En su tercer y último libro de fotografía, “México en movimiento” (1970), una solapa informa sobre nuestro autor: 

“Francis Stoppelman, que nació en Amsterdam, Holanda, ha publicado ya varios libros con fotografías. El último que hizo trataba de Jamaica, y fue editado en Londres. Stoppelman presta su colaboración a las revistas internacionales más importantes por el mundo entero. Durante su estancia en México ganó el premio mundial de la mejor foto en colores de los Juegos Olímpicos”.

En Holanda se llamaba Frans, pero para el resto del mundo fue Francis. Nació el 9 de enero de 1921 en Amsterdam, dentro de una familia judía dedicada a la industria textil. Debido a sus orígenes, huyó de la ocupación alemana de su ciudad. El 12 de abril de 1942 alcanzó Suiza, donde viviría los próximos siete años, comenzando en un campo de trabajo hasta llegar a ejercer como docente de fotografía en Lausanne. En 1949 comienza su primera estación americana. Visita Chile, donde su fotografía llama la atención de importantes publicaciones de Estados Unidos. Desde temprano Stoppelman se interesó por temas de acción en la vida cotidiana: desde el asombro que causaba en Santiago de Chile la inauguración de una escalera eléctrica hasta el impacto de los vientos en el deporte de la vela. 

Francis Stoppelman, fotógrafo holandés.

En 1955 la Era de Trujillo cumplía su 55 aniversario, y para celebrarlo el Gobierno organizó la Feria Mundial de la Paz y la Confraternidad. Por tal motivo se levantó un conjunto de edificios gubernamentales y también celebratorios del evento, en el extremo suroeste de la ciudad. 

El régimen trujillista quería proyectar una imagen de modernidad. 

Por razones no determinadas aún, al parecer Francis Stoppelman recibió el apoyo del embajador dominicano en Holanda, el doctor Luis Francisco Thomen, para realizar un amplio reportaje fotográfico de República Dominicana. 

En 131 imágenes, el fotógrafo holandés realizó un amplio trabajo radiográfico de lo nacional. El título del libro fue “La República Dominicana. Quisqueya, umbral de América. Threshold of the Americas”. 

El libro se abre con unas sobrias palabras de Luis F. Thomen, donde se refiere al autor y hace hincapié en el impacto de la capital dominicana dentro del contexto insular. Luego sigue un conjunto de diez fotografías realizadas por diferentes fotógrafos de edificaciones gubernamentales, que al parecer no fueron registradas por Stoppelman durante su estancia.

Luego de una imagen del Parque Colón y del río Ozama, comienza un diálogo entre memoria y modernidad. Stoppelman se centra en momentos hasta entonces inéditos del imaginario fotográfico: fotos nocturnas y aéreas, planos de vida campesina y el empuje de la industrialización. Solo cuatro imágenes fueron impresa a colores.

El autor juega de manera constante con el contraste: de un lado el morro de Montecristi, “cuyo mote es ‘un camello acosta’”, y del otro, en menor tamaño, una imagen “entre Jayaco y Constanza”, es decir, la costa y la cordillera. A vece se extasía con una fotografía que tiende al abstracto, como lo hace con el lago Enriquillo, para el que se toma dos páginas.

 “Quisqueya, umbral de América” no es expresamente un libro de propaganda del régimen trujillista. Incluso, no hay un agradecimiento expreso a institución alguna de la República Dominicana. Y lo más curioso es que ni siquiera el libro tiene una fecha de impresión, aunque sí se refiere que salió de los talleres de la Nederlandse Rotogravure Maatschappij.

Posiblemente el libro fue impreso en 1959, bajo el desempeño de Luis F. Thomén como embajador dominicano en Holanda. Debido a la situación política en aquella recta final del trujillato, el libro no habrá tenido toda la difusión que se merecía. Y si a ello le agregamos que a partir de 1961 todo lo referido a Ciudad Trujillo era candidateable para una borradura, entonces se comprenderá el olvido de autor y obra.

Aún así algunas imágenes de Stoppelman se publicaron en la prensa local, e incluso, dos de ellas fueron escogidas para el poemario “Yania tierra” (1981), de Aída Cartagena Portalatín.

Después de esta experiencia dominicana, el fotógrafo holandés se embarcaría en dos experiencias editoriales más: “Jamaica. Photographs by Francis Stoppelman. (Textos de F. Stoppelman, Flora van Os-Gammon.)”, publicado por la editorial Ernest Benn de Londres, en 1962; y “México en movimiento”, con textos de Salvador Novo e impreso por la Nederlandse Rotogravure Maatschappij en 1970.

Las Olimpíadas de México en 1968 fueron el jalón que marcaría la última etapa de su vida. Ahí se recuperaría su viejo oficio de aventurero, dandy, arqueólogo de la imagen. Su amigo Peter Bruse cuenta en su obituario que Stoppelman entonces “se quedó en México, condujo grandes autos estadounidenses y las damas se enamoraron de él. Siempre salía, se ganaba la confianza de los indios con su actuación de payaso e iba armado con un rifle a los rebeldes en la selva. Nunca trabajó con un teleobjetivo ni intentó ponerse en contacto con persona alguna.”

Francis Stoppelman murió el 7 de octubre del 2007 en Ciudad México. Con sus tres libros de fotografía impuso una significativa marca en el imaginario visual caribeño y mexicano. Especialmente con su libro sobre República Dominicana, nos puso en el mapa de la trascendente fotografía contemporánea.

Variaciones sobre algunas imágenes de “Quisqueya. Umbral de América”

El asentamiento judío de Sosúa

El asentamiento judío de Sosúa fue seguramente uno de los primeros laboratorios de un Kibutz antes de la formación del Estado de Israel en 1948. Formado por refugiados judíos que se acogieron a los Acuerdos de Evian (1938), huyendo ante los avances de la barbarie nazi, aquella demarcación en la provincia de Puerto Plata pronto se convirtió en modelo de desarrollo agropecuario y nacional. Como judío que era, Stopelman desarrolló una especial sensibilidad ante este este grupo, que más que inmigrantes, eran exiliados. Escogió dos fotos que se referían al tema integración: una maestra jugando con sus estudiantes, y un hermoso retrato de tres niñas de origen hebreo pero nacidas en el país: Susana, Sally Nomy.

A pesar de la gran documentación sobre el tema fuera de la Isla, todavía no disponemos localmente de referencias amplias sobre el impacto que ha tenido esta comunidad en el país y su significación internacional, aparte de su aporte con el tema de los lácteos. 

La migración japonesa en Constanza

Tres imágenes sobre los japoneses de Constanza se insertan en esta obra: niños, familias, paisajes amplios. La migración de este contingente tuve números precisos:  29 familias japonesas llegaron a Constanza el 2 de octubre de 1956. Seguramente no tenían ni un año de allegados cuando el lente de Stoppelman los registró.

Una página completa se lleva esta imagen de las niñas yendo o viniendo de la escuela. Es transterritorial. Se sabe que estamos en Constanza, pero podría ser en cualquier lugar del planeta. Son niñas estudiantes. Están uniformadas. Llueve. Tienen paraguas: fueron precavidas. Seguramente no son hermanas, porque hay una que lleva paraguas en la mano, de manera que hay un principio de compañía, de solidaridad, de correspondencia. El uniforme nos conduce a lo escolar, a la integración dentro de ciertos órdenes. Campo y urbe se vinculan de alguna manera. El camino no es vecinal: está asfaltado, todo un avance para esos tiempos. Al fondo, la Cordillera Central, tal vez como remedando un Fujiyama al fondo. Mitología japonesa: siempre habrá alguna montaña al fondo. Salvo el camino, los postes de electricidad y los deslindes de terrenos, las niñas están solas. El camino a casa tomará su buen tiempo y entre aquellas montañas, llueve. Es lírico sin dejar de ser dramático.

Fotografía de la arquitectura

La fotografía de la arquitectura tiene su rigor. No todo click dialoga con el objeto. Hay que encuadrar, dejar que los elementos dialoguen, que las formas establezcan principios de reciprocidad y entonces se asuman como un corpus. La hotelería dominicana fue parte de los principios de desarrollo económico. El hotel Jaragua ya estaba cumpliendo su papel desde 1944, y a partir de mediados de los años 50, El Embajador y el Paz (luego rebautizado como Hispaniola y Santo Domingo, sucesivamente), se convirtieron en puntos nodales de los ejes que marcan a la periferia de la Feria de la Paz. Mar Caribe, Feria y Hotel Embajador son como rayas que se van territorializando, como esponjas de funciones. Parece que Stoppelman rejuega con algunos principios de la Bauhaus y nos ofrece un concepto de bloque. 

Postdata

A Francis Stoppelman le gustaba tanto vestirse de payaso, que incluso incluyó una imagen vestido así. Fue en la solapa del libro dedicado a México. Aquí está. Al parecer el fotógrafo holandés disfrutaba más allá de la imagen, asumiendo su oficio como una fiesta, desacralizándose, a pesar de que toda imagen será una retención, un limbo, la constancia de un soplido.


Miguel D. Mena, sociólogo y editor.

  1. https://www.volkskrant.nl/nieuws-achtergrond/een-camera-van-de-spaarzegels~bfc9568b/ Consultado el 18.082019