Fotografía de portada: detalle de la obra luto, de Iris Pérez.
Hoy he visto a una mujer llorándole los huesos
en ellos los recuerdos se aposentan
entretejen su sueño tan estropeado como sus pies
sus manos, sus senderos de carne
mientras cabizbaja, sus ojos cerrados se deslizan a la tierra
su espalda semi desnuda piensa rumores de los años vividos
las memorias se pierden con el hambre
el hambre catapulta cualquier gesto de alegría
Hoy he visto a una mujer envuelta en un rosado
hasta donde comienzan sus dos rumbos
con la cabeza cansada y su pelo de una pulgada
tocando su vientre ancho y las rodillas
en un escalón cualquiera de una estación del tren.
Muchos pies menos, a esta hora arrastran la fatiga de un día largo
menos y menos dedos afincan la ternura que instantes atrás
rozaron brazos, muslos vientres o se geometrizaron
en algún sofá tibio una cama caliente o un suelo fresco
Y a esa mujer, hoy en mi cartera me la he traído
para mantenerla viva digna plena, en una habitación de mis libreros.
Cuando cesa mi llanto empieza mi danza.
Y danzo porque conozco el placer…
…Retorno a mi tiempo de las moradas infinitas,
al que pertenezco.
Mía Gallegos
Amanecer
Amo
Me entrego
Descubro el placer de la piel y la sangre
Muevo mis ojos hacia donde está Dios
Mirándome
Observándome
Limpia de odios
Le saludo con mi mirada
Perdida en el aire
Una sensación resbala por todo mi cuerpo
Y muerdo el grito que asaltami garganta
Un susto que alegra
Aloca mis brazos
Y mis manos van a los párpados
Los bajan
Una fuerza inusual las tira a las sábanas
Las aprieta en formas distintas
Y la garganta explota
Y el grito escapa
Profundo
Me olvido del vecino
Del teléfono que se vuelve inoportuno
Del tiempo que me asedia
Y pienso solo en mí
En este regalo que merezco
El sueño llega
Y el temor me invade
Desde mi inconsciencia
Me veo dormida
Desnuda
Con una tranquilidad que abruma
Busco una nueva forma en la cama
Respiro satisfecha
Liviana
Se ha vuelto oscuro el día
Entonces llueve
Racimos de agua caen mansos
Me levanto
Desde la ventana
miro los árboles
Cantando la canción de la dicha
Paz perpetuada en la tierra
Y de nuevo siento el grito
Atrapado en mi garganta
Pero hay algo que difiere del primero
No me pesa el deseo
Estoy liberada de miedos
En mis ojos cabe más la noche y sus misterios
La lluvia en las ramas
Me devuelve a los años donde todo era inocencia
Y me percato
de que ha sido largo el tiempo
Que todas las edades tienen su parte hermosa
Es cierto que hubo llantos
Quemando las paredes
Humedeciendo almohadas
Sábanas y libros
Pero hoy
La lluvia ha lavado los dolores viejos.
—
María Yrene Santos, docente y poeta dominicana; organizadora de The Americas Poetry Festival of New York (TAPFNY). Secretaria General de la Asociación de Escritores Dominicanos en los Estados Unidos (ASEDEU). Profesora de Español en The City University of New York y St. John’s University.