La literatura en español en Estados Unidos es de vital importancia en este momento, donde no solo se debate sobre inmigración, sino también sobre el uso del español, sobre como confrontar el fenómeno social, político y racial que enrarece el ambiente de este país y, por ende, las relaciones con nuestros países de origen. Escribir en español en Estados Unidos no solo es un acto de resistencia, sino de afirmación cultural. Escribir es documentar, y los que escribimos desde la Literatura del desarraigo, la literatura que habla, analiza, y nos describe dentro de Estados Unidos, sabemos perfectamente que le estamos imprimiendo un tinte latinoamericano a este país. Nos interesa hablar del hoy porque estamos presenciando un cambio radical en el mundo.
Los países desarrollados tratan de poner freno a ese fenómeno incontrolable que es la inmigración. Los motivos de esta inmigración son distintos: guerras, pobreza, la búsqueda de un futuro mejor, o hasta incluso la búsqueda de una tolerancia de género que brinde el espacio que nuestros países de origen no tienen. Estados Unidos, cual es nuestro caso, se debate ideológicamente entre la deportación masiva y la sensatez de la necesidad de más trabajadores y la protección de refugiados. Es lógico pensar que si los políticos, los medios, las organizaciones sociales ofrecen sus perspectivas locuaces y ruidosas, el arte responda a su manera también. Cada crisis genera una reacción, el caos que se genera siempre ha sido el mejor caldo de cultivo para la respuesta artística, y en nuestro caso, la respuesta literaria. La Literatura del Desarraigo es parte de esa respuesta.
Nuestra literatura en español en Estados Unidos habla de la experiencia de vivir en este país. Pero no la llamamos Literatura del Desarraigo porque el autor llora su pena inmigrante por los renglones de un papel, sino porque el desarraigo, esa crisis de identidad que se genera a partir de una falta emocional, ayuda, inconscientemente o no, a fortalecer el vínculo con las dos tierras, la que se dejó, y aquella que nos ha recibido, para bien o para mal, pero que en el ahora nos acoge, nos brinda trabajo y una esperanza que antes nos faltaba. A partir del desarraigo creamos el arraigo, nos asentamos, nos aceptamos como seres transnacionales que viven en dos tierras emocionales, en dos culturas, en dos lenguas. La Literatura del Desarraigo ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una realidad. Nuestra realidad. Como miembros activos de esta sociedad, con los aportes culturales que brindamos a este país, y con una visión única e irreversible. La Literatura del Desarraigo llegó para quedarse, como cualquier inmigrante que llega a buscar su lugar en el mundo.
Los cuatro artículos que presentamos en este dossier hablan de distintos acercamientos a la relación literaria y social en este país, vemos que hay una fusión de elementos que van de acuerdo a los momentos que vivimos, pero dentro de los géneros literarios nos dedicamos también a explorar qué nos afecta y qué nos cambia, como por ejemplo desde la poesía. Es también menester hablar de ese intercambio cultural que pasa en expresiones populares a todos los niveles de habla y de intercambio, pasando por los deportes y por aquello que busca crear una función arraigo en nuestros propios términos. Para ya pasar a los textos, no debemos dejar de pensar que definir un movimiento es difícil en estas instancias, porque no sabemos qué dirección o qué parámetros nos irán a influir en el futuro, porque lo común también afecta, no es igual la América de Trump a la social democracia de Biden y los vaivenes sociales nos definen o nos alteran a medida que vamos viviendo y como siempre, nos adaptaremos para ya no sobrevivir, sino para vivir. Creando el arraigo hacia una nación nueva, sin dejar de afirmar nuestra panlatinidad.
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Fernando Olszanski es escritor y editor, su último libro se titula Rojo sobre blanco y otros relatos. Es director Editorial de Ars Communis Editorial. Reside en Chicago.