¿Cuándo empezaste a coleccionar obras de arte, cuándo te hiciste coleccionista?

Mi padre era el arquitecto e ingeniero Antonio Ocaña, quien fue amigo de nuestros grandes pintores, también de manera muy particular de Vela Zanetti, Tony Prats Ventós y de Josep Gausachs.  En mi casa teníamos obras de estos artistas y de otros tantos. Yo crecí rodeado de arte.

Cuando nos exiliamos, durante la dictadura de Trujillo, terminamos viviendo un tiempo en Perú, donde el fundador del Partido Aprista Peruano (APRA), Víctor Raúl Haya de la Torre –quien era amigo de mi padre– le consiguió a éste el trabajo de administrador de la Hacienda Uyujaya, cerca del pueblo de Ica.  Ahí mi madre, que era farmacéutica, le salvó la vida a un anciano huaquero quien, en agradecimiento, nos llevaba de noche a hacer excavaciones arqueológicas.  Luego vivimos cinco años en Japón, en la década del sesenta y como podrás imaginar, el arte y la cultura japonesa también influyeron mucho en mí.  En Japón llegue a estudiar el arte de pintura japonés, sumi-e. En fin, que muchas cosas incidieron en mi amor por las artes.

Como coleccionista puedo decir que empecé comprando mis primeras obras a los 27 años, y fueron obras del amigo Yoryi Morel.  Mi primera adquisición, que considero de gran importancia, fue un dibujo del Maestro Oviedo, el cual por supuesto aún conservo. Lo adquirí a través a la galerista Mildred Canahuate cuando tenía su galería en la calle Pasteur.

¿En qué momento te acercaste a la obra de Ramón Oviedo?

Yo conocía al Maestro Oviedo y su obra, puedo decir que desde siempre, pero el gran acercamiento y desarrollo de nuestra amistad es de los años ochenta.  Recuerdo que un día nos encontramos en un café muy moderno en la calle Lope de Vega y sentados en la barra tomándonos un vino, nos pusimos a conversar y en papeles de la barra yo le escribía pensamientos poéticos y él pintaba en ellos.  Una pena que esos papeles ya no existan.

Años después, creo que en el 94 o 95, llegamos a un acuerdo para adquirir la totalidad de su producción pictórica.  Con esa obra, que llegó a llamarse la Suite Ocaña, yo organicé exposiciones en Sur América, el Caribe, Estados Unidos, Europa y, por supuesto, nuestro país. En esos años creé la Fundación Ramón Oviedo, con la finalidad de promover y cuidar su obra.  Años más tarde, y aún estando vivo el Maestro, yo le regalé a su familia la Fundación, por entender que era su familia quién debía ser el custodio legal de su legado artístico.

¿Qué podrías decirnos de su personalidad artística y biográfica?

Oviedo era un ser muy especial.  Yo –copiando como mi padre llamó a su amigo Modesto Díaz, vvilmente asesinado por Ramfis Trujillo aquel fatídico 18 de noviembre del 1961–, lo he llamado siempre como un ser luz.

Oviedo tenía una recia personalidad y a la vez era humilde y generoso.  Era inteligente y sabía con quién juntarse y de quién aprender. Fácilmente descartaba a quienes él consideraba falsos amigos.

Para poder explicar su personalidad artística y biográfica tendríamos que disponer de mucho espacio, por lo cual prefiero que los lectores visiten la página web que le tengo dedicada en www.oviedo.art 

En cuanto a su arte, puedo decir que él dominó todos los ismos.  Su obra es sin duda la de un gran artista en cualquier plano, tiempo y país.

¿Cuál era el proceso de creación plástica de Oviedo, cuál era su metáfora visual?

Antes de contestar tu pregunta, permíteme que te diga que Oviedo fue el mejor cartógrafo que ha tenido nuestro país, así como nuestro primer creativo publicitario.  Incluso, él fue quien apoyó a Molina Morillo con su importante revista ¡Ahora! a principios del 1962, siendo su primer caricaturista.  Como puedes ver, Oviedo ya había recorrido muchos caminos relacionados con las artes antes de dar a conocer su obra de manera pública.

En sus inicios como pintor, él trabajo muchas veces con bocetos, algo que descartó luego y solo usó bocetos para sus murales, muchos de los cuales están en importantes instituciones internacionales como la sede principal de la UNESCO en París y en la sede de la OEA en Washington D.C. En nuestro país sus murales se encuentran en instituciones de prestigio como el Museo de Historia Natural, la Sala Augusta de la Suprema Corte de Justicia, el Ministerio de las Fuerzas Armadas, la UASD, el Banco Central, etc.

En cuanto al proceso creativo y su metáfora visual, esto fue variando durante su vida, llegando a decirme que cuando se enfrentaba al lienzo en blanco se establecía un diálogo desconocido.  Eso dió origen a una obra de danza teatro con ese título, en el cual él participo, siendo la primera y única vez que él se presentó en este tipo de actividad en un teatro.

Se dice que Oviedo es el pintor más importante de nuestro país, dada su amplia producción pictórica. ¿Piensas que también a nivel de Latinoamérica se le puede considerar igual de relevante?

Oviedo no es solo el más importante artista de nuestro país, sino que es grande entre los grandes, tanto en Latinoamérica como en cualquier otro continente.  Los dominicanos aún no hemos entendido su grandeza y genialidad.  Oviedo fue único, irrepetible y con una calidad que puede ir desde lo clásico a lo más moderno. Incluso me atrevo a decir que ha hecho cosas que no solo han influido como ningún otro artista en los pintores dominicanos, sino que su obra seguirá sorprendiendo e influyendo a futuras generaciones de artistas.  Esta es una de las razones por la cual he sugerido y defendido que nuestro país debería contar con un gran museo de Oviedo, como ocurre con Picasso en las ciudades donde vivió, París, Antíbes, Barcelona y Málaga.  Oviedo tiene que ser la marca país cultural, y eso lo hemos solicitado a diferentes ministros de los diferentes gobiernos y en reiteradas entrevistas. Hoy aquí lo vuelvo a solicitar, es hora de que entendamos el gran aporte que la obra de Oviedo puede hacer, tanto a nuestro país como a nuestros artistas, pues Oviedo abre las puertas a que se valore el arte y la cultura dominicana. No somos solo playa y ron.

No podemos olvidar que hay un autorretrato de Oviedo en ese templo de la cultura universal que es la Galeria degli Uffizi en Florencia, Italia. También es Oviedo el artista dominicano con mayor cantidad de reconocimientos y condecoraciones, incluyendo algunas únicas como haber sido declarado en nuestro Congreso Nacional Maestro Ilustre de la Pintura Dominicana, y la condecoración del estado francés, Caballero en la Orden de las Artes y las Letras.

¿Cómo tú describirías la obra de Oviedo, desde los puntos de vista metafísico y social?

La obra de Oviedo siempre ha tenido un contenido social, desde lo obvio hasta lo metafísico. El ser humano fue siempre su máxima preocupación, incluso usó el autorretrato como nadie para cuestionar al ser humano.

¿Crees que la obra de Oviedo mantiene su vigencia? ¿Y hacia el futuro, imaginas que la seguirá teniendo?

Estoy seguro de que la obra de Oviedo, como las de Velázquez, Picasso, Miró, Rembrandt, Schiele, Klimt o Bacon, entre tantos otros, siempre mantendrá su vigencia y siempre sorprenderá. Creo firmemente que en el futuro se dará mucha más importancia a su obra, como pasó con otros genios de la plástica como Van Gogh o Gauguin.  Oviedo es muy conocido en nuestro país y entre intelectuales de muchos países que tuvieron la oportunidad de conocer su obra, pero su obra amerita un estudio profundo de críticos de reconocido prestigio y ser difundida a nivel mundial.  Es ahí donde necesitamos el apoyo de nuestros gobiernos, pues Oviedo y la difusión de su obra y eventual museo tiene que ser un compromiso de estado.

Con Oviedo pasa lo mismo que con los genios, y es que su obra cada día se valora más, y hoy siempre estará menos cara que mañana.

¿Cuáles fueron las influencias fundamentales de Ramón Oviedo?

En sus primeros años Oviedo tuvo, como todo gran creador, influencias de diferentes artistas como Velázquez, los muralistas mexicanos Orozco, Rivera y Siqueiros, Picasso, Matisse, Bacon etc.  Pero con el transcurrir de los años, él logró dejar atrás toda influencia y desarrolló un lenguaje único que lo llevó a un acercamiento con lo abstracto, sin dejar el figurativismo.  Algo similar le pasó a Picasso, que en sus inicios tuvo influencias de la escuela clásica, Matisse y las máscaras africanas, para luego desarrollar su gran obra.

¿Qué nos puedes decir de su vínculo personal y a nivel de influencia con el artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín?

Guayasamín, como otros tantos artistas de gran importancia, como Tamayo o Cruz-Díez, una vez que conocieron la obra de Oviedo quedaron impactados.  Con Guayasamín surgió una admiración mutua que generó en una amistad.  Guayasamín tenía años pidiendo a Oviedo que expusiera en su Fundación en Quito, y cuando yo me enteré del deseo de Guayasamín, le dije que pusiera fecha y esa fue la primera exposición de todas las realizadas con obras de la Suite Ocaña a nivel internacional.

A lo largo de su vida creativa, Oviedo pasó por distintas etapas. ¿Podrías hablarnos de ellas, de cuáles fueron dichas etapas?

Oviedo durante su vida creativa pasó por diferentes etapas, todas complejas.  Me voy a permitir una opinión muy personal en ese sentido.  En la década de los sesenta podemos decir que su obra era de gran contenido social explícito, digo eso pues su obra siempre se caracterizó por su preocupación por el ser humano, pero de una manera diferente.  En los setenta vemos una etapa de introspección usando de manera reiterativa su autorretrato para de alguna manera exponer que también él, como ser humano, era parte del problema.  En los ochenta desarrolla una serie muy interesante relacionada con los mitos nuestros, como la ciguapa y otros.  Es a partir de los noventa, y esto es una opinión muy personal, cuando Oviedo desarrolla su gran obra, ya sin referencias, sin influencias, creando un lenguaje único, su más auténtica obra hasta el final de sus días.

Finalmente, ¿qué trascendencia tiene el legado pictórico de Oviedo en el concierto de las Artes Plásticas dominicanas y su historia?

Oviedo es el artista dominicano a estudiar y a continuar descubriendo.  Es el artista dominicano del cual se han escrito más monografías y tesis universitarias. Creo firmemente que el legado de Oviedo está claro y, como he dicho antes, seguirá siendo motivo de inspiración tanto a nuestros actuales artistas como a los que aún no han nacido.  Pensemos en aquellos artistas como Velázquez, que aún al día de hoy nos siguen marcando.  Oviedo ha marcado y seguirá marcando a nuestros artistas.

(Plenamar agradece la colaboración para esta entrevista del maestro Plinio Chahín, director de la Escuela de Crítica e Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo)

La relación del Maestro Oviedo y Antonio Ocaña empezó en realidad una generación anterior, cuando su padre y el Maestro eran jóvenes artistas y profesionales empezando a destacarse en sus respectivos campos (el padre de Ocaña en la arquitectura, y el Maestro en sus obras de arte visuales que desde ya empezaban a despuntar y abandonar los parámetros de la pintura común para ir sobresaliendo a otro nivel).  Ocaña, quien se forma en cuatro continentes y en una familia amante de las artes humanísticas, crece reconociendo el talento de Oviedo, y es así cuando luego de más de 20 años dedicado a una prestigiosa carrera en el sector financiero tanto en el Caribe como en Sur América, decide retirarse y dedicarse por entero a la representación exclusiva de artistas plásticos de la estatura del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y de los dominicanos Ramón Oviedo, el Maestro, y Fermín Ceballos.

Durante la década del 1995 al 2005, Ocaña, admirador apasionado del buen arte y de la contundencia que reconoce en la obra de Oviedo, adquiere de manera exclusiva toda la producción pictórica del Maestro.  Durante este período, cuando el Maestro se encontraba en un punto cumbre de productividad y creatividad, cuando su narrativa pictórica alcanza dimensiones extraordinarias de forma y fondo, Ocaña se dedica a presentar su obra en importantes galerías, centros culturales y museos de diferentes países, entre ellos Ecuador, Venezuela, Estados Unidos de América, Francia, Italia y República Dominicana entre otros. 

En estos diez años, los reconocimientos que recibió el Maestro Dominicano fueron extensos, incluyendo el de Caballero en la Orden de las Artes y las Letras que le otorgó el gobierno de Francia y ser declarado en el Congreso Nacional de la República Dominicana como el Maestro Ilustre de la Pintura Dominicana, título único. También fue condecorado con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella de parte del Gobierno de la República Dominicana.  Se estima que, durante esta época, el Maestro Oviedo desarrolló una obra excepcional, de un reconocimiento internacional que llegó a las salas más ilustres del arte, como lo es la Galleria degli Uffizi de Florencia, Italia, donde se encuentra un Auto-Retrato del Maestro. 

Ocaña, consciente de estar viviendo lo que un día sería incuestionablemente la historia del más importante pintor dominicano a la fecha, crea en el 1999 la Fundación Ramón Oviedo, Inc. para preservar su Obra y Legado.  En el 2014 pasa el manejo de la Fundación a la familia de Oviedo, y en el 2015 crea un proyecto para recolectar a través de filmaciones las importantes memorias del Maestro según han quedado grabadas en las vivencias de sus contemporáneos. 

Desde el 2005 y hasta la fecha de su fallecimiento en el 2015, Ocaña y Oviedo mantuvieron una íntima relación, tanto de consultas y asesoramiento, como de amistad.  La confianza depositada por el Maestro Ramón Oviedo en Antonio Ocaña fue máxima, y es así que el Maestro le designó para, de manera conjunta con su nieto y artista, Omar Molina Oviedo, ser las únicas personas autorizadas de manera Legal a Certificar la Autenticidad de su Obra.

(Bienvenida del sitio web Historia, Antología y Galería del Maestro Ramón Oviedo)