de imagen, para resaltar nuestros elementos positivos y disminuir o reducir a su justa proporción los aspectos negativos. Para lograr eso no basta una blitzkrieg (guerra relámpago) cultural, una ofensiva concentrada en unos pocos días, sino una labor continua y concertada en el espacio y en el tiempo.
No es necesario estar años planificando qué hacer, sino actuar con unas reglas mínimas y rigurosas y con un presupuesto que cualquier Estado es capaz de asumir. En los países de mayor población de inmigrantes dominicanos y en aquellos con mayor inversión de capitales en el país, además de los que proporcionan mayor afluencia de turistas hacia la RD, se tiene que programar presentar durante todo el año, una serie de actos culturales en centros de reconocido prestigio y dirigidos no solo hacia los inmigrantes sino preferentemente hacia los creadores de opinión y al público interesado de cada uno de esos países, en poesía, narrativa, ciencias sociales, teatro, música, danza, etc.
La manera de hacerlo sería contratar durante un período determinado a un autor, para que dé conferencias en un país determinado o en varios países. A un poeta para que hable de la poesía dominicana y de su propia poesía y departa con sus colegas de esos países. Igualmente respecto a los historiadores, politólogos, sociólogos, economistas, dramaturgos, pintores y un largo etc. Las embajadas y consulados, si cabe, en los países respectivos, deben organizar toda la logística con los medios y relaciones que disponen y teniendo en cuenta que es el Estado Dominicano quien contrata a las personas destinadas a esos ciclos de conferencias y recitales, les paga un estipendio, dietas de viaje y estadía para realizarlos.
La decisión de quienes serían los escogidos, en mi humilde opinión, debería de ser un asunto a discutir entre el Gobierno y las Academias, Colegios o asociaciones profesionales, teniendo como único criterio los méritos y capacidades demostradas por los mismos. El factor político debe ser irrelevante, porque no se trata de ir a hacer campaña político-electoral al extranjero, se trata de ir, predominantemente, a hablar con y para extranjeros, y para ello basta y sobra tener conocimientos y aptitudes para representar al país y enaltecer la cultura del pueblo Dominicano y con ello mejorar la imagen del país.
Torrelodones, 24 de junio de 2019
Carlos Julio Báez Evertsz. Doctor en sociología y politólogo. Autor de Desigualdad y clases sociales, Madrid, 2017.