Un encuentro casi fortuito nos unió una noche durante una cena de agradecimiento, hace varios meses. Éramos José Rafael Lantigua, Soledad Álvarez y yo, acompañados de nuestras parejas. Ese día, mientras brindábamos por la extraordinaria exposición que había dictado José Rafael durante la inauguración de la Cátedra René del Risco Bermúdez, en la PUCMM, contesté una llamada telefónica procedente desde Madrid. Eran las 9:18 de la noche. El embajador Olivo Rodríguez Huertas llamaba para proponerme que formara el equipo que se encargaría de realizar el programa con el que participaríamos en la 78ª Feria del Libro de Madrid, la cual se le dedicaría este año y por primera vez en la historia, a República Dominicana, gracias a su excelente gestión diplomática. Cuando terminó mi conversación con el embajador, miré hacia los dos lados con expresión de sorpresa, y en un minuto teníamos el equipo armado.
Nuestro entremés esa noche se convirtió en una alegre lluvia de ideas que a través de siete meses de preparación fueron tomando forma y poco a poco convirtiéndose en realidad. Es así como un propósito se convierte en otro, como un encuentro imprevisto puede ser la plataforma para muchos otros encuentros. La literatura seguiría siendo ese medio que nos llevaría a interactuar, a conocernos más, a afrontar la diversidad de perspectivas, de planteamientos y enfoques que fueron creando el equilibrio y la armonía que queríamos dentro de un programa que habíamos definido como integral e integrador.
Lo logramos. Llegamos al Paseo del Duque de Fernán Núñez en el Parque de El Retiro con “Un país de cultura”, con nuestros libros en las manos, con nuestros poetas, historiadores, viejos y jóvenes narradores, críticos, periodistas, y dramaturgos; con nuestras mujeres y hombres que se han dedicado a pensar, investigar y escribir.
Convertimos el pabellón de la República Dominicana en el mejor en la historia de la Feria del Libro de Madrid, con más de 140 actividades durante l7 días, donde pudimos ser testigos de ese vínculo histórico insoslayable, de ese enlace permanente entre estas dos naciones que esta vez se reencontraron a través de la literatura y de la cultura.
Este es un nuevo descubrimiento que partió desde el sol para llevarle al mundo Hispano lo que somos; para sacar nuestros pensamientos de la isla y acercarlos al continente, donde se comience a conocer nuestra historia, nuestra realidad y ficción. Comienza un nuevo diálogo con España y sus editores, autores, universidades, bibliotecas y esa inmensa variedad de instituciones culturales que ya han comenzado a acogernos, como el Instituto Cervantes o Casa de América.
Esa nueva interlocución es vital para crear proyectos que beneficien a ambos países y así logremos una retroalimentación que permita que nuestra literatura se consolide abriéndose como crisálida, hacia viejos y nuevos mundos.
Minerva del Risco, poeta y ensayista dominicana autora de Virutas de miel (2018).