La fotografía es un escape, búsqueda de ver las cosas desde una óptica diferente. Observar y tratar de encontrar en cada objeto, paisaje o persona algo único.
Soy economista, acostumbrada a mirar todo con ojo crítico. Me ha costado mucho y aún me cuesta descubrir ese algo que hace la diferencia y que tanto admiro en las buenas fotografías.
Me considero una aficionada, que se guía por el afán de captar, de aprehender la belleza en todo. Aspiro a tener ese ojo que hace que las fotos sean únicas.
Ya no me llaman la atención los rostros bellos (según los cánones establecidos). Ahora veo con otros ojos la miseria, lo sucio, lo desagradable en apariencia. Escudriño con mi lente en buscan del fondo, de la esencia. Las mejores imágenes de personas que he logrado distan mucho de convencionalismos. Son rostros curtidos por el sol, manos maltratadas por el trabajo, bocas marcadas por sonrisas en el tiempo, ojos arrugados, piel llena de surcos, en fin, todo lo que ha significado la vida y las huellas que el trabajo y las emociones ha dejado en las personas. Todas las fotos relatan una historia si las vemos con detenimiento.
Amo viajar y traer en las memorias de mi cámara los lugares vistos desde mi corazón. Pero no siempre es posible viajar.
En la cuarentena, instalé mis instrumentos en el balcón y le di forma a un proyecto que llamé “Lo que encontré en el jardín” y, luego, “El mundo mágico de las hojas”. Era una ardua tarea diaria decidir cómo presentar un brote, una hoja, una flor, de tal forma que lucieran diferentes sin perder sus atributos. Esto hizo que los días no fueran iguales y más soportable el tiempo de reclusión.
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Amarilis Cueto es economista con Magister de Alta Gerencia. Pertenece al Taller Pasión por el Cuento y es además, cuentista y fotógrafa aficionada. Trabaja en la publicación de su primer libro.