La organización artística “Cinema Tropical”, radicada en Nueva York, Estados Unidos, publicó hace poco una lista de las mejores películas latinoamericanas de la década (2010-2019). El cine dominicano tiene admirable representación. Junto con Cocote (Nelson Carlo de los Santos, 2017), otras dos películas coproducidas por la República Dominicana, Jean Gentil (2010) y Dólares de arena (2014), se encuentran en dicha lista1. Estas últimas fueron dirigidas por la dupla de realizadores Laura Amelia Guzmán (Santo Domingo, 1980) e Israel Cárdenas (Nuevo León, México, 1980).
Con motivo de esta entrega especial para “Plenamar” sobre la cinematografía criolla, aprovecharé para realizar un recorrido por los primeros trabajos de este dúo multifacético, desde su primer largometraje de ficción, Cochochi (2007), hasta Dólares de arena. Como aclaración, no trataré Noelí en los países (2016) ni Sambá (2017), así como tampoco su nueva película, La Fiera y La Fiesta (2019), con el actor Udo Kier –que bien pudiera ser la continuación de este texto para otra ocasión–.
Pero primero, un poco de contexto. Con la promulgación de la Ley Núm. 108-10, “para el fomento de la actividad cinematográfica en la República Dominicana”, se han filmado más de 190 películas nacionales2. Según datos gubernamentales presentados por la Dirección General de Cine, con los estímulos tributarios que otorga la ley, el género del drama ha tenido un auge notorio en contraposición a la comedia. Gracias a la legislación, se ha permitido la incursión de nuevos talentos que producen un cine más idiosincrático y alineado a la concepción artística del séptimo arte. Este era un componente del cual se carecía en la industria, salvo excepciones (Ángel Muñiz, José María Cabral, Leticia Tonos).
En mis escritos anteriores, he dejado entrever mi interés por la teoría del cine de autor. Es preciso destacar que no sólo se considera como tal aquel cine realizado por directores que mantienen una misma línea temática en sus trabajos, sino aquel que se perfecciona a través de una estética visual que esboza un estilo distintivo. Al margen de su filmografía variopinta, Laura Amelia e Israel consideran que hacen “la misma película una y otra vez”3. Evidentemente, no hacen la misma película; sin embargo, existe una consistencia con contar historias sensibles y en establecer una definida manifestación técnica que remiten a una premisa parecida de todo lo que han hecho. Esto bien los hace calificar como cine de autor.
Otra característica de esta esencia artística exige colaboración y sinergia entre los principales encargados en la producción cinematográfica. En la dinámica de su trabajo, Laura Amelia e Israel han expresado sus roles cuando realizan una película. Previo a la escogencia de un proyecto, ambos idean sus historias y se las comentan, en un intento mutuo de encontrar interés genuino4. Durante el rodaje, ella se enfoca en trabajar las actuaciones de su elenco, mientras que él es el encargado de la cámara y los aspectos técnicos5.
Así llegamos a Cochochi. Producida junto a Diego Luna y Gael García Bernal, la película cuenta la historia de dos hermanos indígenas, Evaristo y Tony, que, tras graduarse de sexto curso, deben emprender un viaje por una sierra mexicana para llevarle un medicamento a un familiar. Sin embargo, cuando pierden a su caballo en medio del trayecto, los hermanos se separarán y esta eventualidad les dará la oportunidad de crecer y definir algunos deseos inmediatos en sus vidas.
Los hermanos son caras distintas de una misma moneda. Por un lado, Evaristo es ensimismado, sensible y temeroso, quien añora continuar sus estudios. Tony, por su parte, es un verdadero tíguere: rebelde, independiente y resoluto; a quien le fue concedida una beca para seguir su educación –que poco le interesa, ya que no asistió a su graduación y se deshizo de su mochila zumbándola desde lo alto de un acantilado–. En el seno de su relación, por encima de un lazo afectivo, existe un sentido de supervivencia. Ambos provienen de una región de escasos recursos y de características autóctonas. La historia se centra en emular pequeños, pero significativos episodios que delinean y fortalecen el carácter de las personalidades de nuestros héroes infantiles.
En términos artísticos, la pareja de cineastas comparte el mando de los aspectos más nodales, como el guion, la dirección, el montaje y la dirección de fotografía. Con un estilo de cámara hand-held, Laura Amelia e Israel yuxtaponen la vasta naturaleza alrededor de los chicos, constriñen la imagen y encapsulan la historia, dando la impresión de presenciar en planos cercanos este rural coming-of-age. El diseño de producción, aunque minimalista, otorga la posibilidad de esbozar un microcosmos definido y lleno de lirismo visual. Las actuaciones de los niños son muy buenas, pero principalmente la de Evaristo que, para su pequeña edad en aquel entonces, es deslumbrante en su fragilidad y tristeza.
Desde este emotivo inicio, entiendo que se perfilan las pasiones cinematográficas de Laura Amelia e Israel. Lo cierto es que una cuestión esencial en sus trabajos es el interés de retratar un cine en el cual confluyan en una misma vertiente la realidad y la ficción. En Cochochi, los niños sí son hermanos en la vida real y viven en la región en que se desarrolla la historia. Con Jean Gentil, su segundo largometraje, también hacen absorción de su entorno, pero en vez de esbozar una realidad cotidiana que pudiera pasar desapercibida, es una problemática imperante en la República Dominicana.
Jean Gentil trata sobre las penurias de un inmigrante haitiano –Jean Remy Genty–, quien sufre las fallas y los prejuicios de un sistema cruel y xenófobo. A pesar de ser un calificado profesor, Jean sólo consigue trabajo en el sector de las construcciones de torres en Santo Domingo. Su dignidad es puesta a prueba hasta en la manera en que vive: un insensible hacinamiento. Al final, Jean se refugia en las orillas de una playa en el noroeste del país, mientras es consumido por un insoportable dolor de cabeza y se entrega a la serenidad de la naturaleza tropical.
Es una mirada desapasionada y cruda por parte de Laura Amelia e Israel a una realidad sociocultural contrariada y llena de contrastes. No sólo por las distancias pasionales y autoimpuesta entre dos pueblos vecinos que parecen no querer convivir con decencia. Por un lado, filman una metrópolis con altos edificios en el polígono central que se erigen sobre zonas pobladas y paupérrimas, mientras que, por otro, presume de zonas costeras de bellezas paradisiacas y que son habitadas por personas humildes. La odisea del profesor da lugar a una actuación sentida y orgánica de Remy Genty.
El siguiente trabajo de Laura Amelia e Israel fue un largometraje de tintes experimentales, Carmita (2013). En las postrimerías de su vida, la actriz cubana Carmen Ignarra vive sola en una gran casa en México, mientras recuerda lo cerca que estuvo de ser una gran estrella de cine. Casi tuvo la posibilidad de trabajar con Michelangelo Antonioni y Luis Buñuel. Se regodeaba con la crema y nata del showbiz de la época dorada del cine mexicano y era amiga del dueño de la productora MGM. Sin embargo, los celos y el egoísmo de su esposo se lo impidieron; y, lamentablemente, sus aspiraciones fueron truncadas.
Carmita está compuesta por una parte documental y otra de ficción. En efecto, “Carmita” hace un recuento pormenorizado de su vida, a través de confesiones y material fotográfico. Sin embargo, es una persona grandilocuente y exagerada: una anciana tan cascarrabias como dulce; tan flemática como destructiva –incluso, a su propio perjuicio–. También es ficción porque desconocemos que tan real es lo que cuenta la vieja. Pero principalmente porque Laura Amelia –la directora– participa activamente como amiga y, en cierto sentido, su criada doméstica, fungiendo como enlace de la audiencia. Al parecer, esta intromisión directa con el objeto de estudio sucedió con fácil naturalidad6. En sentido general, es un remarcado y complejo estudio de personaje.
Con la última película que analizaré brevemente, la ambición de la dupla es mayor y da lugar a su segunda mejor obra dentro de su filmografía. Dólares de arena, basada en la novela homónima del escritor francés Jean-Nöel Pancrazi, es la primera vez que la dupla hace una adaptación cinematográfica. Sin embargo, Laura Amelia e Israel se tomaron la libertad de realizar un cambio sustancial: la pareja protagonista, en vez de ser homosexual, sería lésbica.
Esta película cuenta la historia de una anciana europea, Anne –Geraldine Chaplin, la primera gran actriz con la cual trabajan–, quien vive cerca de las playas de Samaná. Anne mantiene una foránea relación con una joven dominicana, Noelí –Yanet Mojica–, quien se aprovecha de ella a instancias de su jevito, Yeremi –Ricardo Ariel Toribio–. Este entramado de romance, ilusión y beneficio ajeno permite un vistazo a las vicisitudes de los extranjeros en el país, que escapan de sus países y apuestan encontrar lo que carecen en nuestro paraíso caribeño.
Como Jean Gentil, esta una película de múltiples contrastes. Es una celebración a la identidad dominicana por medio de un retrato fidedigno de Samaná, sus playas y sus discotecas. Es honesta en mostrar el instinto de búsqueda de la gente de pocos recursos materiales, así como la posibilidad de concretizar el amor y la felicidad en otras personas. También es un retrato sutil a la cultura sexual, a las repercusiones de nuestros actos y a la desigualdad social. La bachata, como género musical, juega un rol primordial en impregnar un ritmo amargo y triste a los protagonistas y las situaciones que se nos presenta.
Para finalizar, Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas sí hacen cine de autor en la República Dominicana. En los últimos meses, es una apreciación que despierta interés dentro de la crítica cinematográfica criolla, donde cada vez más los cinéfilos nos interesamos por escudriñar sus manifestaciones7. Resulta también imprescindible para consolidar una industria aún pujante y que debe buscar voces distintivas para una mejor proyección en el extranjero. Es una expresión comprometida a asumir el riesgo creativo como una experiencia transgresora para el crecimiento de los artistas. La única concesión que pueden permitirse es con la finalidad de mejorar la calidad de su estilo. A mi juicio, Laura Amelia e Israel lo garantizan y lo certifican.
Fuentes consultadas:
[1]. CINEMA TROPICAL. The 10 Best Latin American Films of the Decade. Publicado en el siguiente enlace: https://www.cinematropical.com/10-best-films
[2]. Dirección General de Cine. Resultados de la Ley No. 108-10 para el fomento de la actividad cinematográfica en la República Dominicana 2010-2018. Publicado en el año 2019. Disponible para descargar en formato “PDF” en el portal institucional: https://dgcine.gob.do/web/
[3]. BETANCOURT, Manuel. Film. The Directors of ´Beauty Kingdom´ on Why Funding Dominican Films is Much Easier than in the Past. Revista de variedades “Remezcla”. Publicado el 4 de abril de 2017. Disponible en: https://remezcla.com/features/film/israel-cardenas-laura-amelia-guzman-beauty-kingdom-tfi-latin-america-fund-2017/
[4]. DE LOS SANTOS ALMÁNZAR, Inés. Laura Amelia Guzmán y su crecimiento en el cine autoral. Blog de cine “Cocalecas”. Publicado en 2017. Disponible en el siguiente enlace: https://cocalecas.net/2017/06/laura-amelia-guzman-y-su-crecimiento-en-el-cine-autoral/
[5]. REDACCIÓN. Hablamos con Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán sobre “La fiera y la fiesta”. Portal informativo de cine iberoamericano “NotiCine.com”. Publicado el 20 de febrero de 2019. Disponible en el siguiente enlace: http://noticine.com/noticias/estrenos/28659-hablamos-con-israel-cardenas-y-laura-amelia-guzman-sobre-la-fiera-y-la-fiesta.html
[6]. PAGÁN SOTO, Hugo. Entrevista a Laura Amelia Guzmán. Blog de cine “Cine Dominicano y espectáculos”. Publicado el 11 de mayo de 2014. Disponible en el siguiente enlace: https://cinedominicano.com/entrevista-a-laura-amelia-guzman/
[7]. NOBOA PAGÁN, Angélica. Etzel Báez y la atención cinemática a la memoria nacional. Periódico dominicano “Acento Diario”. Publicado el 12 de octubre de 2019. Disponible en: https://acento.com.do/2019/opinion/8738530-etzel-baez-y-la-atencion-cinematica-a-la-memoria-nacional/
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Ysidro Eduardo García es abogado. Oriundo de San Francisco de Macorís. Egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Desde joven, es un amante del séptimo arte y la crítica de cine. Ha tomado cursos de Producción Cinematográfica en la Escuela Altos de Chavón.