Valores anticanónicos de la literatura escrita por mujeres
“La risa, ya lo sabemos, es el primer testimonio de la libertad”
(“Mujer que sabe latín…”, Rosario Castellanos).
Una mujer riendo en una escena de la realidad, aún en nuestros días, despierta cierto revuelo desaprobatorio. La risa femenina al contrario de la masculina, ha sido estigmatizada como signo de desvergüenza, falta de decoro, pudor, elegancia y seriedad. Imaginemos entonces la amplitud del gesto de rechazo cuando la risa es escrita.
Sobre ello ha escrito la Doctora Marcia Espinoza-Vera: “Estudios recientes en torno al humor femenino han argumentado que el humor en textos contemporáneos escritos por mujeres, es empleado frecuentemente como una estrategia para protestar contra códigos de comportamientos tradicionales y para contribuir a la desmitificación de los tabúes. Una de las más prominentes escritoras latinoamericanas que escribió textos humorísticos y ensayos sobre el humor fue la escritora y ensayista mexicana, Rosario Castellanos. En uno de sus ensayos ella propone que a través del uso del humor como estrategia tanto de crítica como de liberación, las mujeres expongan al ridículo las absurdas expectativas del orden patriarcal que las oprime”.
Las mujeres de la selección incluida en la sección literatura de este número de Plenamar, en sus diferentes estilos, han asumido el humor como expresión de libertad creativa y vital. De muchas formas el humor en la escritura femenina es, pues, una postura de rebeldía, confrontación, crítica e invalidación de los parámetros impuestos por el canon, y nuestras representantes empuñan con elegante soltura esta poderosa arma de subversión, tejiendo un discurso provocador y convincente.
Sin importar el género literario en que se manifieste, lo humorístico posee un lenguaje propio, que, cierto es, se ha adjudicado erróneamente a lo masculino, siendo acogido desde dicho sexo como apropiado y agradable, y todo lo contrario desde la escritura de la mujer. Asimismo, el fenómeno se ha estudiado hasta el hartazgo en los escritores, mientras que la carencia de estudios críticos del humor en las escritoras es poco menos que alarmante.
Así lo entiende, Marcia Espinoza-Vera… cuando expresa: “(…) hay sólo unos pocos artículos relacionados con la escritura cómica de mujeres de Latinoamérica; la mayoría de las escritoras hispanas que usan este género narrativo han sido ignoradas. Algunas de las razones de esta omisión pueden ser atribuidas al hecho de que generalmente la escritura cómica es considerada un género menos serio que los otros, pero también a la posición siempre subalterna de la mujer en la sociedad, tanto legalmente, económicamente como política y culturalmente. Por otra parte, existe la creencia de que el humor es una prerrogativa masculina porque es agresivo y ‘poco femenino’”.
Por todo lo anterior es más urgente e inesquivable la necesidad de sentar las bases para una ampliación de la libertad escritural e investigativa del espectro humorístico entre nuestras creadoras.
Las autoras publicadas en este número de Plenamar varían no sólo en edades, géneros literarios, estilos y biografías, sino también en su manera de trabajar el recurso que nos ocupa. Se manejan con diferentes grados de maestría, expresando de manera artística: lo cómico, irónico, ridículo, sarcástico, extravagante, absurdo, estrafalario y patético, por mencionar algunos. Vale destacar que las diferentes manifestaciones del humor en la escritura de estas autoras, como de cualquier otro, se identifican a través del correlato con el contexto del tema abordado; siendo la posición y circunstancias conocidas, en la realidad, del sujeto enunciador o intérprete del aspecto humorístico resaltado, la que da paso a la risa, asistida por la contradicción de las reasignaciones semánticas a los códigos seleccionados para el tratamiento de estas figuras literarias.
En esta muestra encontramos destrezas distintas en el manejo del humor en el texto, y un conocimiento maduro de su función lingüística y sociocultural en su entrega escrita, así como de la necesaria dinámica emisora-receptor, del mismo. Cualidades estas que satisfacen la expectativa lectoescritural respecto al humor escrito. Sobre esto, afirma José Luis Martínez-Dueñas: “La relación entre la orientación argumentativa del emisor y la recepción connivente e inteligente del interlocutor es tan intensa y necesaria que de otro modo no se cumpliría el propósito del enunciador ni la acción sobre el destinatario. La perversión textual que instaura el humor se configura, gracias a las desviaciones semánticas y su recuperación en un ir y venir de construcción y de-construcción del sentido comprendido y esperado”.
La selección más amplia y variada del valor anticanónico del humor en los escritos de mujeres estudiados, la encontramos en la narrativa. El trato es a veces sutil e incitador y otras marca una intencionalidad de inevitable fuerza lúdica; como en la siguiente escena de “Un remedio infalible”, de María Teresa de Sánchez:
“Y dicho y hecho: ante nuestro asombro, levantó ambas manos y metiendo la mano derecha dentro de la axila izquierda estuvo masajeando ésta; luego repitió la operación: mano izquierda dentro de la axila derecha: igual masaje.
Así, debidamente armado de un insoportable y punzante olor en las manos, inició la ascensión a las alturas de la mata. Al llegar a las cercanías de las avispas, éstas, que ya se preparaban a al ataque al intruso, empezaron a sufrir el contraataque de Jícara: éste abrió una mano mientras se agarraba con la otra y la pasó lentamente por el área de peligro; luego hizo lo contrario: con la otra mano repitió el “tratamiento”. Una extraña calma fue invadiendo a las avispas. Empezaron a desprenderse de los panales ya caer lentamente al suelo, ante nuestros azorados ojos; con las alitas plegadas, totalmente indefensas, anestesiadas…”
En esta autora nos sorprende positivamente su dedicación casi exclusiva a la humorística, y con preocupación lo poco conocido de su obra. En sus textos despliega un interesante abanico de elementos humorísticos, con naturalidad convincente y pericia comunicativa. Los rasgos más explorados en su humor son: costumbres, situaciones sociales y características personales incómodas pero hilarantes, que invitan a la desterritorización del acoso o burla a través de una mirada cómica al aspecto en cuestión, que facilite un reposicionamiento cuasi heroico del sujeto.
Una destacable escritora, esta vez de la diáspora, que juega con la risa en su polifacética producción literaria es Carmen Mata. Además del cuento, y la literatura infantil, Mata nos convoca a través de poemas y aforismos, en los que se recrea su contagioso sentido del humor, con la plausible irreverencia, agudeza e ingenio de una escritura tan libre como inteligente, que podemos degustar en los siguientes extractos:
La lluvia odiosa me estropeó la tarde
y me echó a perder la única camisa que tenía.
La lluvia intrusa me arruinó la tarde,
yo que pensaba hacerte yuca enfrente de tu casa.
(“La lluvia odiosa”, Carmen Mata, 2019).
…
Volaba tan alto que podía verle
los piojos y la caspa
A los cogollos de los árboles
II
Tengo ganas de que alguien
Desande las calles solitarias
de mi cuerpo, y así, sin pedir permiso,
estacione su yipeta en mi garaje.
III
Insurgente si supiera donde
Te atrincheras te llevara en mi cantimplora
agua fresca para tu fusil.
(“Volando alto” -Aforismos-, Carmen Mata, 2019)
Lo más notable y estimulante de la humorística de esta autora es ese derroche de autonomía creativa, ese desparpajo liberador que expresa en textos preñados de la orgullosa caribeñidad de quien se ha salido de la media isla lo suficiente como para contemplarla en su pintoresca totalidad y retratarla con sensibilidad entrañable y realista.
Entre las escritoras de aparición más reciente encontramos una humorística bien perfilada, que ostenta flexibilidad y dirección, con una orientación denunciadora incisiva, como cuando leemos en “Instrucciones perrunas para ligar”, de Orly Diane Rodríguez:
3ro. Hacer algunos gestos sumisos de movedera de colita o brincar alegremente a su alrededor, puede ir acompañado de una alegre pero insulsa platica de guaus y ladridos alegres. Si eres humano, puedes decir:
Hola. ¿Qué tal? Me llamo Perrano de tal, digo, Fulano de tal. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas? ¿Estudias o trabajas? Y esas tonterías que realmente no importan, pero que dicen son importantes preguntar, si quieres que el perro se te ponga en dos patas y te ponga su cosita roja o si eres perra, ponerte a cuatro patas y gozar mientras te haces la que no quiere. (“Cosas de perros”, Antología de Mujeres de TLNSD, 2019).
Por, su parte, la más joven de este conjunto, la poeta Thaís Espaillat Ureña, nos conquista irremediablemente, tanto con la seriedad con que se toma el humor, en ese jovial zigzagueo entre el lenguaje coloquial y el fondo lírico, que da a su impronta cómica carácter de revelación, como con la divertida e inocente franqueza con que se burla de patrones culturales limitantes y el hecho de que lo haga en poesía, actual, cercana e irreverente por demás. Lo podemos constatar en los versos siguientes:
Hoy oí a una señora
igualita a Janis Joplin
decir que debemos tener peces
para que absorban la mala vibra
y se mueran en vez de uno
Ahora sé
que todos los manatíes,
tiburones y
atunes de lata
del acuario
murieron por ella,
que tiene sus almas en la verruga
de su buche derecho.
(“A veces quisiera dormir dentro de un pomelo”, Ediciones Neblipleateada, 2019)
Resulta esperanzador, especialmente para nuestra cuentística, pero también para la poesía, el impulso humorístico de la escritura de las autoras de generaciones más recientes. Muchas no figuran en esta muestra, pero sus escritos están ahí, de algún modo ocultos u olvidados por la usual indiferencia del canon que decide y promueve qué se lee y qué se ignora. Como con tantas otras cosas, este es otro cerco que, como mujeres escritoras, nos toca romper. Para ello, es menester leernos, estudiarnos, como señala el lema anticanon: “conocernos para reconocernos”; y promover, por todos los medios al alcance, nuestra producción de humor, con el mismo tesón que todas las demás. Es en este impulso creativo de las noveles escritoras, plagado de humor en diferentes presentaciones, que reside la posibilidad de aglutinar el valioso acervo de este género, que reivindique en todo su esplendor la necesaria, liberadora, grácil y poderosa imagen risueña de nuestras letras de mujeres. Así que, por si no se ha dicho lo suficiente, hay una forma de correr el velo que entorpece el descubrimiento de la riqueza de la escritura anticanónica de las mujeres, repito: ¡Leámonos!
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Rossalinna Benjamín, Miches, El Seibo. Poeta, educadora, narradora, ensayista y gestora cultural. Ha publicado los poemarios Manual para asesinar narcisos (2012), Diario del desapego (2017), Esta orilla de la rabia (2019), Érase una vez el cuerpo (2020).