Cuando hablamos de literatura en español en Estados Unidos, se nos vienen a la memoria los Naufragios de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca y otros tantos cronistas que describieron el territorio norteamericano mucho antes de que el inglés llegara a estas tierras. Pero eso es terreno ya conocido y trillado. Nos interesa hablar del hoy porque estamos presenciando un cambio radical en el mundo. Los países desarrollados tratan de poner freno a ese fenómeno incontrolable que es la inmigración. Los motivos de esta inmigración son distintos: guerras, pobreza, la búsqueda de un futuro mejor, o hasta incluso la búsqueda de una tolerancia de género que brinde el espacio que nuestros países de origen no tienen. Estados Unidos, cual es nuestro caso, se debate ideológicamente entre la deportación masiva y la sensatez de la necesidad de más trabajadores y la protección de refugiados. Es lógico que si los políticos, los medios, las organizaciones sociales ofrecen sus perspectivas locuaces y ruidosas, el arte responda a su manera también. Cada crisis genera una reacción, el caos que se genera siempre ha sido el mejor caldo de cultivo para la respuesta artística, y en nuestro caso la respuesta literaria. La Literatura del Desarraigo es parte de esa respuesta.
La Literatura del Desarraigo es la literatura en español en Estados Unidos que habla de la experiencia de vivir en este país. Pero no la llamamos Literatura del Desarraigo porque el autor llora su pena inmigrante por los renglones de un papel, sino porque el desarraigo –esa crisis de identidad que se genera a partir de una falta emocional– ayuda, inconscientemente o no, a fortalecer el vínculo con las dos tierras (la que se dejó, y aquella que nos ha recibido) para bien o para mal, pero que en el ahora nos acoge, nos brinda trabajo y una esperanza que antes nos faltaba. A partir del desarraigo creamos el arraigo, nos asentamos, nos aceptamos como seres transnacionales que viven en dos tierras emocionales, en dos culturas, en dos lenguas.
Creo que el escritor en general en Estados Unidos pasa por tres etapas creativas, y que estas se definen de acuerdo a los temas que se tratan en sus textos. La primera etapa es aquella en la que se escribe desde un estado de exilio dentro de los Estados Unidos. Se escribe sobre el país de origen, de alguna manera todavía el autor está ligado a su terruño, no lo ha dejado emocionalmente. Digamos que se escribe con un pie aún en aquel lugar que se vislumbra en la nebulosa. Los temas abundan en la nostalgia, en la crítica, en la remembranza. El autor no se ha ido de su país de origen. Podríamos llamar a esta etapa la del exilio.
La segunda etapa es aquella en que se mezcla la añoranza de lo perdido y la fascinación, o el desdén, de lo nuevo y de lo sorprendente. Llamemos a esta etapa: la de la fascinación. Hay una suerte de juego de seducción entre el ayer y el ahora. Existe un deslumbramiento que compara alternativamente lo que fue y lo que es. Es una literatura híbrida en sus temas y que no pertenece ni a un lugar ni a otro. Este tipo de momento emocional se describe en crónicas y en periodismo.
Ahora bien la tercera etapa, se escribe ya desde el punto de vista de una persona que se ha adaptado totalmente a vivir en los Estados Unidos. En esta etapa uno analiza lo cotidiano, el modo de vivir, los cambios que el ser migrante ha asimilado o no. Se observa a la sociedad en constante evolución. Un escritor es por definición un observador de su tiempo y documenta el vivir de todos los días. En esta etapa es cuando uno empieza a construir el arraigo, uno acepta que la nueva cultura ha afectado a la vieja, y la vieja a la nueva. El individuo se ha convertido en un ser transnacional, ya deja de ser solo de su país de origen, y adquiere una personalidad latinoamericana, con rasgos de lo norteamericano. El desarraigo ha dado espacio para el arraigo, el escritor ha decidido que este es su lugar, sin olvidarse de dónde viene, pero ya es parte del paisaje humano de este país, se ha aceptado tal cual es, y escribe sobre eso.
Quizás en algún tiempo alguien encuentre un término mejor para definir este fenómeno, pero lo cierto es que hay un movimiento literario nuevo en Estados Unidos que es netamente latinoamericano. Los que escribimos en español aquí, sabemos que es necesario registrar las mutaciones del paisaje humano, social, cultural y sicológico. Después de todo, un escritor documenta a través de sus escritos las variables sociales que le aquejan a él y a su momento histórico. Por eso creo que tanto los que escriben y leen en este país, quieren verse en el ambiente que habitan en el presente. Exigen una reflexión sobre sus vidas y sus historias, sobre los puntos que nos unen, pero también aquellos en los que aún debemos trabajar para considerarnos completamente latinoamericanos dentro de Estados Unidos. En fin, ser parte de algo más grande que nosotros mismos.
Los temas de la Literatura del Desarraigo son varios, no se detienen solamente en la vida del inmigrante. Otros temas son el choque de culturas, los problemas de adaptación, la identidad, la nieve, la soledad, la lucha social, la desigualdad cultural y económica, y lógicamente, también el desarraigo y la alienación, entre otros. Estos temas reflejan el vivir cotidiano del ser latino dentro de los Estados Unidos. Este nuevo fenómeno literario es genéticamente latinoamericano, tal cual lo es la Literatura del Dictador, la del boom, o incluso la Narco-literatura.
Este movimiento toma impulso en los años noventa con emprendimientos literarios como revistas, periódicos e incluso editoriales emergentes, pero definitivamente se empieza a consolidar con el advenimiento del nuevo siglo, cuando escritores latinoamericanos que escriben en español y que hablan con idoneidad de las realidades del latino en este país, empiezan a ganar premios literarios a nivel internacional y a firmar contratos con editoriales grandes de Estados Unidos, España o México.
Y si bien hablamos de consolidación en la expresión literaria en español en Estados Unidos, la manifestación literaria es más bien tardía, y empieza a mostrarse tímidamente a mediados del siglo XX con la llegada de los primeros trabajadores migrantes. Esos trabajadores migrantes que tan explícitamente retrata Tomás Rivera en su obra cumbre …y no se lo tragó la tierra, uno de los más significativos baluartes de la Literatura Chicana, y que considero la primera obra de la Literatura del Desarraigo porque fue originalmente escrita en español. Creo que es importante marcar diferencias entre la literatura Chicana y la del desarraigo. La primera es inevitablemente circunscripta a los méxico-americanos, Chicanos, como prefieren llamarse, o sea a los nacidos de padres mexicanos en los Estados Unidos, y que tiene una fuerte connotación socio-política. Y si bien hay temas que se entrelazan y trastocan con la Literatura del Desarraigo, no deja de percibirse lo regional, la vida de frontera entre dos culturas muy cercanas una de la otra, pero tan lejanas como el cielo y el infierno.
En beneficio de la Literatura del Desarraigo se puede decir que ésta es mucho más inclusiva y abarca ya no solo lo latinoamericano, sino también lo peninsular. Ya no distingue una sola nacionalidad, sino que convierte a América Latina en una sola gran nación y que incorpora a los Estados Unidos con decididas características latinoamericanas. No en vano podemos decir que los Estados Unidos se han convertido en el segundo país hispanoparlante del mundo, detrás de México, y sí, superando en número de hablantes a países como España, Colombia y la Argentina. Es el idioma lo que distingue a este proceso literario y cultural, es la lengua el bien común que hermana a todas las nacionalidades latinoamericanas en una. Como profetizó Carlos Fuentes, la patria se ha convertido en el idioma español. Mientras la Literatura Chicana se debate mayormente en inglés y minoritariamente en español, la Literatura del Desarraigo es estrictamente en español, lo que la define certeramente como un subgénero latinoamericano.
El último paso para que la Literatura del Desarraigo se consolide finalmente, es que la Academia norteamericana le empiece a dar el espacio que le corresponde. O sea, que empiece a ser estudiada y analizada. Ya se están dando los primeros pasos. Ya hay varias universidades y profesores que ven la importancia de este movimiento, y que han tomado la iniciativa de mostrar a otros los logros de este movimiento. Porque la Literatura del Desarraigo ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una realidad. Nuestra realidad, como miembros activos de esta sociedad, con los aportes culturales que brindamos a este país, y con una visión única e irreversible. La Literatura del Desarraigo llegó para quedarse, como cualquier inmigrante que llega a buscar su lugar en el mundo.
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Fernando Olszanski es escritor y editor, su último libro se titula Rojo sobre blanco y otros relatos. Es director Editorial de Ars Communis Editorial. Reside en Chicago.