Foto de portada: Lauristely Peña

Adán la vio primero

incitó

insistió

a la llegada de Dios no quise culparlo

pensé que en el último momento

de ser preciso

él diría la verdad

le miré a los ojos

cuando Dios lanzó la pregunta

intuí el peligro

me sentí desnuda

el índice de Adán se levantó contra mí

Dios no es tonto

y conoce muy bien a sus hijos

pero siempre nos ha dejado elegir

nos miró con tristeza 

e impartió justicia

al final

fue mejor así

él no hubiera soportado

Mulata en el malecón

Ella entreabre las piernas

no esconde pudor su minifalda

ni titilan azules los astros a los lejos

la tatarabuela ruborizábase

ocultaba bajo el sayón los apretones 

el temblor por la aversión y el agravio

el viento de la noche gira en el cielo y canta 

el desafuero de la sal sobre la piedra

principios de las curvas descubiertos

donde otrora fue la mancha del ultraje

donde el blanco profanó la tersura del ébano

el índice invita al oscuro propósito

se acerca el objetivo y lo detiene

con su golpe de cintura lo derriba

luces y sirenas contra el mismo muro 

nosotros los de entonces ya no somos los mismos

él viene al festejo y a la amnesia

no recuerda el ardor de sus ancestros

ni sonrójale la culpa de la afrenta

ella omite la lágrima de la abuela

olvida la historia tantas veces repetida

la subvierte

blande las sutiles armas

esclaviza

muchas veces la venganza

perdón

la vergüenza 

es un golpe de olvido en la memoria

Yanelys Encinosa Cabrera, poeta cubana, licenciada en letras, autora de la antología Luz sin estribos (Nuevas voces editores, 2019), Medellín, Colombia.