Apuntes para presentar a Roberto Echavarren 

El pasado 5 de julio de 2023 se presentaba en Buenos Aires el libro Verde Escarabajo de Roberto Echavarren. El viernes 7 de julio, en el marco del cierre de cursada de la materia Poesía Argentina y Latinoamericana de la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), se realizó un encuentro con el autor en el que fui invitada a presentarlo y a conversar con él. Aquí algunos apuntes reconstruidos de lo que dije en esa ocasión, antes de dar lugar a la lectura de poemas y las preguntas. 

Les estudiantes habían podido leer para la preparación del evento a la entrevista publicada en el número 22 de la Hispanic Poetry Review, a la que puede accederse desde el siguiente vínculo:

https://hpr-ojs-tamu.tdl.org/hpr/issue/view/28/7 y que completa una visión sobre la trayectoria de Echavarren.

Sabrán ya de él que es poeta, narrador, ensayista, filósofo, performer, editor, crítico, curador de muestras de arte. Múltiples caras que dan cuenta de un aparecer, no de un ser, y ahí hay un quid de la cuestión. 

No se trata de ser, sino de aparecer. Sin parto, sin parecido, sin igual.

Aparecer como una fuerza, una energía, una intensidad. Un rostro, a veces. Un rostro que resiste, que opone resistencia. Que hace lugar. Aparecer e intervenir, realizar una acción necesaria, performar. 

En su poema El tiempo pasado por agua aparece una propuesta que me parece maravillosa, aquella de la elaboración del mejor recuerdo, tamizar distintas versiones, posibilidades, reiteraciones, una mejor imagen, rastro de la vivencia que en su ser pulido, se vive y revive. Así que intentaré cincelar algunos recuerdos. 

La cronología resulta imposible, se trata de una simultaneidad de apariciones y apariencias. Voy a intentar la cronología personal, pero estoy segura de que voy a desbarrancar.

En mi vida literaria, y en la vida literaria de muches poetes de mi edad, Roberto aparece de la mano del barroco. Junto a Néstor Perlongher, llevan adelante una práctica poética y teórica que moviliza todos los niveles de la poesía -argentina y latinoamericana decimos aquí- pero que sacuden esos límites políticos para instalar en la lengua otros límites: los límites de los cuerpos. 

La extensión de los límites de la lengua barroco-política logra dar lugar también a las diferencias de los cuerpos y los deseos a partir de los paladares.

En ese punto, el barroco es más que una moda, e incluso que un estilo, es en sí una resistencia, porque no concibe la identidad ni la contradicción. En ese juego del matiz, el barroco sostiene el movimiento inacabado, el estado de metamorfosis, que es un aprendizaje constante, un devenir.

En Roberto ese devenir, que es fundamentalmente político, es por lo tanto profundamente performático. Por eso aparece. 

En ese aparecer, lo que se ilumina es un lugar, un territorio, cruce entre fluidos y fuerzas, entre variaciones y matices, con ligaciones y ligamentos históricos. 

Hay un atravesar. El atravesamiento es lo que sucede en el terreno barroco.  No nos identificamos. Actuamos en un teatro de la historia que, como toda historia, pasa y se puede cambiar.

Esto se representa en sus libros, pero también en cómo sus poemas intervienen en su contexto y cómo Roberto interviene como pensador en el mundo.

En un intento de volver a esa línea cronológica y siguiendo el camino de guijarros del barroco, tiene un lugar sin igual entre las apariciones Medusario, muestra de poesía latinoamericana, una de esas intervenciones en el campo poético que han quedado grabadas en la corteza andina. Como curador y poeta de esa caja de herramientas portátil que es la poesía en Medusario

Roberto, junto a José Kozer y Jacobo Sefamí, pero también años antes, junto a Perlongher, ponen generosamente a disposición esas escrituras, amorosamente seleccionadas, con amplitud de paratextos, situaciones, puntos de vista elaborados, en una generación sin links. Trabajo hecho a fuerza de leer libros de papel, que viajaban en correos terrestres y aéreos, y que tardaban meses en encontrar su destinatario, si no es que se perdían.

Esa disponibilidad, para mí y para muchos de entonces, es una escuela entera de poesía, fue nuestra carrera de Artes de la Escritura, si se quiere. Y este es un modo de Echavarren que no queda ahí. Su curiosidad y su generosidad lo llevan a compartir con alegría recovecos de una profundidad juguetona y asombrosa. 

Roberto traduce, rescata, ensaya. Su trabajo en la editorial La Flauta Mágica amplía esa escuela de poesía. Las noches rusas, y sus traducciones de poetas de la Edad de Plata, Lorca, Herrera y Reissig, Amanda Berenger, Wallace Stevens, Juana Inés de la Cruz.

Volviendo a esa primera aparición para les poetes de mi edad, estamos hablando de los años 80 y 90 del siglo XX en el Río de la Plata, a cada margen del Río, pero también en una amplia diáspora de poetas en diferentes exilios, sin dejar de mencionar la interacción con Tamara Kamenszain y la corriente subterránea de Literal. El modo en que se instalan y producen esas poéticas es diferente al de otras apariciones de América Latina, aun en sus intentos de religarse con ellas.

Ya hablaba Perlongher de un neobarroso, en el que la línea de frontera desaparece en la aparición de una lengua nueva, una lengua intensa, en la que las fronteras son espacios a recorrer, no líneas abstractas sino marcas vitales en cuerpos que descreen de ellas o deben vivir a pesar de ellas. Hay mucho del amor al modernismo ahí también, con su avanzada de liberación y renovación.

Pero antes de estas primeras apariciones para mi generación, Roberto ya venía cruzando fronteras territoriales, artísticas, de género, de militancia. Como estudiante, como profesor, como escritor. En Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos.

Publicando libros de poemas, novelas, haciendo películas. Su primer libro de poemas, El mar detrás del nombre, ya propone una situación imposible de definir, una intensidad masiva. 

En el año 2000 se publicó en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA, de la UBA), Performance, un libro que compilaba y dejaba a la vista su poesía, pero también en el que podíamos ver fotos, leer entrevistas y puntos de vista sobre su obra.

Hoy se encuentra en Buenos Aires presentando su último libro, Verde Escabarajo, que reúne poemas de los últimos 20 años.  Son poemas que cultivan una forma larga, herederos de las Soledades de Góngora y El sueño de Juana Inés, silvas, textos que componen secuencias rítmicas y narrativas de gran intensidad que se detienen como por un impulso propio, con un montaje que recupera la influencia del cine del siglo XX, ese que se asemeja también a los sueños. 

Son poemas que tuve el privilegio de leer desde su etapa de borradores y algunos también tuve el privilegio de editar: Centralasia, El monte nativo, Veneno de escorpión azul y los inéditos, El cuaderno de Clotilde Rospide y La Guerra de Ucrania (este último con varias apariciones en línea, incluso en traducciones).

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Rom Freschi (Buenos Aires, 1974). Fundó y dirigió la revista de poesía y crítica Plebella (2004-2012, www.plebella.com.ar). Es poeta y docente de escritura y literatura en ámbitos universitarios y de creación. En la actualidad, forma parte del proyecto Juana Ramírez Editora.