Hay algo sospechoso en el orden impecable de una casa, dice Patrick Avrane. Como si sus habitantes intentaran, por medio de la limpieza escrupulosa y el decorado, ocultar un desorden interior, una red de relaciones íntimas profundamente conflictivas.
Igual en el psicoanálisis, sugiere después Avrane. El discurso ordenado, racional, sistemático y fluido de un paciente, revela premeditación y artificio. Por eso el analista espera pacientemente por el balbuceo, el lapsus, el salto abrupto de un tema a otro.
La idea es aplicable a la literatura. La prosa que aspira a la perfección, que se ofrece bella y sin fisuras, precisa en el cálculo de su mesura o de sus ornamentos, lógica en la concatenación de sus recursos e ideas, es una prosa que esconde algo, que aspira solamente a la revelación de su forma. Mientras que la prosa de, por ejemplo, Pessoa, en “El libro del desasosiego”, está saturada de balbuceos, fealdades, baches, rupturas, digresiones y desgarros que fuerzan al buen lector a considerarla como fenómeno aparte, más allá de la literatura.
El amor funciona, al parecer, también así. Su misterio NO lo puede explicar la belleza, sino más bien el defecto. Lo explico recurriendo a un film de Bertrand Blier: “Demasiado bella para ti”. En esa película, Gerard Depardieu está casado con una mujer hermosa, perfecta, inmaculada, y es por ello envidiado por todos. Pero él se enamora de una tipa sencilla, sin ningún atractivo físico resaltante, sin más don que una extraña sencillez común a muchas otras mujeres. Depardieu halla, en esta historia profunda, el encanto del accidente, de la imperfección, de la espontaneidad ordinaria; ejecuta el desmantelamiento de lo ideal para alcanzar lo real.
Pero estábamos hablando, si mal no recuerdo, de la casa. No en vano, al parecer, ROMA y AMOR son lo mismo: “Todos los caminos llevan a Roma” equivale a “Todos los caminos llevan al Amor”. Y este texto es prueba de ello.
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Marco Escalante, ensayista peruano radicado en Chicago. Autor de Malabarismos del tedio (Editorial 7Vientos).
En portada: Woman seated, seen from back. Paul Gavarni.