Valores anticanónicos de la literatura escrita por mujeres
“Mi identidad es dual, es la manera en la que soy reconocido
por otros y la manera en me veo”
Blas R. Jiménez
“Mi primer encontronazo con la discriminación racial fue en 1974, cuando un oficial de migración en New York me preguntó, que qué rayos era eso de India Clara en mi pasaporte, yo lo contesté, que mi color.
Él dijo que eso no existía como color, que era mulata”.
Chiqui Vicioso
Al escribir este texto es imposible separar mi propia experiencia de vida, el reconocerme afrodescendiente es el producto de años en deconstrucción ideológica. Recuerdo las constantes luchas, externas e internas, por mi pelo rizado, las burlas de mis compañeros de clases o la expulsión de un maestro por no llevar el pelo alaciado. Recuerdo largas horas frente al espejo cuestionando, qué tenía de malo yo que no había heredado el pelo liso de mi madre, o los juramentos de mi abuela de que había personas blancas con el pelo como el mío. Estas experiencias me llenaron de tanta rabia, incomodidad y tristeza que llevé todo tipo de peinados en mi adolescencia, desde largas trenzas hasta la cabeza rapada, así que desde que tuve la mayoría de edad y la posibilidad, me fui de la Isla. Salir de la Isla significó un antes y un después.
Fue en México, durante mis años de universidad, que me descubrí negra. En México existe un bocadillo dulce que se llamaba “Negrito”, le han cambiado el nombre a “Nito” por las connotaciones racistas del nombre anterior, el personaje de este dulce muestra un joven de piel clara con un gran afro muy parecido al mío. Así que podrán imaginar la sorpresa de esa representación, mi representación, asociada a la palabra “negra”. Fue así como comenzó este gran viaje decolonial, me he apoyado de todos los recursos posibles en esta búsqueda por la libertad, artes, filosofía, literatura, música, porque al descubrirme negra me sané de esos años de dolor e incertidumbre que me agobiaban.
Retornar al país fue el resultado de esa necesidad de encontrar y reconocer aquellas raíces africanas que me hicieron. Es incuestionable que se nos enseñó en la escuela que los “honorables españoles” trajeron esclavos negros para trabajar la caña de azúcar, por ser más fuertes y resistentes. Recuerdo también la impresión que me causaron las láminas de los libros de textos de aquellos hombres y mujeres esclavizados, sometidos por esa aparente “condición biológica” que los hizo para ser maltratados; lo deleznables y horrorosos que fueron aquellos otros que se fugaron. Recuerdo el tono de reproche y desdén de la voz de la maestra al mencionar la palabra cimarrón, y recuerdo mi emoción confusa.
De las negras y negros nos dicen que heredamos “algunas cosas”, se dice, así como a quién le aparece de repente un recuerdo fugaz e intrascendente. Se nos reitera que las negras y negros son las Otras, los Otros, haitianos o cocolos, pero nunca nosotras/nosotros. Se nos dice que aquellas Otras y Otros, negras/negros son peligrosos enemigos o criaturas tontas e inocentes, semejantes a bestias mansas.
Nuestra literatura nacional está poblada de estos ejemplos, cuando se habla de las negras y negros la mirada se construye desde la distancia, a pesar de estar ambos personajes en circunstancias iguales o parecidas. Ya lo dijo Blas R. Jiménez “…una República Dominicana de poesía negra escrita por blancos, que en esos textos protestan por la infravaloración social del negro”. En la novela OVER de Ramón Marrero Aristy, los personajes dominicanos se encuentran en evidentes posiciones de poder frente al grupo de peones, mayoría haitianos y cocolos. Daniel Comprés, personaje principal, es un hombre culto que al ser expulsado de la casa paterna termina trabajando en la bodega de un ingenio. Toda la novela es una crítica al sistema capital y neocolonial de la industria azucarera. Sin embargo, resalto la mirada de Daniel hacia los peones, mirada a veces con lástima, a veces con asco, a veces con rabia, pero siempre desde la distancia. Lo mismo sucede con los demás personajes dominicanos, Dionisio, el capataz, quien es un hombre negro, y el violento policía Cleto, un jabao cibaeño. Todos sometidos por igual a la azarosa administración de un puñado de blancos.
La desdicha parece perseguir aquellos humanos de piel oscura, entonces, ¿quién quisiera reconocerse con esas Otras y Otros nacidos para sufrir? En nuestro país el negar la afrosdescendencia parece ser un acto de “autopreservación”. Esta idea erigida sobre cimientos coloniales continúa siendo la excusa de un puñado de personas que azuzan el odio y la desinformación; es la principal base ideológica del Estado Nación.
Entonces, ¿qué sucede cuando sales de esta Isla y te conviertes en esa Otra u Otro que tanto niegas? Constantemente se habla de la falta de identidad de nuestro pueblo, se habla de esa ausencia de algo, no sabemos qué; vamos por ahí rumiando una nostalgia de un tiempo no vivido. Es así como esa mirada externa, ajena a la antaño inquisidora, cuasi de manera inocente nos sitúa en la posición de la Otra que negamos, nos obliga a mirar hacia dentro y cuestiona esa mentira, hecha verdad, que con tanto ahínco se nos inculcó; y si le damos paso a esa pregunta, si pasamos la incomodidad primera, entonces podremos hilvanar los cabos de esa África que nos devuelve el espejo, que no está escondida, si no desplayada en todo lo que somos: a algunas le toca el pelo, la piel, el cuerpo, a otras los ritmos, los sabores y a todas y todos, nuestra dinámica social, la risa, el “compincherío” con que sobrevivimos esta vida en medio del trópico pateada por las desigualdades y el oprobio. Así, el poema “Discovery” (descubrimiento) de Sussy Santana, manifiesta ese despertar a su afrodescendencia luego de emigrar a los Estados Unidos, ese descubrimiento que le permite reconocerse y definirse allende a ese límite imaginario donde la hispanidad se define como el único constructo identitario.
Discovery
I live in America now and my eyes have opened to my history of slaves and sugar cane
To the black in my skin that I thought stained
Oh but what a great discovery my hair is not cursed but blessed by waves,
No, no se puede contener
NO, I cannot be defined by a single term,
No, I cannot be contained when I hear bachata,
No, I cannot explain what’s so great about mangú
I just know that I crave it and I eat like I eat my dreams and it fills me the same way
Oh, but if Columbus could see me now con el negro sublevao
Raza,
melaza,
coraza
Amásame negra la masa
I don’t want to be contained,
Again,
I cannot be defined by a single term
Oh, but what a great discovery,
Now I know about Los Congos,
Now I know about Liborio,
Now I know that is alright to be myself
Degreñá, BPT y no identidad contenida en rolos
Oh, but what a great discovery,
to know that there are millions like me,
Living in a dual reality, suspended entre yes y sí
For English press 2, like my reality, that’s my duality,
And that’s my great discovery.
From RADIO ESL (spoken word cd 2012)
La afrodescendencia dominicana no está circunscrita a personas con cierto tipo de pelo, cierto color de piel, cierta historia familiar, o cierto interés particular, es otro constructo más de nuestra identidad nacional, al que debemos reconocer y situar en su justo lugar en nuestra historia, alejándonos de esa mirada distante que coloca toda cultura afrodescendiente en un innegable escalón inferior (folclórica), tan válida como las raíces hispánicas (a las que debemos colocar objetivamente fuera de pleitesía y superioridad ante las demás), tan válida como nuestras raíces aborígenes (a las que debemos de exorcizar de ese lugar de blanqueamiento), tan válida como aquellas raíces de tantos grupos migrantes de todas partes del mundo, somos una nación diversa. Y para llegar a ser verdaderamente libres, para llenar ese vacío identitario que nos cuesta describir, pero que sentimos, debemos dar paso a ese escrutinio propio, como hace Jeannette Miller en su poema “Mi Lengua”, debemos colocarnos en el lugar de la Otra y el Otro, es la única manera de convertirnos en nosotras y nosotros, y destruir de una vez por todas esa mirada del amo blanco que nos mantiene esclavizados a la negación. Debemos ser cimarronas / cimarrones para construir nuestro camino de libertad.
Mi lengua
Por Jeannette Miller
Esta lengua de siglos
cambiante como el agua
¿ qué es?
¿ Una historia,
una flor,
una máscara?
Esta lengua de cieno que antes me amarraba
con la palabra cruz,
con la palabra oro,
con la palabra muerte,
¿qué es?
¿Mi historia,
mi lucha,
mi silencio?
Esta lengua que borró mis primeros fonemas
dejándome desnuda,
aterrada,
que me tiró en el pozo de la primera muerte
sin sonidos para espantar el miedo,
sin palabras para entender las cosas,
para guardarlas…
Esta lengua vieja que mastiqué despacio
y me tomó la vida,
y otra vida,
y otra vida,
hasta que fue ablandando
de piedra a ritmo,
de tierra en agua,
de hierro a fruta,
de blanco en mambo.
Esta lengua de cielo y de murmullos
que volví a fabricar comiéndome las eses,
soñando las imágenes que amo,
masticando insignias y blasones a ritmo de tambora,
con los negros suplantando los indios
sementando las blancas
y nosotros
marrones,
haciendo la bachata desde siglos,
bailando con merengue, rumba y plena,
saboreando el sancocho,
remeneando las nalgas,
a golpe de palma y sol,
de sangre.
Esta lengua impuesta que ahora me define.
Esta lengua libre como un pendón de fuego.
Esta lengua que se desprende de mi boca,
golpe,
agua que late,
bote que rema,
patria penetrada que penetra…
Esta lengua de isla
de palma y hambre
del odio y del amor,
de la esperanza…
Esta lengua esencial
erguida en su esqueleto,
carnada de amapolas,
nueva como yo
en medio de mi patria bullanguera
vestida de esmeraldas.
Esta lengua de trópico, de tierra y continente…
Esta lengua en jirones que nombra lo que hace,
que reinventa la vida
que reescribe la historia marcando lo que quiere,
gritando como llama.
Esta lengua bandera que une y que separa
¿qué es?
Una historia.
Una flor.
Un arma.
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Michelle Ricardo, Santo Domingo, 1986. Artista visual, poeta y educadora/activista social. Fue integrante del colectivo internacional de Hip Hop Quilomboarte haciendo Spoken Word. Es co-fundadora del Proyecto Anticanon y la Editorial Anticanon. Autora del poemario AyitiQuisqueya (2019).