Sylvia Plath no les hablaba, sino que les recitaba en voz alta a las vacas. Fue así como Ted Hughes se enamoró de ella: viéndola gritar a las vacas fragmentos de Chaucer. Yo me enamoraría de alguien que recitara a las vacas, a las gallinas, a las anémonas de mar, a los mosquitos mientras le están picando, a las moscas en el momento de matarlas. Por alguien así podrías perderme amor. Alguien que antes de poner su lengua entre mis piernas le cantara a mi sexo una ópera mirándole fijamente sus labios abiertos. Es bello mi sexo, lo has dicho. ¿No merece entonces una serenata? Y no me daría miedo besar a un extraño, ni pararme en la punta del rompeolas para regalarte la última luna del año. No me importaría pasar todo un día esperando ver salir un cangrejito azul de su guarida en la arena; insolarme, salarme, deshidratarme, mirando de reojo y mal a la doña insoportable que se sienta a mi lado con el traje de baño y el sombrero y los aretes combinados, con un afán sospechoso de distraerme de esa tarea perentoria que es seguir el rastro de los cangrejos en sus cuevas, mientras a mí me duele el cuerpo de esperarte, sabiendo que si dan las seis no tendrás tiempo de espantarte mi olor ni acicalarte. En la carretera, si ves alguna vaca flaca de esas que se resecan al sol del sur, ponte a recitarle como si yo estuviera ahí, al lado tuyo. No has leído a Chaucer y no te gusta decir versos en inglés, aunque hayan sido escritos originalmente en inglés, pero puedes cantarle de memoria a la vaca un bolero de Tito Rodríguez o de Toña la Negra. Eso también es poesía mi vida, y la vaca y yo vamos a agradecértelo con un entusiasmo equivalente al desprecio con el que tu mujer recibiría tu oferta de alcanzarle la luna de Camus. Yo la entendería; después de todo es la misma de Calígula la luna de Camus. Y la misma cabeza, la de Sylvia en el horno, sólo que sin el balazo incrustado en la sien como un diamante. 

(De Memorial de Medusas y Cangrejos, inédito, 2023).

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Martha Rivera-Garrido (Santo Domingo, República Dominicana, 1961), poeta, narradora, traductora, ensayista, y articulista de opinión. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y fue coeditora de la publicación feminista Quehaceres, del Centro de Investigación para la Acción Femenina, CIPAF. Ha sido traducida al inglés, italiano, portugués, francés, alemán, hindi, bengalí y árabe. En el 1996 ganó el Premio Internacional de Novela Casa de Teatro, con He olvidado tu nombre