La Plenamar de junio despega, tras un conteo regresivo peculiar: 200 años de la Novena Sinfonía de Beethoven; 100 años de Claribel Alegría; 75 años Hay un país en el mundo; 25 años del fallecimiento de Manuel del Cabral. De ahí que sea este un “número de aniversarios”, como hemos titulado el dossier.

Se trata de acontecimientos culturales de absoluta relevancia, universal, latinoamericana, nuestra. La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125 (conocida como Coral) de Ludwig van Beethoven, escrita entre 1818 y 1824, fue finalmente estrenada el 7 de mayo de ese último año. Decladara patrimonio de la humanidad en el año 2002, se trata de una composición revolucionaria, con la que su autor transformó el género, al aplicar variaciones novedosas como nos explica tan acertadamente Carmen Rita Malagón en su escrito, el cual excede el puro ámbito de la música, involucrando el contexto histórico. Hacemos posible escucharla por vía de enlaces a algunas de sus mejores ejecuciones a lo largo del tiempo.

La poeta Claribel Alegría –cuya sonrisa grácil hacía juego visual-sonoro con su nombre– hubiera cumplido cien años este 12 de mayo. Los lectores dominicanos pudieron verla y escucharla a viva voz, cuando vino invitada en 2011 al III Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, 6 años antes de que le fuera otorgado el prestigioso Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de la Universidad de Salamanca, en su edición XXVI. Celebramos su centenario con poemas suyos –no faltaba más–, estampas fotográficas de su estadía más una entrevista que le hiciera entonces la periodista y también poeta Argénida Romero.

Si hay un poema de cierta equivalencia con el himno nacional dominicano (en cuanto a la definición de nuestra idiosincrasia), ese es Hay un país en el mundo, de Pedro Mir, quien además es el Poeta Nacional, decidió así por ley y por la identificación de los lectores con su lírica. Fue publicado hace ya 75 años, y su vigencia no hace más que crecer. Plenamar reproduce el poema completo, para que vuelva a ser rumiado, analizado, y alcance nuevos ojos, sobre todo en el ámbito internacional.

Por otro lado, hace 25 años que falleció quien sería –en contraste y complemento con Mir– en más internacional de nuestros poetas: Manuel del Cabral. Hicimos una selección que aspira a ser amplia dentro de la brevedad que demanda una revista (sus intereses abarcan temas políticos, amorosos, sociales, eróticos, metafísicos; y su Obra poética completa consta de 786 páginas). Pero, además, como con Hay un país en el mundo, incluímos sendos análisis, construidos magistralmente por dos reconocidos intelectuales dominicanos, José Rafael Lantigua y Basilio Belliard, quienes se han encargado del enjundioso dossier, y quienes han estudiado a profundidad a ambos autores a lo largo de los años.

Curiosamente, Claribel Alegría asistió al FIP Santo Domingo que se dedicó a Manuel del Cabral, y en el evento le correspondió leer la “Proclama de los poetas en defensa de la poesía y de la vida” firmada por los poetas participantes y encabezada por los miembros del Comité Organizador José Mármol, Mateo Morrison, Basilio Belliard, Plinio Chahín y León Félix Batista. Otra sincronía feliz fue la dedicatoria a su centenario de la onceava edición de Centroamérica Cuenta, celebrada en Panamá, evento que reseñamos aquí, a la vez que reproducimos un conmovedor escrito sobre ella de Sergio Ramírez, presidente de dicho festival de las letras. Era necesaria una dedicatoria tal: Claribel Alegría fue una escritora nicaragüense-salvadoreña que también vivió en distintos países. Nadie más centroamericana.

Doscientos, cien, setenta y cinco, veinticinco: este ha sido un conteo ascendente al descender, porque honramos grandes obras, nombres, acontecimientos editoriales. Beethoven, Manuel del Cabral, Claribel Alegría y Pedro Mir no están más entre nosotros, pero su impronta creativa sí. Por eso con este número de aniversarios, hemos subido al bajar, como refrenda el poema “Aire durando” de Manuel Del Cabral: 

¿Quién ha matado este hombre

que su voz no está enterrada?

Hay muertos que van subiendo

cuanto más su ataúd baja…

Este sudor… ¿por quién muere?

¿por qué cosa muere un pobre?

¿Quién ha matado estas manos?

¡No cabe en la muerte un hombre!

Hay muertos que van subiendo

cuanto más su ataúd baja…

¿Quién acostó su estatura

que su voz está parada?

Hay muertos como raíces

que hundidas… dan fruto al ala.

¿Quién ha matado estas manos,

este sudor, esta cara?

Hay muertos que van subiendo

cuanto más su ataúd baja…