Tengo en mi archivo personal, como fiel seguidor de Frank Kafka, unas notas no publicadas de este gran escritor checoslovaco, en las que redacta con minucioso detalle un accidente en su vida, vida de por sí ya azarosa.
El hecho fue que una tarde en la que se encontraba en el umbral de su casa junto a su novia Felice Bauer, vio a un niño lanzar una piedra en su dirección. La piedra penetró como un misil entre los ventanales de cristal, chocó contra el filo de un muro en el fondo de la sala, rebotó después entre la vajilla de la cocina y salió de allí disparada hacia el espejo, rozando la superficie de ese vidrio, donde él cada mañana miraba su delgadez, brincó de nuevo la piedra estrellándose contra su pecho, espacio de su cuerpo que hasta entonces ignoraba fuera de cristal. Ahora, al lado de Felice, debe de recoger todo ese vidrio hecho añicos, desparramado a sus pies. Su humillación no podía ser mayor. En ese instante él es la transparencia de las ventanas, los platos, los vasos de vidrio en la cocina, el espejo de su habitación, la vergonzosa escena frente a su novia al intentar unir ridículamente sus partes ya dispersas, sin poder lograrlo.
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David Pérez Núñez es poeta, narrador y ensayista. Autor de Caleidoscopio (2019) y Soledades y destierros (2019). Ultima los preparativos de un segundo poemario, en esta ocasión bilingüe, español-inglés y trabaja en un nuevo libro de cuentos y narraciones cortas.