El recién pasado 2022 resultó lo que se llama un annus mirabilis literario. La confluencia de centenarios y efemérides de vidas, libros, fallecimientos de escritores y escrituras marcadamente relevantes, convirtieron esa vuelta completa al sol en una muy especial. Un año milagroso.

Se conmemoraron cuatro grandes centenarios: la muerte de Marcel Proust y la publicación de Sodoma y Gomorra –cuarto volumen de su obra maestra En busca del tiempo perdido– y la edición de tres libros revolucionarios e influyentes: Ulises, de James Joyce; La tierra baldía, de T. S. Eliot y Trilce, de César Vallejo. Pero también fue el año del quinto centenario de la muerte de Antonio de Nebrija, el cuarto centenario del natalicio de Molière, y el siglo del nacimiento de José Saramago, Kurt Vonnegut y Jack Kerouac, y de la publicación de Los gemidos de Pablo de Rohka y de El soldado desconocido de Salomón de la Selva. En nuestras páginas hemos honrado apropiadamente a casi todos.

Para este número de enero –el que cierra en realidad el año que ha pasado–, redondeamos la tarea. Volvemos sobre Trilce, el libro de poesía inacabable, pero alcanzamos a celebrar la relevancia de La tierra de baldía de Eliot gracias a la misma pluma: la del notable poeta español José Ramón Ripoll, navegante en ambas aguas idiomáticas. A través de tres textos inclasificables y de una conferencia de Anne Carson –la poeta del momento en lengua inglesa– recordamos la importancia que tuvo y tiene la novela-río en 7 tomos En busca del tiempo perdido de Proust. Y un rescate que cierra todo: un ensayo premonitorio publicado en 1919 por el polígrafo Pedro Henríquez Ureña acerca del gran poeta en que vendría a derivar Salomón de la Selva al publicar, tres años más tarde, El soldado desconocido. Don Pedro aseguraba en esas páginas que “el deseo de expresiones nuevas le llevará, de modo inevitable, a ensayar y experimentar”, como efectivamente ocurriría en aquel libro vanguardista, vivo cien años después. “He de vivir las canciones que canto para salvarlas de la muerte”, afirmaba Salomón de la Selva, así que, combatiendo en la primera guerra mundial, terminó por verter lo vivido en el poema. Un clásico de hoy.

Complementando el número, Plenamar se congratula publicando cinco poemas del libro Después de tanto arder, de Soledad Álvarez, que recibiera el XXII Premio Casa de América de poesía americana. Basilio Belliard internaliza teóricamente en la poesía de Pedro Mir, mientras que Amable Mejía continúa publicando con nosotros sus interesantísimos poemas inéditos. Por último, y no menos importante, les brindamos una reseña de Soledad Álvarez a los cuentos de Minerva del Risco que componen el libro Te llamé tantas veces. Disfrutemos el manjar.