Vísceras. Cuando calla el otro, vísceras. Lo que expone García Vega son las vísceras del yo, las tripas del lenguaje. Las del yo en el pretérito porque continuamente los textos regresan al atasco de 1936, el año de la muerte de Ricardo Reis; asimismo a lo obsesivo del carrito de helados, del Central azucarero, del colchón en el baldío. Vísceras del yo, también, en el modo de escoger los escenarios. Y es que los espacios están siempre definidos, aunque transcurran por la µóptica, que se deja (a su vez) seducir por el fenómeno. A menudo una impresión hará saltar la imagen y el reflejo se producirá, multiplicado, y en un deslizamiento, por los canales ya abolidos del cronómetro. Al hablar de lugares no los fija: uno los ve fluir y, ya flujo, son indeterminados. Es el texto segregado, la fijación a lápiz, lo que otorga a la movilidad en el segmento espacio-tiempo identidad genérica.

La condición oscura, empero, radical, la dan las turbulencias. Como hablamos de vísceras, los cólicos. Escribir-excrementar crece en forma de despojo, hasta que estalla, en dimensión de oblicuidad. Porque las líneas bregan por la restauración (con nuevas propiedades) de realidades percibidas y los polos del pasado (certero ahora que es reescrito). Aunque no basta: habría que insistir para que cobre certidumbre. Y después esta lo autista, lo que permanece en sí, que, junto al ir diciendo, refiriendo, definiendo, constituye la disyuntiva clave de lo escrito. La percepción autista es acto conducente a rápidos flashbacks que se insertan, intercalan, y manchan con sus cuadros la linealidad. Entonces, vísceras. Cuando el otro es ciego, vísceras: que palpe lo viscoso.

Todo esto vertido en un código avant-garde, sinusoide y arqueado: como un tránsito tortuoso e intestinal. Eso sí, con afán de que el decir anule no al sujeto sino la vulgar soberanía de lo externo. Meter al mundo en cajitas (el caos restringido a pocos ángulos). Sin embargo, cornellianas, estas cajas verbales equivalen al abdomen: colgadas en el muro de la página ostentan su interior, se muestran. Así que lo intestino, la experiencia del autista, precisa exhibición.

Para mí que esta escritura es el equivalente de aquel rito oriental.

(Publicado originalmente como presentación del “Dossier Lorenzo García Vega” en el número 7/8, otoño del 2000, de la revista argentina Tsé-Tsé)

Lorenzo García Vega, León Félix Batista y Adolfo Castañón (Hotel Jaragua, Santo Domingo, abril de 2010. Foto de Daniel Mordzinski)

_____

León Félix Batista (Santo Domingo, República Dominicana, 1964), es poeta, ensayista y traductor. Ha publicado 23 libros en 10 países distintos, y ha sido traducido a cuatro idiomas.