El mismo poema

te nombro espejo
y te eriges frente a mí
observas a tu mujer cortada
               deseas mis cicatrices


detienes el tiempo

              tu 
beso 
              p
                a
                  r
                    a 
        
                        cada una


ellas dejan de ser papel
serpentean rojo púrpura
se colocan el sombrero de la noche
y salen a jugar abeles
grito de sangre

seamos dos los cortados

te nombro espejo
y no sé por cuánto
buscaré en tus ojos
a mi asesino
 
                esta noche
hilvano nuestra sábana nupcial
lino lágrimas vasos sanguíneos
               esta noche
       espero tu jirón de piel
ser dos los cortados prometiste
              esta noche soy
                mujer aguja 

                 no tardes

Estatua


I

estate quieta 
me ordenó aquella voz
cuando ya el filo del metal
abría caminos en mi piel
 
estate quieta 
y el aleteo
de un aterrizaje forzoso
despedía vientos
en su búsqueda de luz 
de una pista en la que aterrizar

estate quieta 
y me pintó de rojo
y encendió la luz

no mires hacia atrás
ordenó otra voz
y no pude evitar voltearme

allí estaba yo
en el espejo  
en el hielo y su imagen
                           piedra


II	

su voz me encontró frente al espejo 
convertida en roca
me cubrió con un sudario de hilo blanco

en él se impregnó mi forma

me rodeó con sus brazos
la espalda
levantó mi peso
hoja y aire
me colocó en el centro
de su habitación 

con aceite aromático
limpió la pintura roja
con que habían bañado mi cuerpo

el incienso 
a mi izquierda
se metía por mis poros granulados

me diluía
entre el aceite y el humo
me diluía
en aquel hombre

sus manos comenzaron a limpiarme
desde mis pies
bordeó mis piernas mis muslos 
mi pubis mi vientre mis senos

mi blancura expuesta nos sedujo

él no desistió
quería apaciguar mi crudeza
cuando llegó a mi cuello 
encontró el primer camino
me besó 
la primera herida

un poco más arriba 
encontró el camino segundo
la segunda herida 

horrorizado 
con sus lágrimas
pronunció los nombres

se vio tentado a despertarme
aunque temblaba al rozar mis labios
continuó su labor

entre la silueta de mi pelo
hedor a sangre
encontró el tercer camino
la tercera herida 

en él fui agua















Después

cierras los ojos complacido
duermes al extremo izquierdo de la cama
con tu mano derecha
pretendes alcanzarme
aunque me rozas con la punta de los dedos no me alcanzas
tal vez porque es tu pretensión atraparme
o porque entre nuestros cuerpos
se erige el límite sagrado
la intimidad no revelada
que apuñala silencios

eres todos menos él



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Iris Alejandra Maldonado (Mayagüez, 1979) Autora de El abismo silba una canción de vaqueros y Burlesca. Textos suyos han sido publicados en antologías y revistas literarias dentro y fuera de Puerto Rico. Abogada-notaria y contadora pública autorizada. Es parte del Comité Organizador del Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico.