No hay dignidad en morir solo, como un perro sin dueño desechado en la calle. Si pudiéramos planificar la muerte como si fuera un viaje a las estrellas… sería más digno, más poético quizá. No me refiero al suicido cósmico: hablo de viajar, cerrar los ojos y, ¡zas!, ya no estar, esfumarnos como humo diluido por el viento. No, no hay dignidad en morir solo, picado por algo tan pequeño como un virus letal, invisible hasta para el ojo que piensa. Tragado por el fuego es mucho más digno, más higiénico incluso y más brillante, como un fenómeno de luces. Ser disparado por una gigantesca ballesta hacia el espacio exterior, sin vida en nuestro cuerpo, incinerado en una bola de cristal. Eso es mucho más digno que morir solo, ahogado por el llanto y el dolor de la soledad. ¿Es tétrico hablar de muerte en tiempos de pandemia? Tétrica es la esperanza del que sabe que morirá solo, sin ni siquiera una mano ajena cerrando sus párpados sin mirada ya.
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Miguel Collado es bibliógrafo, investigador literario, poeta y profesor universitario.