El poder de un poema es inmensurable en su aparente fragilidad. Ello quedó demostrado por enésima vez el pasado sábado 20 de enero cuando, en 44 ciudades de 10 países, un millar de poetas –de distintas estéticas, géneros, edades– se congregaron simultáneamente para exigir y exigirse la paz justa y duradera en Palestina, Gaza y Cisjordania y por extensión a todos los pueblos humillados y ofendidos de la Tierra. Conocido el poder vigoroso del lenguaje, hubo palabras, pero también acción, como el recaudo de donaciones destinadas a la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo, una comunidad de 5,9 millones de personas (casi la cuarta parte de la población refugiada del mundo). Natural que así fuera, pues desde hace casi siete décadas dicha Agencia ha sido la encargada de garantizar el acceso a educación, sanidad, ayuda humanitaria y servicios sociales a los refugiados y refugiadas de Palestina –población que vive acogida en Siria, Líbano, Jordania y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania)– y actualmente acoge a más de 1,4 millones de refugiados de manera directa en sus campamentos de Gaza.

Como país, no participamos directamente en el evento, pero Plenamar se erige, probablemente, como la primera revista periódica en colaborar y conmemorar el hecho de manera particular. Y lo hacemos replicando una limitada selección poética, que deseamos representativa, de aquel ingente esfuerzo solidario. Mujeres y hombres poetas que leyeron desde lugares distintos, apuntalados por poemas traducidos del joven palestino Marwan Makhoul y de la malograda siria Amal Yarrah, y cobijados en estas páginas por la lectura realizada en la librería  El Cresol, de Valencia, y por las palabras motivadoras de Víktor Gómez: “sólo desde ahí, desde nuestras propias vidas, cada palabra pidiendo la paz justa y duradera tendrá sentido, fuerza, alcance de transformación”.

Apenas seis días después del recital coral humanitario, el 26 de enero, Juan Carlos Mieses sería galardonado con el Premio Nacional de Literatura de la República Dominicana, y este número de Plenamar aplaude el hecho publicando una reflexión teórica suya sobre la poesía. Mieses nació en el Seibo en 1947. Su primer libro, Urbi et Orbi, fue galardonado con el prestigioso premio Siboney en 1983, y más tarde traducido al occitano y publicado en Francia en edición bilingüe en 1995. Otras obras poéticas suyas son:  Flagellum Dei (Premio Siboney 1985), un poema épico en torno al rey Atila; Aquí, el Edén, una serie de retratos provocadores de Santo Domingo; Dulce et Decorum est…, una mirada crítica social e histórica de la sociedad dominicana; Gaia (Premio Pedro Henríquez Ureña 1991), una rapsodia sobre el hombre y el cosmos; Desde las Islas (Premio Internacional Nicolás Guillén de Poesía Caribeña 2001), otro poema épico sobre el hombre de las Antillas; Apocryphus, poemario escrito en medias coplas manriqueñas, que gira en torno al Eclesiastés de Salomón y Cantos de agua y viento. Hasta ahora ha publicado dos novelas –El día de todos (Alfaguara 2009) y Las palomas de la guerra (Santuario 2010)–, un libro de cuentos de ficción alternativa –La resurrección del Dr. Blagger–, uno de ensayos –Apología de las palabras, Premio Anual de Ensayo Literario 2013–, y el libro de entrevistas en torno al oficio de escritor Palabras como agua

Nuestro Premio Nacional de Literatura se anuncia cada 26 de enero, fecha del natalicio de Juan Pablo Duarte, fundador de la República Dominicana. A Duarte envía el dominicano Julio Cuevas una carta cimarrona, simbólica, a manera de poema, justo cuando nuestra nación celebra en febrero el Mes de la Patria y “la intrépida primavera” de nuestra independencia que este poema destaca. Otras novedades líricas de este número son 3 poemas del padre de la lengua literaria rusa Alexander Pushkin y una selección de José Carlos Sánchez-Lara, cubano residente en California. La sección “Libros” trae sendas reseñas críticas de Percy Vílchez Salvatierra sobre la última novela de Mario Vargas Llosa Le dedico mi silencio, y de Guillermo Rebollo Gil sobre Lo Preso: apalabrarse en la desposesión, ensayo de la también intelectual puertorriqueña Áurea María Sotomayor, quien colabora con un fragmento de la introducción a su libro acerca de “los habitantes de las colonias en el Caribe; mujeres u hombres, todos apresados, fijados o asesinados por su condición racial” y otros temas.

Aspiramos a que la única guerra permanente que libremos sea aquella de Antonio Machado que cita Juan Carlos Mieses en su escrito: “también él estaba en guerra con sus entrañas… y es que, quizás, estar en guerra con nuestras entrañas, estemos o no en paz con el mundo, sea una constante inevitable en cada creador de arte”.  Y a que en Palestina, Gaza y Cisjordania vuelen (remedando el título de la novela de Mieses) las palomas de la paz sobre la guerra.