he venido a escuchar el sonido
desordenado de los huesos rotos
y las articulaciones desencajadas
de los niños mutilados y las madres
viudas, de las jóvenes desolladas
y los padres ciegos, de las calaveras
voladas por los aires entre vítores
y obsceno jaleo de las tropas armadas.
he venido a juntar el ruidoso escándalo
y la infame opacidad y descalabro
de las ciudades arrasadas para…
reordenar la sonora discordia y matanza
armonizar en notas musicales
los restos sin nombre de las zanjas
convertir mi silencio y estupor en son
de paz y restituir lo indescriptible
por sus horrores y ensañamientos
con la melodía muda, la afasia blanca
de mi cuerpo, cuerpo que no admite
ni una sola víctima, en ningún lugar
del mundo, ni una sola niña, mujer,
hombre, anciana o viejo más muerto
humillado u ofendido por la violencia
de los canallas, abusadores o sátrapas
de turno,
ni
un
sólo
arañazo
a
un
inocente
en
ningún lugar del mundo en mi nombre
ni en el nombre de ninguna bandera,
credo, ideología, religión, economía, frontera o cinismo de estado o multinacional.
ni una sola ofensa o daño más.
la vida no se toca.
la vida digna es lo intocable.
he venido a escuchar a los mil millones de ofendidos bramar
por la paz con su silencio de tumba y su victoria póstuma,
su victoria póstuma,
su victoria.
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Viktor Gómez (Madrid-Valencia, 1967)