Una orquesta sinfónica se define como una agrupación musical que interpreta principalmente música clásica o culta. Está formada por varias familias de instrumentos musicales: viento madera, viento metal, percusión y cuerda, e integrada en promedio por ochenta o cien instrumentistas. Trabajar en equipo como un cuerpo único, es el mayor reto. La formación de orquestas como las conocemos hoy en día se la podríamos atribuir a Joseph Haydn, ya en sus últimas y más bellas sinfonías.
Pero una orquesta es más que un conjunto de instrumentistas: es un conglomerado de seres humanos –en este caso, músicos– que, bajo ciertas reglas y obligaciones, se reúnen para hacer música. Son una familia; los temperamentos se encuentran, rivalizan, se reconcilian, se aman. Están unidos por un lazo único, la música. Con afán y dedicación trabajan como un solo cuerpo al que, cuando escuchamos tocar, nos hace vivir un montón de sentimientos y placer. Sin ellos no habría orquesta; ellos son la orquesta.
Durante el clasicismo (1750-1815), las orquestas vivieron su mayor evolución y desarrollo. Instrumentos que hasta entonces eran opcionales, como las flautas, trompetas o timpanis, se convierten en indispensables. Progresivamente, se va imponiendo la figura del director, presente al frente de la orquesta.
Nuestra Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) cumple 80 años. No es una anciana, si la comparamos con orquestas que vienen caminando desde los 1800 y son referentes. Podríamos decir que todavía nos falta un buen trecho para alcanzar una completa madurez. Sin embargo, debemos sentirnos orgullosos de que nuestra orquesta ha continuado perfeccionándose, estudiando, madurando y que seguirá el camino trazado desde sus inicios por su primer director, el cual su actual director con empeño continúa.
Nuestra Orquesta Sinfónica Nacional es el centro, la joya de nuestra vida musical. A ella y a su director, el Maestro José Antonio Molina, les debemos todo nuestro apoyo. Sin nuestro soporte, no podrá continuar, no podrá seguir deleitándonos concierto tras concierto, temporada tras temporada. Para nuestra orquesta, que nos llena de orgullo, es imprescindible contar con todos los que amamos la música. No basta la contribución gubernamental, y es necesario que todos estemos presentes: sector privado, público en general, amantes de la buena música. Ponderar lo logrado en ochenta años es de rigor, apostando por muchos años más, llenos de brillantez, de constante superación y de espléndida música.
Un nutrido aplauso para nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, para cada uno de sus integrantes y para su director Titular, Maestro José Antonio Molina, quien no descansa hasta lograr que cada concierto sea una entrega memorable.
Carmen Rita Malagón
Hilario Olivo es el autor del lienzo de portada. Nació en San Francisco de Macorís, 1959.