¿Serán las aguas cálidas del mar Caribe una especie de fluido aglutinador, el pegamento de sus islas, su elemento adherente? ¿La condición archipelágica y las olas que incorporan orillas continentales bastan para vernos como un todo? ¿Las diferencias étnicas, idiomáticas, raciales impulsan o impiden la configuración de nuestras identidades? Por medio de un dossier, Plenamar aspira a empezar a responder estas preguntas que acaso se formulan sus lectores.

Y dicho dossier se basa en sendas conferencias magistrales de la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez dictadas en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), a través de su Centro de Estudios Caribeños, y en coordinación con la Fundación René del Risco Bermúdez. Una fue llevada a cabo en noviembre de 2024 –la cual contó con el escritor mexicano Juan Villoro y el diplomático dominicano Rubén Silié– y otra más corresponde al evento de 2023, ofrecida por el poeta y ensayista dominicano José Mármol. 

Pensando alto y en voz alta, y citando a Aimé Césaire, Derek Walcott, Édouard Glissant, Pedro Henríquez Ureña, Alejo Carpentier, Villoro traza la conjunción cultural de esos espacios insulares que se entienden a partir de la noción de archipiélago. Rubén Silié le sigue, argumentado que “a pesar de los mecanismos de distanciamiento propios del colonialismo, los caribeños compartimos una serie de rasgos, hábitos, maneras de ser, de pensar o sentir, que permiten hablar de un ethos común cuyas particularidades pueden ser contrapuestas a otros conjuntos de países.” Y José Mármol se pregunta –sin obviar la advertencia de que toda identidad se inserta en un contexto de hipermodernidad, hiperconectividad y capitalismo de la vigilancia–: “¿De qué forma el feroz proceso de globalización de la economía, la política y el poder, más la planetarización o mundialización de la cultura, y fenómenos como el drama migratorio, la dilución y conflicto de las fronteras y el consumo delirante se convierten en acicates del proceso de elección o de construcción de la identidad, de las identidades del sujeto contemporáneo?”.  E invoca el peligro para los habitantes del ámbito caribeño de una crisis de identidad generada por la “la hegemonía dictatorial de un mundo online”.

La cultura criolla caribeña es híbrida, insiste Silié: “Si bien es obvio que no existe una sola cultura caribeña homogénea, sí podemos afirmar que entre todas las culturas del Caribe existen rasgos específicos que han dejado de ser europeos o africanos o asiáticos para ser auténticamente caribeños, marcados por los procesos históricos y las realidades nacionales de cada pueblo”. 

Mientras avituallábamos el barco para zarpar en la plena mar de este febrero, falleció el cineasta norteamericano David Lynch (Montana, 20 de enero de 1946-California, 15 de enero de 2025). Enseguida, el reconocido crítico de cine dominicano José D’Laura redactó unas líneas sobre este aclamado director, en exclusividad para Plenamar. Apuntalando la sabiduría crítica de D’Laura, el venezolano Juan Luis Landaeta –artista multidisciplinario, como el cineasta muerto–, celebra su vida, “porque Lynch fue primero artista plástico. De hecho, la fundación del cineasta se dio durante una contemplación casi febril. Frente a la imagen de uno de los cuadros en que trabajaba, empezó a suponer el movimiento de ésta, sumado a la proyección de sonidos. Imágenes que se suceden ante nosotros y cuya interacción escuchamos. Cine, pues.” 

La sección LIBROS trae reseñas al poemario Condeno la noche y sus perros de caza del novísimo Ronny Ramírez, por Scarlet Sánchez Contreras (“invito a sumergirnos en las páginas de su libro para descubrir en cada poema una forma de habitar y resistir en el mundo, aunque sea desde la estrechez de un cubículo de una oficina pública.”) y a Breve filosofía para el amanecer de la Premio Nacional de Literatura Ángela Hernández), por Danilo Manera (“la presencia esplendorosa y constante de las imágenes, que no son mera compañía, sino que enfocan, afinan y acarician las palabras, multiplicando su resonancia poética o su brillantez filosófica, genera un sugerente espacio textual híbrido y mestizo, que nos invita a llenar nuestros ojos y nuestra mente con todos los estímulos presentes en estas páginas”).

La ineludible creatividad se expresa aquí con poemas de la argentina Carolina Kibudi y del puertorriqueño Guillermo Rebollo Gil, además de un cuento del uruguayo Fernando Chelle. Finalmente, en cuanto a artes plásticas, la reputada musicóloga española Susana Asensio Llamas analiza la obra del artista chileno radicado en Madrid de Érrez Èras, como “la expresión de una catadura que medra en la dislocación –como metáfora de la historia, el pasado, la sociedad, la vida–”, afirma. “Las caras de Érrez Èras son la herida abierta de un universo infinito, accidentado y autocontenido”.

Pasen y lean, pues.