En cuando a nosotros
que amamos “ser
sorprendidos”

Derramas el azúcar cuando alzas la cuchara. Mi padre había llenado un viejo frasco de botica con lo que llamaba “vidrio marino”, pedazos de botellas viejas redondeados y texturados por el mar, abundantes en las playas. No hay soledad. Se entierra a sí misma en la veracidad. Es como si uno salpicara en el agua perdida por sus propias lágrimas. Mi madre había trepado al cubo de basura para aplastar el desperdicio acumulado, pero el cubo resbaló, y se rompió al caer un brazo. Sólo pudo encogerse levemente de hombros. La familia tenía poco dinero pero comida suficiente. En el circo los elefantes sólo eran mayores que todo lo que había imaginado. El huevo de Colón, paisaje y gramática. Ella quería uno en que el patio de recreo se mantuviera sucio, con césped, oscurecido por un árbol del que colgar un neumático como columpio, y cuando lo encontró me envió allí. Estas criaturas son compuestas y nada de lo que hagan nos debe sorprender. No me importa, o no me importará, dónde el verbo “cuidar” pueda multiplicarse. El piloto del pequeño avión olvidó notificar al aeropuerto de su aproximación, así que cuando las luces de la nave se concentraron en la noche, las sirenas de incursión se dispararon, y toda la ciudad en esa costa quedó a oscuras. Él estaba tomando agua y la luz se estaba haciendo mortecina. Mi madre estaba de pie ante la ventana observando las únicas luces visibles, atisbando por sobre la ciudad oscurecida en busca del aeropuerto oculto. Desgraciadamente, el tiempo parece más normativo que el lugar. Respirar o sostener el aliento era lo mismo, manejando por el túnel desde un sol hasta el otro bajo una caliente colina castaña. Ella puso al sol al bebé por sesenta segundos, dejándolo desnudo salvo por una gorra de algodón azul. Por la noche, para cerrar las ventanas a la vista de la calle, mi abuela bajaba las persianas, sin soltar las cortinas, una gasa demasiado almidonada para colgar debidamente. Yo me senté en el alféizar cantando sunny lunny teena, ding-dang-dong. Allá afuera hay un anciano mago que necesita una bandeja de hielo para volver vapor su aliento erizado. Él rompió el silencio de la radio. Por qué habría cualquiera de hallar la astrología interesante cuando es posible aprender sobre la astronomía. Lo que pasa uno en el Plymouth. Es el viento que cierra de golpe las puertas. Todo eso es casi incomunicable a mis amigos. Velocidad y verosimilitud de la garganta. Veíamos un modelo o meramente una apariencia de pequeños veleros blancos en la bahía, flotando a tal distancia de la colina que parecían no avanzar. Y por una vez a un país que no hablaba otro idioma. Seguir el progreso de las ideas, o esa particular línea de razonamiento, tan llena de sorpresas y correlaciones inesperadas, era de algún modo tomarse unas vacaciones. Todavía tenías que preguntarte adónde habían ido, puesto que podías hablar de reaparición. Un cuarto azul es siempre oscuro. Todo en la rampa de paseo disparaba hacia el cielo. No era específico a cualquier año, pero muy temprano. Un orfebre alemán cubrió con tela un pedazo de metal en el siglo 14 y dio a la humanidad el primer botón. Era difícil entender esto como política, porque actúa como el trabajo de una sola persona, pero nada se aísla en la historia: ciertos humanos son situaciones. Están tus dedos en el margen. Sus procedimientos al azar levantan monumentos a la suerte. Todavía algo sorprende cuando el verde surge. El zorro azul ha ocultado su cabeza. La rima delantera de inocuo y armonía. Dónde corre mi jalea. No puedes persistir “en el cordero”. No puedes determinar la naturaleza del progreso hasta que no congregues a todos los parientes. 

Aun así
insistimos en
que la vida está
llena de
oportunidades

Las ventanas estaban abiertas y el aire de la mañana estaba, por el olor a lila y algún florido arbusto más oscuro, lleno de castaños y chillantes trinos de los pájaros. Como siempre que les das silencio y gritos. Las artes, también, son eslabones. Imagino una idea en el instante en que se me ocurre, nuestra colisión. Una vez por una vez, cualquiera podría haber sido el niño de la suerte. Ni siquiera la lluvia estropeó la barbacoa, en el traspatio detrás de un tráfico pulido, a través de un paisaje, a lo largo de una playa. La libertad entonces, liberación después. Ella vino a servirnos de niñera en aquellos años turbios directamente del tumulto, y dijo que soñaba con el día en que liquidaría a todos en el distrito financiero. Ese solo teléfono es sólo un pelo del brontosaurio. Los bebedores de café respondieron extáticamente. Si tu perro se mantiene fuera de la habitación, tuyas serán las pulgas. En la calma, gotas de actividad. Raramente aparezco en mis sueños sin mis niños. Mi hija me contó que una vez en la escuela había aprendido a pensar en un poeta como una persona sentada sobre un iceberg y fundiéndose a través de él. Es una poesía de certeza. En la distancia, calle abajo, la soprano practicante azota el viento. En cuanto a nosotros que “amamos ser sorprendidos”, el dinero trae dinero, la suerte hace la suerte. Avanza, se adelanta. Al fondo de la clase no hay paisaje: todavía aquí y allá en 1969 podría padecer el alcance de la colectividad. Era el tiempo presente por un tanto, y no tan nuevo como entonces pensamos, el presente siempre después de la guerra. Desde entonces ha sido duro para mí compartir mi tiempo. Amarillo de aquel triste cuarto era de nuevo el amarillo de las siestas donde esperaba, inquieta, desesperanzada, por más días. Ellos dicen que la alternativa para la burguesía era la credibilidad. Llámalo agua y perros. La razón busca dos, entonces lo compone desde allí. Pero puede uno imaginar a un demente enamorado. Adiós; bastante bueno que fue. Hubo una pausa, una rosa, una cosa en el papel. Puedo fracasar pero no retrocederé. Porque el deseo es siempre vergonzoso. En la playa, con un fresco rubor. El niño mira fuera. Las bayas se conservan en las zarzas, en alambres en  reserva para pájaros. A distancia, el sol es diminuto. No hubo Navidad  apropiada después de que él murió. Esa ventisca triunfante hizo arrodillarse la ciudad. Soy una extraña para la niña pequeña que fui, y más, aún más extraña. Pero bastantes hechos acerca de una vida deben omitirse, se reemplazan fácilmente. Uno se sienta en un espacio hendido. Los modelos promueven una semejanza exterior, entre pequeños silencios blancos. Los árboles grandes atrapan toda la humedad de lo que se parece a una noche seca. Las reflexiones no hacen sombra, pero las sombras son, y hacen. Para entender la naturaleza de la colisión, uno debe saber algo de la naturaleza de los movimientos involucrados –es decir, una historia. Él me miró y sonrió y no parecía lejos, y así una amistad se volvió erótica. La suerte se libró de su trébol. 

(Versión al castellano de León Félix Batista)

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Lyn Hejinian (1941-2024) nació en San Francisco, Estados Unidos. Poeta, ensayista y traductora, figura prominente del movimiento poético L=A=N=G=U=A=G=E. Su libro My life (1980) es un texto abierto, ampliado de 37 a 45 secciones en 1987 y de nuevo en 2003 (esta vez con el título My Life in the Nineties). En 2006 fue elegida canciller de la Academia de Poetas Americanos, hasta 2012. Fue profesora en la Universidad de California, Berkeley. León Félix Batista, poeta y traductor dominicano, estudió en Mercy College, New York.