Un artista comprometido

Desde los años sesenta se va gestando en Latinoamérica una revolución ideológica vinculada a redefiniciones filosóficas, estéticas, militantes y al compromiso ético-artístico. Desde el campo del arte, los cambios sociales coadyuvaron en la propuesta de la cultura como un arma de resistencia política y que el artista debe estar inmerso en las transformaciones por venir desde su accionar. Esta variación en las dinámicas preestablecidas creó un terreno favorable para el desarrollo de una vanguardia latinoamericana con una matriz sociopolítica y cultural que estableció relaciones afines entre los principios estéticos y políticos de los artistas. 

La década sentó las bases para la crítica hacia las tradiciones, la institucionalidad del arte y el objeto artístico; al mismo tiempo, sirvió de plataforma para la experimentación con otros lenguajes donde la relación forma-contenido, arte-vida, fue adquiriendo nuevas significaciones.

En el país, el ajusticiamiento de Trujillo, el golpe de Estado al profesor Bosch, la Revolución de Abril y la segunda ocupación estadounidense, desencadenaron cambios que articularon correlaciones –inexploradas y ajenas al ejercicio de carácter conservador mantenido hasta entonces– entre Estado, representación y sociedad civil. Es a partir de 1961 que se inicia un proceso de transformaciones políticas, económicas y culturales que reconfigura la estructura del campo artístico, necesitando cada vez más de un clima reflexivo y crítico, abierto y horizontal, ante el cual fue necesario agenciar nuevas políticas culturales y definir nuevas fronteras y espacios políticos y sociales para el arte. La renovada relación entre arte y sociedad asignó a los artistas un nuevo rol participativo dentro de acción colectiva y produjo el nacimiento de artistas sociólogos y militantes, como lo fue Silvano Lora.

Cuando Lora regresa de Francia a principios de la década, se inscribe en el Partido Socialista Popular y advierte de manera clara y contundente la necesidad de articular, desde el colectivismo, una práctica creadora que reuniera artistas de distintas disciplinas, así como la formulación de un discurso que sustentara estas ideas de manera similar a la de los manifiestos del arte de vanguardia de principios de 1900. Lora venía con la experiencia de haber fundado la Liga Internacional de los Derechos Humanos y la gestión de proyectos expositivos de arte latinoamericano en París.

El colectivismo artístico como militancia 

“Yo venía con un proyecto, con un plan, a sabiendas de que se podría combinar perfectamente el compromiso de artistas, de creadores, con el compromiso social y político sin perder la creatividad, la originalidad, la experimentación. Sin salirse de los lenguajes de la vanguardia se puede hacer una acción, hasta del punto de vista abstracto y conceptual, que modifique las estructuras férreas que construyen las dictaduras, que construyen los poderes establecidos” (Sangiovanni, 2007): por esos principios que Lora enuncia a su regreso de París funda el colectivo Arte y Liberación, grupo multidisciplinario que reunía a poetas, artistas plásticos y teatristas nucleados en torno al objetivo político de hacer del arte un instrumento de lucha revolucionaria que modificase el curso de la historia. Con un arte bajo consigna, tanto desde el compromiso político-social como el artístico, Arte y Liberación organizó un programa cultural definido en tres manifiestos, el primero de los cuales fue proclamado en el año 1961, el segundo en octubre de 1962 y el tercero en noviembre de 1963. 

Más adelante, desde el estallido de la Revolución en 1965, funda el Frente Cultural Constitucionalista al tiempo que empuña un fusil en el comando del PSP. El Frente tuvo un ejercicio artístico dedicado a la creación de afiches, presentación de recitales poéticos, exposiciones y piezas de teatro en sindicatos, cines, barrios de Santo Domingo, galerías, entre otros, siempre a favor de la soberanía nacional.

En ese sentido, Arte y Liberación y el Frente Cultural Constitucionalista, definieron nuevas conductas colectivas de la protesta, caracterizadas principalmente por la participación popular y la actividad artística consecuentes con sus realidades sociopolíticas. Los presupuestos de desarrollo del arte popular perseguido por los colectivos, por iniciativa de Silvano, se convirtieron en las premisas que articularían todo el entramado escenográfico y puesta en escena sobre el espacio urbano, proyectado como una sala de exposición abierta que ayudaría a visibilizar tesis poco debatidas hasta ese momento sobre arte por el arte, función y compromiso del arte y el artista, canales alternativos de difusión, y materialidad y forma de la obra. 

Es a partir de estas y otras experiencias desde el colectivismo y lo popular que Silvano Lora celebra en los años noventa las ya conocidas Bienales Marginales, manteniendo sus premisas de un arte del pueblo para el pueblo, un arte bajo consigna, y la cultura como transformadora de la sociedad desde el compromiso social y político. 

Acción política cultural 

Es importante, a fin de realizar una breve cronología, acotar informaciones puntuales tanto de Arte y Liberación como del Frente Cultural Constitucionalista que ayuden a contextualizar la práctica de Lora en colectivo. 

  1. Arte y Liberación 

Arte y Liberación nace como producto de la transformación social de principios de los sesenta en el país, la militancia artística de su fundador y la acción colectiva de sus integrantes.

En este sentido, formaron parte del grupo: Miguel Alfonseca, Jeannette Miller, Abelardo Vicioso Jacques Viau, René del Risco, Grey Coiscou, Iván García, Rafael Añes, Efraim Castillo, Antonio Lockward, Roberto Marte, Rubén Echavarría, Héctor Dotel, Silvano Lora, Iván Tovar, José Ramírez Conde, Antonio Toribio y Manuel de Jesús Bello. Artistas e intelectuales que deciden elaborar un texto programático que articulase homogéneamente sus criterios éticos y estéticos, y ayudase a legitimar y proyectar sus cometidos. De ahí la declaración del primer manifiesto del grupo en una casa en Gualey, que declaraba el espíritu de la agrupación: “El propósito de la entidad es defender un arte en correlación con los acontecimientos de la vida diaria” (De la Cruz, 1999, p. 209).

La proclamación de la citada premisa-manifiesto se concretó en una acción, que consistió en reunir una exposición pictórica, la organización de un recital de poesía y la realización in situ de un mural. En este sentido, como señalara Lora, “una etapa superior de acercamiento con el pueblo consistía en hacer del pueblo un creador, de hacer talleres en el pueblo, de buscar a los desconocidos, a los anónimos para asimilarlos al movimiento” (Despradel, 2000, pp. 155-161).

Teatro Santomé, tomado por el Frente Cultural para sus actividades durante la Guerra de Abril, 1965. Foto: Milvio Pérez.

En este primer encuentro polifónico entre el arte y los marginados, se concibieron los modelos que más tarde reclamarán la apropiación y toma de atención hacia los espacios suburbanos, alcanzando posteriormente un nuevo poder simbólico que enfrentó el dogmatismo socio-estético. 

Entre las exposiciones del grupo podemos citar: Arte y Liberación en enero de 1962, realizada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la que participaron Silvano Lora, Antonio Toribio, José Ramírez Conde e Iván Tovar. La tercera fue realizada en los salones de la Universidad Femenina en conmemoración del primer aniversario de la Matanza de la Calle Espaillat (1). 

A raíz de la exposición homenaje (1962) a los muertos de la calle Espaillat, se declaró el Segundo Manifiesto del colectivo, proclama que suscita, simultáneamente, las primeras problemáticas sobre Arte Popular e identidad nacional. Es importante mencionar que el tercer manifiesto surge a raíz del derrocamiento de Bosch en 1963, y aparece en la publicación “Hojas Libres 1. 3er manifiesto. Poesía”.

Si bien el segundo manifiesto y el subsiguiente no definen estéticamente sus obras y su proceso de creación, presuponen la fundamentación general de su desarrollo con base en los criterios de producción, distribución y consumo del arte y, por ende, su materialización, lenguaje y modo. Paralelamente, y por el propio desarrollo artístico del momento, surge la necesidad de crear nuevas modalidades y juicios críticos sobre cómo analizar el arte dominicano a partir de la fecha.

  1. Guerra y resistencia

El ejercicio del Frente Cultural Constitucionalista se sitúa en el marco de la Revolución de Abril de 1965. En la agrupación, conocida también como Comando Cultural Constitucionalista, participaron los artistas Silvano Lora, Ada Balcácer, Elsa Núñez, Ramón Oviedo, José Cestero, Asdrúbal Domínguez, Julio Susana, José Ramírez Conde, Dionisio Rodríguez, Cándido Bidó, Soucy de Pellerano, Manolo Quiroz, Gisela Risk y Virgilio García; los poetas Pedro Mir, Miguel Alfonseca, Jacques Viau, Grey Coiscou, Abelardo Vicioso, Ramón Francisco, René del Risco, Juan José Ayuso; y los teatristas Máximo Avilés Blonda e Iván García. 

Su labor se enfocó en la creación de carteles, vallas, murales, exhibiciones pictóricas, recitales de poesía, tertulias, presentaciones teatrales y otras actividades, en barrios, galerías de arte, cines, calles, parques, sindicatos, así como movilizaciones en el Santo Domingo ocupado y sus alrededores. 

La Ciudad Colonial fue escenario metasimbólico en el que el programa estético y social del movimiento gana impulso como instrumento político que canaliza la tensión de los acontecimientos, reprograma la simbología de la ciudad y establece nuevas condiciones de circulación y recepción de los mensajes. De esta suerte, el accionismo gráfico, casi performático, se convirtió en el medio idóneo sobre el cual refigurar la realidad. En definitiva, se potencia el valor iconográfico de lo público y se crean actos de co-presencia entre la experiencia y la acción cultural. En esa misma medida, se reconocen nuevas formas, temáticas y modos de producción literaria, pictórica y escénica que delimitaron la frontera del antes y después en el arte contemporáneo dominicano.

Entre las exposiciones realizadas por el Frente Cultural Constitucionalista encontramos: la 1ra Exposición realizada en la Galería Auffant, inaugurada el 16 de agosto de 1965; colectiva organizada por Gilberto Hernández Ortega y Asdrúbal Domínguez en la que se exhibieron 15 pinturas en conmemoración de la Restauración de la República. En la muestra, es posible constatar la variedad estética y formal de las piezas, así como el contenido dramático de los temas que fueron retratados. 

Posteriormente fue celebrada la Exposición Concurso Frente Cultural el 14 de noviembre de 1965 en el Palacio de Bellas Artes. Participaron Ada Balcácer, Ramón Oviedo, Leopoldo Pérez, José Cestero, Silvano Lora, Dionisio Rodríguez, Soucy de Pellerano, Cándido Bidó, Manolo Quiroz, Elsa Núñez, Gisela Risk, Justo Susana y Virgilio García. Allí se realizó la Declaración Manifiesto del colectivo, dejando en claro el compromiso asumido y la conciencia política de los artistas.  

Otras de las exposiciones colectivas organizadas por el Frente Cultural fueron: Arte para el Pueblo celebrada en el Club Tito Marte (s.f.) y la exposición de murales realizada en la Galería Nacional de Bellas Artes (s.f.).

Destaca también el poemario Pueblo, Sangre y Canto (1965) que se presentó como testimonio de lo vivido durante la contienda y donde se exalta el valor del pueblo en su lucha por la democracia.  

Arte, militancia y colectivismo

En conclusión, emergen nuevas narrativas producto de la lucha ideológica, artística y militante, en las que renace la vanguardia política y cultural, producto de la colaboración entre artistas y el empleo de otros recursos creativos; se modifican las estrategias de socialización del arte, las formas de mirar la realidad y se establecen diálogos que abogan por una política del arte más participativa. En definitiva, apropiándonos de las palabras de Luis Camnitzer en “Didáctica de la Liberación” (2009), la generación de artistas e intelectuales de los años sesenta dirige la marcha hacia la definición pospoética, posfigurativa y pospolítica de las artes y la cultura del país. 

Hasta hoy, Arte y Liberación y el Frente Cultural Constitucionalista continúan siendo símbolos de la acción política cultural y militante que emprendiera Lora en los años sesenta. Sus acciones posibilitaron la escritura de un relato alternativo en el que se borraron las distancias entre el arte y sus destinatarios, y se crearon otros circuitos y espacios para la redistribución democrática de la experiencia estética. 

Su compromiso, su obra y su espíritu revolucionario siempre serán el distintivo de uno de los más grandes artistas del país: Silvano Lora.  

Bibliografía

De la Cruz, D. (1999). “Liberales y conservadores”. En “12 años de Cultura Dominicana”. Graffi Caribe.

Despradel, F. (2000). “Habla Silvano Lora. Abril 1965”. Libreria la Trinitaria.

Sangiovanni, C. (Dirección). (2007). “Silvano Lora. El compromiso con el arte” [Película].

Notas

  1. Cabe recordar que la Matanza de Espaillat fue ejecutada el 20 de octubre de 1961 por el Cuerpo de Policías del Distrito Nacional bajo órdenes del Dr. Joaquín Balaguer, sobre un grupo de jóvenes estudiantes universitarios, secundarios y de nivel básico, que comenzaron a protestar el 16 de octubre de 1961 bajo la consigna ¡Libertad, Libertad!, la declaración de “Territorio Libre” a la zona de Ciudad Nueva y aledaños.
  2. Para ampliar sobre este tema ver “Por un arte revolucionario. Arte y resistencia dominicana, 1960-1966”, y “Por un arte revolucionario. Frente Cultural Constitucional, 1965”, en el canal de YouTube de ARDE Centro. 

https://www.youtube.com/channel/UC5Ekg9qyH_p7QOy1hRoRf0w

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En portada: Silvano Lora en una actividad del Frente Cultural en la Guerra de Abril, 1965. Foto: Milvio Pérez.

Aniova Prandy nació en Santo Domingo. Artista visual, teatrista, maestra. Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte y Máster en Artes Escénicas.