Buenas tardes, rectores, vicerrectores, funcionarios del MESCYT, docentes, estudiantes, público en general.

Es un honor para mí estar aquí hoy en este simposio internacional sobre la inteligencia artificial en la educación superior: ética, ciencia y tecnología.

La ciencia, la tecnología y la innovación en el ámbito de la educación superior de la República Dominicana se han ido posicionando poco a poco en el contexto regional y global, gracias a la política de innovación y adaptación de sus estructuras tecnológicas y psicopedagógicas que el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) ha venido impulsando luego de la pandemia del covid-19.

Esta panorámica tecnocientífica innovadora sitúa a la República Dominicana en un auténtico cambio paradigmático en el ámbito digital e inteligencia artificial, tal como bien lo manifestó el presidente Luis Abinader, en su discurso ante la asamblea de la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los 77 (G77) y China, celebrada en La Habana-Cuba, los días 15 y 16 de septiembre del presente año.

En esta asamblea, el presidente Luis Abinader expresó que “no estamos frente a una época de cambios, sino frente a un cambio de época de trascendencia para nuestra civilización”.

Además, el presidente enfatizó la importancia que tiene la inteligencia artificial para el bienestar de la República Dominicana, diciendo lo siguiente: “Somos conscientes del potencial económico y comercial que representa actualmente la inteligencia artificial, que nos ha conducido a desarrollar una Estrategia Nacional. Con este instrumento se proyecta insertarnos en la competencia global de una tecnología que se calcula que aumentará hasta un 16 % al Producto Interno Bruto mundial para el 2030”.

Como se puede apreciar, este discurso de Luis Abinader Corona sobre la importancia que tiene para el país la inteligencia artificial, o IA como se suele decir, será un paso de avance para el país.

Es bueno resaltar que la IA constituye una parte importante del cibermundo del cual formamos parte. Este mundo cibernético está constituido por redes tecnológicas digitales, redes sociales y sistemas software virtuales y todo lo que tiene que ver con la revolución 4.0.

Este tipo de inteligencia, dada su complejidad algorítmica y redes neuronales, se ocupa de crear sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como lo son el reconocimiento de imágenes, el procesamiento del lenguaje natural y el aprendizaje automático.

En esta tercera década del siglo XXI, se ha de reconocer que la IA tiene un gran potencial para transformar la educación superior, tanto en el ámbito académico, como en el investigativo y el administrativo. Sin embargo, esto no deja a un lado los grandes desafíos éticos y sociales que se deben afrontar con responsabilidad a la hora de abordar desde diferentes disciplinas científicas dicha inteligencia. 

Como ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, quiero destacar que son muchos los beneficios que la IA puede aportar a la educación superior, como son el ofrecer plataformas de aprendizaje personalizado, adaptativo e interactivo, así como mejorar la eficiencia y la efectividad de los procesos educativos, ya que puede proporcionar retroalimentación instantánea, evaluación automatizada y análisis de datos. Además, puede fomentar el espíritu de la innovación y la creatividad, al estimular el pensamiento crítico y ampliar las oportunidades, las competencias y la colaboración entre docentes y discentes. La inteligencia artificial (IA) como parte constitutiva del cibermundo acelerará los cambios que hemos estado viviendo en el ámbito de la economía digital, la forma de hacer política, la telemedicina y los procesos de enseñanza-aprendizaje en la educación. Sin embargo, estos avances no pueden obnubilarnos. De ahí que también quiero puntualizar algunos riesgos que puede generar la IA en el ámbito de la Educación Superior, como son el de la desigualdad y exclusión social, ahondando aún más la brecha digital entre inforricos (ricos de información y conocimiento) e infopobres (pobres de información y conocimiento). Por consiguiente, se profundizan aún más las grietas económicas y sociales entre los países y entre los ciudadanos dentro de cada país.

Ante este panorama, ¿qué podemos hacer como actores de la educación superior para aprovechar las oportunidades y mitigar los peligros que nos plantea la IA? La respuesta entra en el plano de inversión en todos los ámbitos que tienen que ver con ciencia, tecnología, innovación e inteligencia artificial. De ahí que desde el MESCYT seguimos fortaleciendo las inversiones en el Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDOCYT), en el que hemos aumentado su presupuesto a más de 338 millones de pesos. Desde el FONDOCYT hemos invertido más D$69,909,504.35 en las últimas tres convocatorias a las instituciones de investigación científica en proyectos relacionados con la IA y que atraviesan lo que es el agro, los desastres naturales, la educación, la industria, así como lo que es salud, tránsito y psicología. Estos proyectos fueron sometidos por instituciones como IDIAF, INTEC, PUCMM, UASD, UNPHU, UNEV y UTESA. Es de reafirmar que desde que asumí las funciones de ministro del MESCYT, fuimos a servir y no a servirnos. Fuimos por el cambio y este se ha ido materializando en todo el ámbito del gobierno que preside nuestro presidente Luis Abinader. 

Creo que hay tres aspectos fundamentales que debemos considerar: la formación, la regulación y la participación. La formación implica desarrollar una cultura digital que nos permita comprender los principios básicos de la IA, sus aplicaciones prácticas y sus implicaciones éticas. No se trata solo de adquirir competencias técnicas, sino también de desarrollar una conciencia crítica y reflexiva sobre el uso responsable y sostenible de la IA. La formación debe ser continua, inclusiva y multidisciplinaria, abarcando tanto a los estudiantes como a los profesores y al personal administrativo.

La regulación implica establecer un marco normativo que garantice el respeto a los derechos humanos, los valores democráticos y los principios éticos en el diseño, el desarrollo y el despliegue de la IA. No se trata solo de aplicar leyes y normas existentes, sino también de crear nuevos instrumentos jurídicos e institucionales que respondan a los desafíos específicos que plantea la IA. La regulación debe ser coherente, transparente y participativa, involucrando tanto a los gobiernos como a las organizaciones internacionales y a la sociedad civil.

La participación implica fomentar un diálogo abierto y constructivo entre todos los actores interesados en el desarrollo y el uso de la IA en la educación superior. No se trata solo de compartir información y experiencias, sino también de generar consensos y compromisos sobre las metas y las estrategias que orienten nuestra acción colectiva. La participación debe ser pluralista, democrática e intercultural, reconociendo la diversidad de perspectivas y voces que existen en nuestro campo.

Para concluir, quiero reiterar mi convicción de que la inteligencia artificial es una herramienta poderosa que puede contribuir al progreso de la educación superior, la ciencia y la tecnología, siempre y cuando la usemos con ética, responsabilidad y visión de futuro. Como ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, les invito a sumarse a este desafío y a trabajar juntos para construir una educación superior inteligente, pero sobre todo humana. Muchas gracias por su atención.

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Franklin García Fermín. Nació en San Francisco Macorís, provincia Duarte. Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco (España, 2003) y Doctorado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1983). Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo entre 2008-2011, y actual ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.